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¿Se acabaron los magnicidios en Colombia?

Jorge Eliecer Gaitán asesinado el 9 de abril de 1948 // Foto: Archivo Colprensa



Por Juan Manuel Ruíz y Fernando Posada

Durante décadas, diferentes magnicidios han impactado a los colombianos, tratándose usualmente del asesinato selectivo de líderes de talla nacional, llevando a la conmoción de la población.

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, un magnicidio es la “muerte violenta dada a persona muy importante por su cargo o poder”, sin reservarlo exclusivamente al ejercicio de la política.

Las guerrillas, los grupos paramilitares y el narcotráfico están entre los autores de algunos de los magnicidios que con dolor recuerdan los colombianos.

La historia de los magnicidios en Colombia se remonta al siglo XIX, con el asesinato de José María Córdoba en 1829, luego de declararse un opositor del gobierno de Simón Bolívar.

“Luego del asesinato de Córdoba vinieron los de Sucre y Obando en el siglo XIX. Iniciando el siglo XX está el asesinato de Uribe Uribe en 1914 y en 1948 el de Jorge Eliécer Gaitán, que para muchos fue el más significativo por el impacto que trajo en todo el país”, asegura el profesor Julián Lázaro, doctor en historia de la Universidad Pablo de Olavide.

Lázaro añade que la sangrienta historia de magnicidios regresó en la década de los ochenta con los asesinatos de Rodrigo Lara, Luis Carlos Galán, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro. También tuvieron lugar los magnicidios de los periodistas Guillermo Cano y Jaime Garzón, así como el futbolista Andrés Escobar.

Según Lázaro, el último magnicidio ocurrido en Colombia fue la muerte del arzobispo de la Arquidiócesis de Cali, monseñor Isaías Duarte, a manos de la guerrilla de las Farc.

“En casos como el de Galán y el de Lara, sabemos que detrás estuvo el narcotráfico como principal actor, aunque no único. (...) Dos de los principales autores de magnicidios, que fueron el narcotráfico y el paramilitarismo, han desaparecido del mapa. Y nuevos actores como las ‘Bacrim’, aunque numerosos, están fragmentados y no están en la capacidad de declararle la guerra al Estado”, asegura Lázaro.