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Instituto Humboldt identificó áreas que serán restauradas para evitar aumento en degradación del suelo

Según el más reciente informe divulgado por el Ideam, el 40% del país presenta algún grado de degradación de suelos por erosión, lo que equivale a 478 mil 753 kilómetros cuadrados, es decir, poco más de 47 mil hectáreas.

En Colombia, los departamentos más afectados por la severidad de la erosión son La Guajira, Magdalena, Cesar, Sucre, Tolima, Santander, Boyacá, Atlántico y Valle del Cauca, que se suman a una larga lista de regiones en el continente.

La degradación, que se asocia con pérdidas sustanciales de la capa superficial del suelo, del contenido de carbono y nutrientes, de la vegetación, de los recursos hídricos y de la biodiversidad y capacidad productiva de la tierra, llevó a los países del continente a plantear una estrategia que les permita restaurar el suelo para con ello frenar los efectos de, entre otros fenómenos, el cambio climático.

"No es solo un tema forestal, de bosques, es un tema que toca los páramos, los humedales, toca nuestros llanos, las sabanas tropicales, porque bajo el escenario de degradación de Colombia hay que empezar a tener alguna reacción, y dentro de las reacciones no solo está hacer áreas protegidas, sino recomponer o tratar de reparar lo que hemos ido perdiendo, y eso significa asociarnos entre muchas entidades y entre varios países porque es un reto de escala latinoamericana", explicó Wilson Ramírez, investigador titular del Instituto Humboldt.

Dentro de las acciones para frenar los altos niveles de degradación del suelo se encuentra la preservación de lo poco que queda en el territorio, la reparación para la que se fijarán áreas prioritarias y de las cuales el Instituto Humboldt desarrolló un mapa en zonas identificadas en el Caribe y los Valles interandinos,

Además el Humboldt propone visitas a campo para identificar con que comunidades existen mejores oportunidades para implementar estrategias y una labor técnica y científica de cómo reparar los ecosistemas, lo que puede ayudar a fortalecer la resiliencia de la tierra, a mantener el capital natural y aumentar los ingresos rurales.