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Polémica porque escritoras colombianas no fueron incluidas en evento en París

Imagen referencial // Foto: Ingimage



Por Juan Manuel Ruiz

La polémica que se armó en las últimas horas como consecuencia de la ausencia de escritoras colombianas en un evento de autores colombianos en París tiene de trasfondo un tema que no es nuevo –el machismo en la literatura—y de concreto la pereza o la ineficiencia de quienes tienen que gestionar la promoción de nuestra cultura en el exterior.

Más allá de las explicaciones del Ministerio de Cultura, de las justificaciones y argumentos, lo cierto es que no puede permitirse que sigan existiendo eventos culturales, en los que se suponga una “representación del país”, que ignore a las mujeres escritoras. Y lo más importante: no deben estar allí por ser mujeres, sino porque son buenas escritoras.

Es necio y es inútil ponerse a hacer una lista de escritoras colombianas. Las hay buenas y malas, como hay buenos escritores y malos escritores. El punto es que en un evento como el del próximo 15 de noviembre en la Biblioteca del Arsenal en París deberían estar sentadas y hablando de su obra varias de las mejores escritoras de nuestro país. Una muestra, muy corta e injusta, por lo demás: Laura Restrepo, Carolina Sanín, Pilar Quintana, Piedad Bonnett.

Leí la columna que sobre esta polémica escribió la también gran escritora colombiana Yolanda Reyes, y resalto totalmente sus preguntas, formuladas a manera de ejercicio:

“Una delegación literaria de otro país se presenta en una biblioteca pública de Colombia para dar a conocer su lengua y su literatura. Al ver que los diez autores invitados son hombres, ¿usted qué piensa? ¿Que en ese país se publican pocos libros de mujeres? ¿Que a las mujeres no las dejaron ir, que se les presentó un problema, que no las invitaron? ¿Que las autoras de ese país no tienen el nivel de sus colegas masculinos? ¿Que, como ocurre en otros campos, en ese país hay brechas educativas y culturales relacionadas con el género?”

En efecto, si usted se atreve a responder a esas inquietudes estará en riesgo de concluir que ese país no pudo enviar mujeres dentro de esa delegación, porque no las encontró, porque no había, porque no se justificaba. (Lea también: Polémica por discriminación a Selección Femenina en presentación de camiseta de Colombia)

Ahí está el problema. En Colombia sí hay mujeres escritoras, grandes, universales, que merecen estar en una delegación de colombianos en cualquier lugar del mundo. No solo en París. Donde sea: en Bolivia, en Nueva Delhi, en Kenia. Son escritoras que merecen ser leídas por la universalidad de su creación y su aporte al conocimiento de nuestra cultura.

En el ambiente de estas polémicas queda el tufillo de que se trata de hacerles un favor a las escritoras de incluirlas en las listas de invitados. No es así. Es un asunto de justicia, incluso de ética y de estética. Es ético invitar a las mujeres destacadas por sus talentos a este tipo de eventos y es estético por cuanto el valor de su creación lo amerita.

Lo demás, lo de dejar pasar estas listas impunemente, es un síntoma de pereza y falta de gestión (o de machismo). Por encima de cualquier circunstancia, el responsable gubernamental de suscribir este tipo de actos públicos que conlleven la presencia de una “delegación” debe evitar que se caiga en tan injusto desequilibrio.

Ocultar la literatura femenina es tapar la otra mirada de la vida, del “mundo de la vida”, como diría Husserl, indispensable para comprender cómo es que estamos aún sobre esta tierra, incomprensible y extraña desde el comienzo de los tiempos.