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Colombianos deportados desde Venezuela padecen en La Guajira

Con demoras en el ingreso y salida, permanece la frontera guajira entre Colombia y Venezuela

Deportados que llegan desde Venezuela por la frontera de La Guajira, aseguran que fueron tratados como delincuentes y encerrados por más de 24 horas sin agua ni comida. Pese a eso, la mayoría quiere regresar a Venezuela.




Por lo menos 120 colombianos deportados desde Venezuela, fueron dejados en la frontera ubicada en el corregimiento de Paraguachón, municipio de Maicao en La Guajira. Una jornada difícil en la que el sueño de varios compatriotas terminó entre los camiones de la guardia venezolana y la ilusión de volver a ese lugar donde quedaron sus familias, sus sueños y en algunos casos más de 20 años de historia.

“Yo iba en un bus para el trabajo cuando lo pararon las autoridades venezolanas y nos pidieron papeles. Les mostré el pasaporte pero me dijeron que eso no servía; me lo quitaron y como si fuera un delincuente me llevaron a un camión donde ya tenían a otros colombianos”. Así describió Rubén Manrique el inicio de su deportación. Sus 15 años de vivir en Venezuela, no evitaron que los guardias lo llevaran hasta un calabozo, para después regresarlo a Colombia.


En el rostro de los que llegaban a territorio colombiano traídos por los guardias, se notaban gestos de angustia por todo lo que dejaron atrás. “Allá quedó mi señora y mis dos hijas, una de ellas solo tienen nueve meses de nacida y yo soy el único sustento que tienen” señaló.


Es que atrás no solo dejaron su vivienda, sus ahorros y el resto de sus bienes materiales, en Venezuela, dejaron sus familias, sus amigos y en muchos casos, más de 20 años de historia.


Algunos parecían temerosos a una represaría y preferían no hablar con los medios de comunicación. Otros se atrevieron a contar lo que es ser colombiano y vivir en Venezuela.


“La forma en la que nos tratan es humillante; nos persiguen, nos acusan de paramilitares y contrabandistas solo por el pasaporte” dijo Juan, quien por ese temor que parecía no tener explicación, se negó a dar su apellido.


Pero lo que ellos definen como humillante no termina ahí. La persecución que describen llegaría a tal extremo que para poder comprar sus víveres tienen que hacerlo en lugares específicos que estén abiertos a las dos de la madrugada.


“Nos sentimos como ratas; nos tratan como criminales sin delito y ahora no podemos ver a nuestras familias” Señaló.


Con acento venezolano producto de 20 años de vida en la República Bolivariana de Venezuela y la voz quebrada por la nostalgia y el coraje del difícil episodio, Miguel Antonio Peralta otro deportado, aseguró para RCN La Radio, que se sea como sea, se regresaría a Venezuela: “Hoy mismo me regreso para el otro lado, sea por trocha, sea por donde sea… allá están mi mujer y mis hijos; ellos dependen de mi” indicó.


Por la crisis diplomática entre Colombia y Venezuela no solo sufren los deportados, también lo hacen los comerciantes que observan con preocupación cómo día a día, la situación parece empeorar.


“Estamos muy mal; en ninguno de los dos lados hay plata; ya ni mototaxis quieren utilizar, y eso que es la forma más barata de cruzar la frontera” dijo Olga López, propietaria de un restaurante en el corregimiento fronterizo.


Pero la crisis es tal en ambos lados de la frontera que aunque muchos colombianos han sido deportados, lo cierto es que otros tantos se regresaron a este territorio empujados por el hambre que padecen en Venezuela.


“Allá está todo muy difícil, no hay trabajo y la plata no vale nada. Yo me gano mil Bolívares diarios y eso no me alcanza para nada. Por eso me vine a Colombia; acá puedo encontrar algo mejor y mandarle a mi mujer” contó un colombiano que por su propia voluntad, regresó a su país, después de pasar más de seis años en Venezuela.


Los comerciantes del lugar hablan de por lo menos 20 mudanzas diarias que ingresan a territorio colombiano, procedentes de la vecina república. Eso, sumado a la preocupación de las autoridades del departamento de La Guajira, quienes hablan de un aumento de más del 40 por ciento de venezolanos indocumentados, que realizan trabajos informales en este territorio; además de un incremento del 60 por ciento de mujeres que vienen del vecino país a trabajar como prostitutas en ciudades como Riohacha, Santa Marta, Valledupar y Barranquilla.


En la frontera guajira de estas dos naciones, el comentario parece ser uno solo “Algunos ven cómo la crisis les perjudica su bolsillo, otros simplemente miran cómo todos los días, decenas de venezolanos llegan a este país para cumplir el sueño colombiano”.