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Una mirada descuidada al Berlín que hoy se viste de fútbol

Berlín parece una ciudad en construcción, si se tiene en cuenta la presencia casi obsesiva de centenares de grúas que trabajan frenéticamente todos los días, en el afán de recuperar los viejos edificios y las construcciones más emblemáticas.

Una ciudad de casi 800 años de historia, puede decirse que todavía se está construyendo y puede venderse curiosamente como una ciudad joven y cambiante.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Berlín ha reconstruido su carácter, su orgullo, sus edificaciones, sus museos, su estadio.

La capital alemana, en la que hoy se disputa la Champions League, es una ciudad singular en la que la historia no solamente está en los museos, sino que es posible hallarla de manera vigorosa en las calles, en las que se descubren imágenes dramáticas de un pasado reciente.

Los horrores de la guerra es posible verlos en los impactos de las balas y las bombas en los capiteles y las figuras macizas de las columnas de piedra, que está a la entrada del Nuevo Museo de Berlín.

El domo de la catedral está renegrido por los rastros de la pólvora de las bombas que explotaron incesantes durante la guerra.

Todo esto es posible observarlo desde la cúpula del Reichstag, sede del parlamento alemán, que fue construido en cristal para tener una visión de 360 grados de la capital y como símbolo de la transparencia de la política.

En este, que fue uno de los sitios más bombardeados al final de la guerra con la intención de acabar con Adolfo Hitler, es posible reparar en las cicatrices de las paredes resanadas y agujereadas que quedan como testimonio del asedio incesante de las tropas Aliadas.

Las gruas están sobre la estatua de Federico El Grande de Prusia ubicada en la Plaza Bebel, en la que los nazis quemaron una buena parte de los libros de la universidad en 1933.

Esos artefactos altos y pesados, parecen una maldición sobre el monumento en memoria de los Judíos asesinados en Europa, que es como un laberinto instalado en pleno corazón de la capital.

Casi todo fue destruido en esta ciudad y una muestra de ello es la puerta de Brandenburgo.

Arrasaron con ella varias veces, incluidas las embestidas en la Primera y la Segunda Guerra Mundial y ahora sigue de pie como el más importante símbolo de lo alemán.

La puerta es oficialmente el orgullo de lo auténticamente berlinés, porque nadie ha sido capaz de levantarle un monumento a las gruas que siguen haciendo su tarea.

Y hablando de fútbol en Berlín

Podríamos decir que también de manera permanente ha estado una grua sobre ese símbolo de la capital alemana, que es el Estadio Olímpico, que fue construido por Adolfo Hitler en 1934, como un escenario en el que quería hacer evidente a través del deporte, la pretendida superioridad de la raza aria.

Muchas veces tuvo que ser reconstruido este emblemático estadio que aguantó todos los bombardeos y en los que únicamente sucumbió la torre principal, de la que tuvo que hacerse una reproducción levanta allí en el año de 1962.

En esta cancha en la que hoy los 'bombardeos' estarán por cuenta de Leonel Messi, Luis Suárez, Neymar y Carlos Tévez, Hitler sufrió una de sus más humillantes derrotas, cuando el atleta negro, Jesse Owens ganó para Estados Unidos cuatro medallas de oro en los Olímpicos de 1936.

Y el recuerdo de la guerra atraviesa dolorosamente este estadio ubicado en un bosque cercano a la capital berlinesa, en dónde los jugadores del Rapid de Viena llegaron a la final de la liga alemana y luego murieron en el frente de batalla en los feroces combates contra los soviéticos.

Por fortuna ahora la confrontación es deportiva, la trinchera es el campo de fútbol y los soldados visten de corto defendiendo las camisetas del Barcelona y el Juventus.

El muro en el fútbol

25 años después de la caída del Muro, hay quienes aseguran que esta infamia de la historia moderna sigue separando de manera inconsciente a los berlineses del oeste y del este.

El 9 de noviembre de 1989 la radio y la televisión anunciaron "el muro está abierto", pero para muchos psicológicamente sigue de pie y lo que es peor, mantiene viva a dos 'berlines'.

Los orientales siguen siendo parcos, tal vez evidenciando la larga presencia de los rusos, mientras que los occidentales parecen ser un poco más abiertos.

Metiéndole sociología al asunto, hay quienes apelan al fútbol para hablar del carácter de los ciudadanos de la República Federal Alemana y la República Democrática que ya no existen, pero que parecen sobrevivir en el imaginario de muchos.

La diferencia entre los dos, es la misma que hay entre el Herta de Berlín y el Dínamo de Berlín, el primero en la Bundesliga y el segundo en la quinta división. Así es la cosa.

El Herta, al que perteneció el colombiano Adrián Ramos hasta el año pasado, fue fundado por obreros y juega en un estadio para 75 mil aficionados.

El Dínamo, recuerda al más importante equipo ruso, fue fundado por policías y juega en una pequeña cancha a la que no le caben más de 10 mil personas.

Y no es por marcar diferencias que ya se zanjaron cuando se cayó el Muro de Berlín, pero en la cancha del equipo del oeste hoy se juega la final de la Champions League y es posible que en la cancha del equipo del este, hoy se dispute la final de un campeonato interbarrios.

La fiesta

Hoy Berlín vivirá de fútbol y seguramente no habrá espacio para recordar la muerte de 11 millones de personas en la segunda Guerra Mundial, ni la persecusión del Partido Nacional Socialista, ni el genocidio judío.

Hoy seguramente los únicos que 'morirán' son los jugadores del Barcelona y el Juventus que saltarán a la cancha y las únicas persecusiones serán las de Chielline a Suárez y las de toda la defensa del equipo italiano contra Messi.

Hoy seguramente los hinchas del equipo ganador caminarán hasta la estatua del Angel de la Victoria, sin sentir que han escapado de algo o tomarán cerveza del lado este o al oeste de la ciudad, sin permisos especiales y sin el miedo de que un soldado les dispare.

Otros irán al Macdonalds que está al frente de la Puerta de Brandenburgo y a media cuadra de la embajada de los Estados Unidos, en dónde está esculpida la frase pronunciada el 26 de junio de 1963 por el entonces presidente estadounidense, Jhon F Kennedy que dijo después del bloqueo de la Unión Soviética: "Soy berlinés".

Cánticos en Berlín

Es posible que los hinchas del Barcelona pasen por los bajos de la Torre de la Televisión buscando un sitio para comprar una cerveza Berliner Kind mientras cantan:

"Todo el campo, es un clamor.

¡Somos la gente azulgrana!

No importa de dónde vengamos

si del Sur o del Norte.

Ahora estamos de acuerdo, estamos de acuerdo:

¡una bandera nos hermana!
"
.

Es posible que los de la Juventus se sienten en un bar al lado del río Esprea a cantar su himno que se llama Historia de un Gran Amor:

Al igual que los héroes, tenemos el corazón rayado

Llévanos donde quieras, llevamos tus logros

Donde llegues, serás historia de todos nosotros

Sólo quien corre puede hacer el equipo.


Lo que es improbable es que en medio de la euforia del fútbol, alguien pueda cantar las letras de las canciones compuestas para recordar lo que significó el Muro de Berlín.

Hoy seguramente no existirá la banda Scorpions y su canción Vientos de Cambio, ni habrá un guía que cuente la historia de dos amantes berlineses que se encontraban a escondidas junto al muro, que se 0hizo inmortal por cuenta de David Bowie.

En medio de la euforia, los unos cantarán "azulgrana al viento" y los otros la historia del "blanco y el negro abrazados".

Seguramente nadie recordará que Nino Bravo compuso la canción Libre, para rendir un homenaje al joven de 18 años Peter Fechter, quien fue la primera víctima intentando cruzar el muro de Berlín desde la llamada República Democrática.

Hoy todo es fútbol en la capital alemana.