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Todas las Omairas de la tragedia de Armero





La pequeña Omaira Sánchez se convirtió en el rostro de la tragedia de Armero: es el símbolo de la valentía, pero también la imagen de una santa para algunos y la de una niña que sufrió lo inconcebible. (Lea también: Los sobrevivientes de Armero se sobrepusieron a la tragedia)

Hace 30 años Omaira Sánchez, La Valiente, con sus grandes ojos negros heridos por el barro estuvo 70 horas luchando por su vida, durante la tragedia que acabó con Armero. Sus palabras, tranquilas y lúcidas, ante una cámara de Televisión Española, recorren aún el mundo.

"Mamá, si me escuchas, yo creo que sí, reza para que yo pueda caminar y esta gente me ayude, mami te quiere mucho, mi papi... hermano y yo... Adiós madre", dijo en medio de su agonía, los labios secos, las manos arrugadas.

Su tranquilidad, su firmeza y su confianza lograron al paso de estos 30 años la aparición de una segunda Omaira alimentada por la imaginería popular como la de un ser que intercede ante Dios.

Su tumba se ha convertido en una especie de santuario, centenares de mármoles de agradecimiento se pegan por doquier, las veladoras incontables se amontonan en una especie de altar.

"La sensación es que existe un Dios, estaba muerta en vida y Dios le dio la capacidad de trasmitir para ser tan tranquila y tan serena, eso es un mensaje divino", dijo uno de los sobrevivientes de la avalancha.

Un pequeño jardín, seis imágenes de la virgen y un Divino Niño; la historia de Omaira a un lado, una construcción realizada con tubos de PVC y un hueco que simboliza el lugar donde agonizó, es lo más visitado del viejo Armero, porque desde hace años Omaira Sánchez hace milagros, o al menos eso dicen decenas de personas que llegan al lugar.

"Es una santica porque las mismas placas lo dicen: Todos los agradecimientos por las peticiones que se resolvieron", dijo una de las peregrinas a la tumba.

"Ha hecho muchos milagros y es un ángel más, muchas personas ponemos en sus manos cualquier calamidad o enfermedad que uno tenga, para mí es una santa, un ángel más y si uno le pone fe ella hace milagros", dijo otro visitante.

Omaira nació el 28 de agosto de 1972 y hoy tendría 43 años, en ese tiempo iniciaba su adolescencia la tercera Omaira, o tal vez la única y verdadera Omaira: la niña, esa que sufrió hasta que su corazón no soportó más; esa que el día anterior, como relató una de sus amigas hace diez años a Antonio José Caballero, jugaba a ser reina.

"Estábamos ya con todo lo que tenía que ver con el reinado de Cartagena y habíamos organizado un minireinado, entonces ese día tuvimos el primer desfile y quedó en continuará para el día siguiente, eso es lo que más recuerdo de ese último día con Omaira", dijo.

Pocos saben que cuando en los peores momentos Omaira perdía la lucidez, su socorrista, Fidel Díaz le preguntaba cuál era su nombre y ella lo confundía con el de una reina.

"Había momentos en que ella deliraba, caía en depresión, y en esa noche me dijo que se llamaba Sandra Borda Caldas, el nombre de una reina, luego empezó a delirar, decir que tenía que ir al colegio, luego se puso a cantar temas religiosos, luego todo el mundo estaba en silencio y dijeron: Murió Omaira... se infartó", dijo el rescatista al canal TVE.

Cuando a usted le hablan de 20 mil muertos, la vastedad de la tragedia a veces sobrepasa la sensibilidad, pero Omaira siempre le pone rostro; sus manos arrugadas por la humedad son como las de todos los otros que murieron, su muerte es la de todos los que murieron. No son tres Omairas, son 20 mil.

La tumba de Omaira queda al final del Campo Santo, más allá no queda nada.

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