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Niños del basurero, el reflejo de la crisis que golpea a La Guajira

Decenas de niños, mujeres embarazadas y personas de la tercera edad pertenecientes a la etnia Wayúu, que habitan en Riohacha, La Guajira, viven de la basura. La difícil situación por la que atraviesa la región hace que los desperdicios sean su única fuente de alimentos y sustento.

 

Es medio día y el ardiente sol de Riohacha acompaña los 35° de temperatura que se perciben en el ambiente. A esa hora llega uno de los tantos camiones recolectores de basura para hacer su descargo en la celda de desechos transitoria de la capital guajira.

 

El olor es difícil de soportar. El cielo despejado es decorado por centenares de goleros o gallinazos, que de vez en cuando bajan a comer de las toneladas de basura que diariamente llegan procedentes de Riohacha.

 

Cuando la maquinaria de descarga de desecho se activa salen de la nada por lo menos 20 niños y niñas, entre 8 y 14 años de edad, que rápidamente se amontonan en el lugar donde caerá la basura; imitados por algunas ratas que acostumbradas a la situación, perdieron el temor de pelearse con los pequeños, algún pedazo de pan u otro alimento que llegue en la carga.

 

Así, inicia una escena que parece extraída de una película fatalista, de esas en las que tras alguna catástrofe inesperada, los seres humanos terminan por vivir entre de la basura.

 

En medio de la algarabía de los jovencitos, que parecían disputarse los juguetes que caen de una piñata, llegaron hasta el lugar algunas mujeres en visible estado de embarazo  y otras que en su regazo cargaban niños de tan solo algunos meses de nacidos.

 

Pero ellas no buscaban comida, su atención estaba puesta en aquellos productos que pudieran reciclarse.

 

Para cubrirse del fuerte sol no usan bloqueador o crema protectora alguna; en cambio, se resguardan la cabeza con trapos, pasamontañas o pañuelos, pero eso solo los protege de los rayos solares; los otros tantos riesgos que enfrentan como una aguja infectada o el contacto directo con animales en avanzado estado de descomposición acompañan a la existente posibilidad de ser mordidos por alguna rata u otro animal.

 

La temperatura aumentaba con el paso de los minutos. Tras los trapos, pasamontañas y pañuelos que usan en su rostro, era posible notar que además de mujeres embarazadas y niños, en el grupo también hay personas de la tercera edad. A estas alturas del desafortunado espectáculo era imposible pedirle al subconsciente que ignorara la realidad: No se puede entender cómo un departamento que exportó más de 34 millones de toneladas de carbón durante el 2014 esté enfrentado a esta situación.

 

Fabio Otálora, gerente regional de Interaseo, encargados de operar la celda transitoria de basuras en Riohacha, fue el guía del inquietante recorrido y quien expresó la preocupación que tienen tanto la empresa como las autoridades locales, por esta situación.

 

Hemos tratado de impedirlo de muchas maneras, por medio del diálogo, con la ayuda de las autoridades, incluso con la instalación de un cercado para evitar su ingreso. Antes les dábamos un tiempo prudencial para que revisaran las bolsas y después ingresaba el buldócer encargado de acomodar los desechos, pero ya no lo respetan. Pasa más de media hora y no se quieren salir y muchas veces reaccionan de forma violenta”. Aseguró Otálora.

 

Entre otras cosas, el gerente precisó que esta situación es constante:  “Algunas veces más otras menos, pero todos los días llegan entre 20 y 40 niños, acompañados por mujeres embarazadas, incluso personas de avanzada edad, que se arriesgan no solo a sufrir un accidente con alguna de las maquinas, sino a lesionarse con alguna aguja infectada o contraer alguna enfermedad por el contacto directo con animales en avanzado estado de descomposición”, sostuvo.

 

Treinta minutos después de iniciado el desembarque de basura, aun se podían ver algunas mujeres y niños buscando entre los desechos. Otros ya habían salido a vender lo recolectado en las cercanías del lugar, en una de las trochas que va a Riohacha.

 

En ese momento habló para RCN La Radio el secretario de Obras del municipio de Riohacha, Julio Vega, quien aseguró que se espera que para finales de este año entre en funcionamiento el relleno sanitario de la capital guajira. Una medida con la que esperan se erradique esta situación.

 

Mientras tanto, los niños que comen de la basura continuarán trabajando como recicladores en vez de irse a estudiar.