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Colombiana es ejemplo por su labor humanitaria en zonas del conflicto del mundo

Calles de Sudán / Foto AFP





Ester Gutiérrez, es colombiana, con mayor precisión cartagenera, no supera los 30 años y dedica su tiempo a salvar vidas en situaciones de conflicto.

Su historia es muy interesante porque es una de las pocas colombianas que coordina un proyecto médico-humanitario en regiones apartadas.

"La última misión que realice en República Centroafricana de 9 meses pero antes había estado en Sudán del Sur 2 meses. Hago misiones luego vuelvo a Colombia", dijo Ester en una entrevista con RCN Radio.

Dedica su vida a ayudar a personas que no tiene facilidad para acceder a los servicios de salud y que además han sido víctimas de la violencia.

"Siempre he querido hacer algo con mi vida que permita impactar la vida de otros y es una elección en el sentido humanitario y el sentido de la compasión que te lleva a buscar opciones laborales que te terminan cumpliendo eso".

Pero cuál es la labor que hace esta colombiana: "Soy coordinador a de proyectos con el cual quiere decir que tengo a cargo un equipo internacional y local y nosotros llevamos un hospital y tres puestos de salud".

Ester nos cuenta que en ese hospital se ofrece la atención primaria y atención secundaria con maternidad pediatría y servicios externos.

Y ella es la responsable de coordinar que todas las actividades se puedan realizar y verificar que todos tengan unas condiciones que permitan realizar el trabajo desde el punto de vista de seguridad, logístico y de derechos humanos.

Cualquiera que no ha vivido una situación de conflicto, en países donde manda el temor y las armas diría que es un trabajo fácil, pero no lo es.

Por eso le preguntamos a esta colombiana qué es lo más difícil de esa labor y esta fue su respuesta.

"Lo más complicado de nuestro trabajo es saber que hay población que tiene una necesidad de asistencia y no poder llegar hasta donde están porque algunas de las condiciones no están dadas, y de allí mi rol es hacer todo lo posible para poder asistir a la población pero si luego de haber agotada todas las posibilidades no hay garantías al fin la tienes que tomar una decisión que es muy dura y es la decisión de no ir porque el riesgo al que se expone el equipo. Esto se me ha presentado en varias ocasiones".

Y si pensamos que una mujer que se enfrenta a este tipo de retos y situaciones adversas en tierras desconocidas tiene también sensibilidad emocional, y más en un trabajo en el que involucra gente vulnerable, afectada por conflictos en los que no son protagonistas pero son los más afectados.

"Me conmovió un niño que llegó a los servicios de pediatría porque era el último hijo de un líder de una comunidad nómada que le quedaba vivo porque todos los demás habían muerto y este líder intentó llevar al niño al hospital, intentó confiar en la medicina occidental sabiendo que ellos tienen sus propios médicos tradicionales y una vez lo llevaron al hospital le dio un plazo a la medicina occidental y dentro de ese tiempo el niño debía ser curado.

Yo hablé con el papá entendí su dolor y él me creyó y lo dejó más tiempo intentando nuestros métodos. El niño no se curaba. Se lo llevó el niño falleció en su casa.

Cuando el padre vuelve al hospital yo pensé que iba a reclamarme y en vez de hacerlo me dio las gracias por habernos preocupado tanto de su hijo y hacer todo lo que estaba en nuestras manos, eso a mí me llegó me tocó una fibra"
.

Y miedo, dónde queda una sensación tan normal en los seres humanos y que no es ajena a este tipo de actos humanitarios.

Ester Gutiérrez lo ha sentido. "Siento miedo de incertidumbre por qué no sabes cuándo pueden pasar cosas, puede ser un contexto estable pero cambiar de repente. Es una zozobra constante".