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Migrantes cubanos ruegan a la Virgen de la Caridad un milagro para llegar a EE.UU.

Cubanos le piden a la Virgen de la Caridad del Cobre y a San Lázaro el milagro de llegar a EE.UU. Foto: RCN Radio


La bodega de Turbo se ha vuelto famosa por los miles de inmigrantes cubanos que han pasado por allí en medio de la crisis humanitaria que hoy vive esta localidad del Urabá Antioqueño, pero es diferente relatar lo que pasa de su puerta hacia afuera, que lo que ocurre cuando uno entra en ella.


Esta bodega, que parece un coliseo cubierto, hoy alberga a cerca de 800 cubanos que tienen el mismo sueño, llegar a los Estados Unidos, sin importar su estrato social, sus estudios cursados o la travesía que han tenido que hacer para llegar a este lugar.


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En la bodega, que alcanza en el día los 35 grados centígrados de temperatura, se encuentra uno con camarotes improvisados con troncos de madera que se mueven con el mínimo suspiro que tenga quien duerme, cuerdas que atraviesan la bodega y que sirven como secaderos de toallas, ropa colorida y alguna que otra pertenencia que se cuida como el más grande tesoro.


Uno de los intelectuales cubanos que se encuentran allí y que prefiere reservar su nombre explica el agradecimiento que tienen con nuestro país: “Tenemos un techo donde refugiarnos gracias a la voluntad de los hermanos de Colombia, esto lo agradecemos, aquí tenemos un plato de comida y la solidaridad de un pueblo que está con nosotros.”


Están agradecidos con el país y están agradecidos con el pueblo colombiano, asegura que confía en el presidente Santos: “confío en esa estirpe del Presidente, él no es ningún improvisado para que esta solución sea la que quieren los cubanos, llegar a suelo de los Estados Unidos”.


En uno de los camarotes improvisados crearon un espacio para un altar a la virgen de la Caridad de Cobre, patrona de los cubanos, y San Lázaro, de quienes esperan el milagro de poder llegar pronto a suelo estadounidense para encontrarse con sus familiares.


En el segundo piso de ese camarote una mujer con la voz entrecortada explica que siguen con su positivismo porque según ella “algo bueno va a pasar y no nos van a deportar para Ecuador, Brasil o Venezuela, los lugares por donde hemos ingresado” y espera el reencuentro con su hijo a quien no ve hace 2 años y medio.


Dice la mujer cubana que no han hecho nada malo, sólo tienen un sueño, que es encontrarse con sus seres queridos, hermanos, hijos, parientes que hoy viven en los Estados Unidos. Y no lo quieren hacer por la selva, porque muchos no han regresado. Afirma que requieren un camino libre, un puente aéreo o marítimo, la apertura de fronteras que les permita llegar a Norte América.


Unos tres mil dólares le cuesta a cada uno de estos más de dos mil cuatrocientos cubanos llegar hasta Turbo desde diferentes lugares de origen, un riesgo que ellos mismo saben que corren con los coyotes, pero dan su lucha para salir de Cuba donde, según ellos, la dictadura no les ha permitido encontrar la felicidad que hoy buscan y ven cerca al tener el mar Caribe al lado de la bodega donde se encuentran refugiados en nuestro país.