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Primeras familias llegan al nuevo Gramalote tras 6 años de destierro

Las emociones son bastantes, muchas de ellas encontradas: la mayoría de las personas tiene incertidumbre, algunas con expectativas, otras más allá con malestar y con reclamos. Lo cierto es que desde el sábado parece llegar a su fin el éxodo que comenzaron hace más de seis años centenares de familias de Gramalote, en Norte de Santander, quienes vieron cómo su municipio -literalmente- se lo tragó la tierra.

Foto: RCN Radio



Por Olga Lucía Cotamo


Las emociones son bastantes, muchas de ellas encontradas: la mayoría de las personas tiene incertidumbre, algunas con expectativas, otras más allá con malestar y con reclamos. Lo cierto es que desde el sábado parece llegar a su fin el éxodo que comenzaron hace más de seis años centenares de familias de Gramalote, en Norte de Santander, quienes vieron cómo su municipio -literalmente- se lo tragó la tierra.


Y fue en la vereda de Miraflores donde nació el nuevo Gramalote. Hasta allí, a 10 minutos del antiguo municipio que fue destruido al derrumbarse el Cerro de la Cruz el 17 de diciembre del 2010, llegaron las primeras 54 familias que intentarán echar nuevamente raíces, las primeras de aquellas que tuvieron que desperdigarse por Cúcuta, Norte de Santander, y el resto del país porque no tenían un suelo firme para quedarse.


“Ahora sí me puedo morir tranquila, por fin de nuevo con mi propia casa”, dijo la señora Teresa Pérez, una mujer de 75 años de edad que recibió su vivienda el pasado jueves.


Pero muy cerca de ella se encontraba la señora Sandra Gutiérrez, con un revuelto de sentimientos en su pecho: ella estaba entre el grupo de familias que no fueron seleccionadas para la entrega de las 54 viviendas iniciales. Temen que el Fondo de Adaptación no cumpla con lo anunciado.


“Estamos escuchando al presidente (Juan Manuel) Santos desde hace 6 años que muy pronto nos entregará el nuevo municipio, pero aún no se ven los resultados. Son muy pocas las familias beneficiadas”, aseguró, con un dejo de desconsuelo.


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Estas 54 nuevas casas, que constituyen tan solo el 5% de la población gramalotera, cuentan con servicio de agua, alcantarillado y energía.


Son muy pocas las familias que llegaron. En total se derrumbaron más de 700 viviendas en el antiguo Gramalote, afectando a 3.500 personas que hace 6 años y 3 meses lo perdieron todo por una falla geológica.


Las nuevas casas constan de un lote de 150 metros cuadrados y una construcción de 70 metros cuadrados. Existen dos tipos de vivienda variando entre uno y dos niveles, siendo las de mayor espacio para quienes eran propietarios y las más pequeñas para quienes vivían como inquilinos.


“La meta del Fondo es la construcción de 1.008 viviendas, que posiblemente entre marzo y abril del 2018 se estén entregando, aunque antes de culminar el 2017 se aspira la entrega de otras 700 viviendas”, le dijo a RCN Radio Roberto Zapata, gerente del Fondo de Adaptación en Norte de Santander.


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Los reclamos, los que faltan, los que no se fueron


Fue entregado el edificio de la Alcaldía que cuenta con 3 pisos, en donde están las oficinas del despacho del alcalde, el Concejo y la Personería de Gramalote, frente al parque principal y la plaza de mercado, que aún está por culminar su construcción.


Pese a la entrega de 54 viviendas, el nuevo Gramalote aún no cuenta con alumbrado público, ni puesto de Policía. Igualmente hay dificultad para la construcción del hospital y el colegio.


Además, hay preocupación entre los demás pobladores que decidieron no trasladarse. Aseguran que no hay garantías para vivir en el nuevo Gramalote por todo lo que falta, el centro médico, colegios, fuentes de empleo e ingresos.


“Yo no sé qué van a hacer estas personas allá, muy bonito todo el sábado que entreguen las viviendas, pero ¿qué harán al otro día cuando se vaya el alcalde, las cámaras y la delegación del gobierno; de qué van a comer?”, cuestionó Carlos Mora, vocero de los pobladores de Gramalote que decidieron no trasladarse del antiguo municipio.


Ellos están todavía en el barrio La Lomita, que sobrevivió a la destrucción de Gramalote. En este lugar viven unas 30 familias que han precisado que no van a abandonar la población ya que en el nuevo pueblo no hay condiciones laborales para subsistir.


“Nosotros queremos llegar a nuestras casas. Estamos pasando por muchas necesidades, pero no podemos arriesgarnos a que nos vayamos y el gobierno al vernos allá deje las obras y ahí si nos quedamos sin nada”, insistió el señor Mora.


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Tarcisio Celis, alcalde de Gramalote, manifestó que ante los constantes interrogantes que tiene gran parte de la población, sobre las fuentes de ingreso que tendrán las primeras 54 familias que llegaron al nuevo casco urbano, ya se tiene programado con estas familias adelantar una serie de procesos.


“Se definió junto al Fondo de Adaptación que parte de estas personas trabajarán en las obras de construcción. Otros venderán alimentos a los trabajadores, mientras se adelantan proyectos agrícolas para soportar la economía de la región”, expresó el alcalde.


Celis añadió que “lo importante de todo es que las familias ya tendrán sus viviendas, que llegarán a un nuevo municipio, algo que era imposible creer hace unos años”.


Pero el mandatario local también se declaró preocupado porque solo un cinco por ciento de la población total realizó el traslado al nuevo caso urbano, pues se esperaba que las cerca de 1.200 familias que perdieron sus hogares el pasado 17 de diciembre del año 2010 llegaran juntas al lugar.


Después de los actos protocolarios, después de que se fueran los micrófonos y las cámaras de los medios de comunicación, después de que llegaran los primeros trasteos de las familias que se quedarán, con la llegada de la noche el silencio retornaba a esta planicie de la vereda Miraflores donde se asienta el nuevo Gramalote. La tierra prometida desde hace más de seis años, donde no brota leche y miel -como reseña el pasaje bíblico- y donde todavía hay mucho por hacer.