Entre la esperanza y la incertidumbre, excombatientes de las Farc siembran ilusiones en el Caquetá

El Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación, Héctor Ramírez, en la antigua zona veredal de Agua Bonita, en La Montañita, Caquetá, es uno de los más avanzados y donde ya arrancaron con éxito varios proyectos productivos.

En una explanada se pueden apreciar las 36 casas, los salones comunitarios, un puesto de salud, la biblioteca, una panadería, una miscelánea, zapatería, ebanistería, cultivos y hasta un pequeña gallera.

Aunque algunos excombatientes han abandonado el lugar, de los 327 que llegaron el pasado 19 de febrero, la mayoría permanece allí, pese al inconformismo por la lentitud en el cumplimiento de los acuerdos de paz.



Federico Montes, jefe político de las FARC en el Caquetá, cuenta que en el lugar ya se está sembrando plátano, yuca, maíz, caña, frijol, cebolla, repollo, cilantro y piña que es el mayor proyecto productivo.

“El de piña es el proyecto más ambicioso que tenemos para generar rentabilidad, hemos sembrado colinos 170 mil colinos de piña, pero también 10 mil matas de plátanos y otras de yuca”.

Vladimir Muñoz, tiene 32 años, ingresó a las Farc cuando tenía 13 años, ahora en su nueva vida de excombatiente tiene a su cargo el taller de carpintería. “Vamos a comenzar a elaborar un proyecto para suplir las necesidades de unas camas, porque las que nos dio no fueron de un material bueno. La idea es aprender y hacer camas para vender, en el proyecto estamos trabajando 8 personas pero esperamos que sean 25 o 30”.

Para el fariano, la experiencia en el espacio territorial ha sido dura porque estaban acostumbrados a la vida guerrillera, y “más que todo por el incumplimiento de los acuerdos que va lento, cuando uno mira que están asesinado líderes sociales, que están ex guerrilleros que han ido a visitar a sus familias por fuera”, acota Vladimir.

Unos metros más allá, en un pequeño taller de zapatería trabajan varias personas una de ellas es René Valencia, quien nos saluda mientras martilla un cuero al que abre huecos. Dice que el calzado es para la venta y los camaradas que están en Agua Bonita, fabrican unos 7 pares al día, dice. Lo acompaña Sandra, una mujer menudita. “Sólo llevábamos dos meses aprendiendo, los camaradas me designaron este trabajo y me gusta, estoy contenta porque ya se acabó tanta guerra, esperamos que el gobierno cumpla lo acordado”, murmura.

Manuel Carvajal, es el coordinador del talle, tiene es sus manos unas botas, dicen que ya les han hecho “hartos pedidos, estamos contentos, es un medio para podemos sostener”, señala con una sonrisa.

Sin embargo, en Agua Bonita hay muchas preocupaciones, sobre todo porque las tierras son alquiladas y la idea de sus habitantes es que este caserío sea un pueblo donde puedan vivir y tener un futuro, como lo señala Ximena Narváez, coordinadora de los espacios territoriales en el Caquetá.

“Como dice la canción, estamos construyendo casas en el aire porque estamos trabajando en tierra de campesinos que nos las prestan y eso nos tiene en la incertidumbre porque la idea es quedarnos aquí porque no tenemos para donde ir, ya que muchos llevamos 10, 15, 20 años en la lucha guerrillera y no tenemos a donde”.

Para Federico Montes, jefe político de las FARC en el Caquetá, es urgente que el Gobierno cumpla con lo que falta en la zona para evitar que la gente se vaya, “todavía nos falta la identificación y cedulación de muchos, la bancarización, salud y los recursos para garantizar la reincorporación económica a través de proyectos productivos que aún no han llegado por parte del gobierno nacional”.

Los excombatientes de las FARC en este Espacio Territorial de la Montañita, esperan que cuando todos sus proyectos productivos den frutos tengan canales de comercialización para subsistir legalmente y reintegrarse a la vida civil sirviendo a la sociedad.

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