Cargando contenido

Ahora en vivo

Seleccione la señal de su ciudad

Lugares del mundo tomados por los animales





Por: Indalecio Castellanos y Andrea Cardona

Cuando sea el fin del fin y todo sucumba, los animales ocuparán los espacios dejados por el hombre y la tierra se poblará de seres babosos, reptantes, voladores, herbívoros, grandes y pequeños que serán los dueños absolutos del planeta.

Cuando ocurrió el diluvio los animales encontraron en el Arca de Noé el espacio vital para garantizar que pudiera repoblarse la tierra.

Dicen que a una hecatombe nuclear, sobrevivirán las cucarachas y el planeta seguramente se inundará de esta plaga.
Sin embargo, no hay que esperar a que el mundo se acabe, para contemplar impávidos que los animales han ido ocupando, silenciosa y demoledoramente varios lugares del mundo.

En estos tiempos que vivimos hay un intenso contraste entre la miseria y el agobio de centenares de animales abandonados en las calles del mundo y hasta el pretendido esplendor de otros que han encontrado su hábitat en algunos lugares del mundo y allí se han convertido en verdaderas atracciones.

Lo que pasa con las palomas en la Plaza de Bolívar de Bogotá, los gatos en un parque de Lima y un cementerio de Buenos Aires, los perros en Chernobyl, los conejos en una isla japonesa y los cerdos nadadores en una playa de Bahamas, es algo así como la reivindicación de la Rebelión de la Granja de George Orwell.

Hoy los animales han copado distintos lugares urbanos del mundo como una reivindicación de la necesidad de tener su propio espacio y como una advertencia de lo que puede pasar en el futuro.

Como ratas y gatos

Los gatos llegaron a las calles de Lima como parte de una campaña para erradicar las ratas que se habían tomado parte del tradicional sector de Miraflores y desde hace más de 20 años un centenar de ellos viven en el Parque Kennedy, que se convirtió en su casa.

Integrantes de distintas asociaciones los alimentan y esterilizan a estos que ahora podrían considerarse como unos de los animales más fotografiados del mundo.

La gente sigue abandonado allí sus mascotas, al igual que en los parques Raúl Porras Barrenechea y el 7 de junio, pese a que las autoridades limeñas han establecido severas multas.

Esos mismos gatos podrían haber contribuido a la causa de acabar con las ratas que proliferaban por los alrededores del Río Sena y el Museo del Louvre en París.

Mientras Le Parisien calculaba que en las calles de la capital francesa había más de 60 mil ratas, otros medios se dedicaban a reseñar la película Ratatouille y el estreno de una atracción de Eurodisney dedicada a las ratas.

La imagen de estos roedores felices también es palpable en un templo de la India, en el que se recuerda que la diosa Karni Mata reencarnó en una rata hace más de 600 años y desde entonces más de 20 mil de estos animales beben leche y comen ante la mirada condescendiente de los fieles.

Entre tumbas

Como aristocráticos moradores de un pueblo singular de más de 4 mil 800 bóvedas, centenares de gatos se pasean en el Cementerio de La Recoleta de Buenos Aires sobre los mausoleos de personalidades como María Eva Duarte de Perón, el expresidente Domingo Faustino Sarmiento y el Premio Nobel, Luis Federico Leloir.

Sobre Héroes y Tumbas, como en la novela de Ernesto Sábato, los gatos se apoderaron de las criptas con aspecto romano, las tumbas con un león gigante tallado en piedra o un ángel con los brazos abiertos y de todas las construcciones de mármol, que en algunos casos se convierten en un culto a la personalidad de los desaparecidos.

Los gatos parecen caminar con espíritu festivo entre la muerte, en medio de apurados turistas cargados de paquetes y de cámaras, que quieren registrarlo todo en este sitio considerado uno de los más visitados de la capital argentina.

Los turistas miran las tumbas como queriendo develar alguna curiosidad del pasado, mientras los gatos miran a los turistas como lo seres raros de su entorno.

Un gato curiosea con su imagen reflejada en el piso de cerámica de tonos oscuros y el turista aprovecha para disparar la cámara y luego se va cargado de paquetes sin reparar en el mensaje en latín que está sobre la puerta y que hacia afuera dice "que descanse en paz" y hacia adentro "esperamos al Señor".

Unos animales muy humanos

Sobre un acantilado en Bali, está el templo Luhur Uluwatu, uno de los lugares preferidos de culto en esta isla y en donde grupos inquietos de monos, se dedican a la humana como reprobable actividad de robar comida y objetos pequeños.

Nada más humano que la diversión y por ello sorprende que un grupo de cerdos abandonados en la pequeña isla de Big Major Cay en las Bahamas, se reúnan como turistas blancos a darse un baño de sol y un chapuzón en las aguas bordeadas de playas y arrecifes.

Los cerdos nadadores se acercan a curiosear alrededor de las embarcaciones que llegan a este lugar de aguas prístinas, como para desvirtuar que estos placeres mundanos no son exclusivamente para las hordas de salvajes que pueden pagarlo todo con tarjeta de crédito.

No solamente los compulsivos compradores pueden ir a los centros comerciales, sino también miles de bagres que ocupan ahora el World Shoppin Mall de Bangkok, abandonado a causa de fuertes inundaciones.

Un sitio turístico abandonado entre la bahía de San Francisco y San Lucas en los Estados Unidos, se convirtió en un eterno veraneadero para leones marinos y pelícanos.

Antes del fin del mundo

Muchos de los animales en el mundo están abandonados, si se juzga por las cifras de 300 mil perros que deambulan por las calles de Bolivia y los 60 mil que amenazan con convertirse en salvajes, en distintas ciudades de España.

Y eso que según Euromonitor, las sociedades más perrunas en el mundo son China y la India y Colombia en América Latina, con un poco más de 4.3 millones de perros.

Muchas ciudades no están diseñadas de manera conveniente para los humanos y es obvio pensar que mucho menos para los animales, que a pesar de todo sobreviven a la indolencia.

Pero resulta mucho más sorprendente comprobar que los animales han "aprendido" a sobrevivir a desastres nucleares como el registrado en 1986 en Chernobyl, Ucrania, y han repoblado territorios abandonados como la isla japonesa de Okunoshima, en donde os conejos pastan por encima de una abandonada planta de tratamiento de gas.

Perros y gato son los únicos habitantes de la isla de Kukushima, víctima de una tragedia nuclear que devastó el lugar y obligó a la salida de más de cien mil habitantes, que hoy reclaman al gobierno japonés su interés de retomar la producción de energía nuclear.

Mientras persista la amenaza global de una hecatombe, es posible que esté más cerca de cumplirse la ficción narrada por Orwell en 1945, en la que "un grupo de animales de una granja expulsa a los humanos tiranos y crea un sistema de gobierno propio que acaba convirtiéndose en otra tiranía brutal".

[gallery link="file" columns="5" ids="48637,48638,48640,48642,48645,48648,48651,48652,48654"]