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Empresario antioqueño convierte aceite de cocina en biocombustible

El antioqueño Felipe Tobón lidera un proyecto para convertir el aceite usado de restaurantes y casas en biocombustible. Al mes recolecta cerca de 50 toneladas.

Este empresario contó que la idea surgió por una solicitud de desinfección que le hizo un restaurante en Medellin. "Ellos querían certificar la disposición final del aceite. Eso me alentó a investigar sobre el proceso a nivel mundial".

Tobón investigó que en Estados Unidos y en Países Europeos reciclan el aceite de cocina y lo convierten en biocombustible, incluso lo exportan.

"En Colombia hay plantas de biocombustible que permiten trabajar el aceite de cocina usado. Esto nos beneficia a nosotros montando empresa, pero también el medio ambiente", afirmó.

Un litro puede contaminar hasta 1.000 litros de agua potable, afirmó. "Hay que tener en cuenta que menos del 1% del agua del planeta es potable, entonces cuando se bota un litro de aceite de cocina usado se va a contaminar hasta 1.000 litros de agua potable”.

Cómo funciona la recolección del aceite usado

Ecogras funciona en Medellín y su área metropolitana, llegando a 500 unidades residenciales (conjuntos cerrados) donde ubican canecas de 20 litros.

"A medida que se van llenando, haciendo antes un trabajo de concientización a la comunidad sobre la disposición final del aceite y la contaminación que causa en las fuentes hídricas, hacemos un pago kilo", señaló.

Explicó que se compran 20 litros en adelante,  500 pesos por kilo para vivienda y en restaurante cerca de 800 pesos.

En los restaurantes, se determinan fechas de recolección del aceite, según los días de cambio. Al mes se procesan entre 40 y 50 toneladas de las cuales 95% son de restaurantes y 5% de viviendas. La compañía tiene presencia en algunos sectores de Cali, Pasto, Chocó, Pereira y Manizales.

"Falta mucha educación de las personas para la disposición final del aceite. Vemos que el consumo de aceite es diferente según el nivel socioeconómico. En estrato seis se utiliza alrededor de 1.3 litros al mes, mientras que en un estrato dos pueden ser casi tres", dijo.

La diferencia, según Tobón, está en el mayor gasto de energía de las personas de los estratos más bajos, quienes trabajan, la mayoría en actividades que demandan más actividad física.

"Estas  labores tienen más gasto de energía calórica y deben suplirse con consumo vía dulce o grasa que es  lo más económico", sostuvo