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El carisma y las bromas del Papa en Guayaquil

El papa visitó hoy el santuario de la Divina Misericordia en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil y, al dirigirse a cerca 2.000 fieles que le esperaban en su interior, bromeó: "Les doy la bendición. No, no les voy a cobrar nada, pero les pido, por favor, que recen por mí. ¿Me lo prometen?"

Francisco llegó sobre las 10.30 hora local al santuario que tanto había deseado visitar y permaneció cerca de quince minutos en los que saludó a los fieles y a los enfermos.

Después invitó a los presentes a rezar a la Virgen, les dijo que los "llevaba a todos en el corazón" y que pediría a Dios por todos los que estaban en este lugar para que les concediera "mucha misericordia".

Después les dijo que le iba a impartir la bendición y bromeó: "Pero no les voy a cobrar nada", lo que provocó las risas de los presentes.

Como es habitual, Francisco les pidió al despedirse que rezaran por él y les agradeció su "testimonio cristiano".

Francisco explicó que no podía detenerse mucho más tiempo porque debía acudir a oficiar la misa en el parque de los Sámanes, a unos 25 kilómetros de allí y donde le esperan entre un millón y un millón y medio de personas.

Miles de fieles se apostaron en las calles para recibir este lunes en Guayaquil, la ciudad más poblada del país, al papa Francisco, quien oficiará en esa ciudad la primera misa multitudinaria en Ecuador, adonde llegó el domingo en una visita que terminará el próximo miércoles.

El papa Francisco llegó hoy a la ciudad ecuatoriana de Guayaquil procedente de Quito y, tras bajar del avión y recibir los saludos de protocolo, posó en selfis con jóvenes que conformaban el camino de honor.

El avión que traslada al sumo pontífice aterrizó en Guayaquil, en el suroeste de Ecuador, en la zona costera, a las 09.41 hora local tras salir de Quito.

El vicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, recibió al sumo pontífice en el aeropuerto de Guayaquil, donde decenas de niños apostados a un costado del avión llevaban banderas en honor al visitante.

En el sitio, también el canciller Ricardo Patiño y el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, entre otros, saludaron al sumo pontífice que, al paso por la alfombra roja, posó en selfis y abrazó y bendijo a niños.

El papa abordó un modesto automóvil gris con la bandera de El Vaticano al salir del aeropuerto para iniciar sus actividades en Guayaquil, ciudad que abandonará esta misma tarde.

Miles de fieles se apostaron en las calles para recibir en Guayaquil, la ciudad más poblada del país, al papa Francisco, quien oficiará en esa ciudad la primera misa multitudinaria en Ecuador, adonde llegó el domingo en una visita que terminará el próximo miércoles.

En Guayaquil, el papa visitará también el santuario de la Divina Misericordia y, tras la misa, almorzará en el Colegio Javier con la comunidad de los jesuitas.

Luego de ese encuentro, el papa retornará a Quito, donde ofrecerá una visita de cortesía al jefe de Estado, Rafael Correa, en el palacio de Carondelet, sede del Ejecutivo, situado en el centro histórico, catalogado en 1978 como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.

A la salida de Carondelet, el sumo pontífice visitará la Catedral metropolitana, situada a un costado de la casa de Gobierno, con lo que terminará la jornada de hoy, en su segundo día de visita al país andino.

El pontífice argentino de 78 años llegó el domingo a Quito y en su mensaje le recordó a su "querida" Sudamérica, a la que regresó después de dos años, la deuda pendiente con los más frágiles y vulnerables.

Francisco abogó por un "diálogo y participación sin exclusiones" que permita que "los logros en progreso y desarrollo que se están consiguiendo garanticen un futuro mejor para todos, poniendo una especial atención en nuestros hermanos más frágiles y en las minorías más vulnerables, que son la deuda que todavía toda América Latina tiene".

Un millón y medio de fieles, entre ecuatorianos de todas partes, y peruanos y colombianos que cruzaron las fronteras, son esperados en la liturgia que oficiará el pontífice en Los Samanes a partir de las 10:45 locales.

En el parque Bicentenario de Quito, Francisco celebrará otra misa campal el martes a la que se prevé asista un número similar de creyentes.

Rosa Elena Lata, una anciana de 82 años, viajó por tierra 16 horas desde el sur de Ecuador para intentar "el milagro celestial" de ver al papa entre la multitud en Guayaquil.

"Realmente parece Jesús. Yo le quiero ver porque viéndolo voy a ver a Jesús", dijo esta mujer mientras se alistaba para pasar la noche del domingo bajo el calor y la humedad de Guayaquil, el principal puerto de Ecuador.

Ya con la piel enrojecida y sofocados, decenas miles de personas guardaron vigilia en carpas y bolsas de dormir o incluso sobre cartones.

El nonagenario jesuita que aguarda a Francisco

Francisco, que visitó Guayaquil a inicios de los ochenta cuando era rector del colegio argentino San José, visitará brevemente el santuario del señor de la Divina Misericordia, en las afueras, y después llegará a Los Samanes en papamóvil.

Concluido el acto litúrgico, se dirigirá al colegio Javier de los jesuitas donde almorzará con otros religiosos y descansará un poco antes de regresar a Quito para una reunión con el presidente Rafael Correa y una visita a la catedral metropolitana, en el corazón histórico de la capital.

En ese centro educativo lo espera el nonagenario sacerdote Francisco Cortés, conocido como padre Paquito, a quien el papa le hizo saber, por terceros, que quería verlo después de su último encuentro hace 30 años en Buenos Aires.

"Para mí es un acto de humildad de ese hombre, acordarse de una persona (...) sin ningún mérito y nada especial. Ha insistido en que quiere verme", dijo Cortés en una reciente entrevista a la AFP.

"Estoy a lo que venga, si quiere una conversación larga, (será) larga, o corta, corta", afirmó entonces.

Según Cortés, el sumo pontífice le guarda agradecimiento por el trato que recibieron los alumnos que ayudó a formar hace décadas.

En sus primeras horas en Ecuador, Francisco ya dio muestras de la sencillez y calidez que lo han hecho famoso en el mundo: dejó que le tomarán 'selfies' en el aeropuerto, permitió que un periodista le besará la mano y salió sorpresivamente a bendecir a los fieles que lo aclamaban de noche en las afueras de la Nunciatura Apostólica, donde se aloja, no sin antes pedirles que dejaran dormir a los vecinos.

En el parque Los Samanes la popularidad del papa también es aprovechada por los comerciantes que, al igual que los fieles, debieron hacer largas vigilias.

Wilington Hincapié, un colombiano de 35 años, viajó 40 horas por carretera hasta Guayaquil para vender rosarios y medallas con la imagen de Francisco. "Me gustaría hacer unas buenas ventas para ir también al parque Bicentenario" en Quito, afirmó.