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Comunidad de Cogua se opone a Hogar de Paz en su territorio

Los habitantes de Cogua en Cundinamarca y el Alcalde del municipio, Néstor Guerrero, no aceptaron que un grupo de desmovilizados fueron instalados en un hotel cercano a la represa del Neusa, argumentando que su presencia alteraría la tranquilidad de la zona, dañaría el turismo y traería violencia, extorsión y otros delitos.

RCN La Radio habló con varios habitantes de esta población situada a 50 kilómetros al norte de Bogotá, quienes señalaron que aunque comprenden que estos reinsertados de grupos armados ilegales deben ser integrados a la vida civil y tener una oportunidad, no aceptan su presencia en la región por ser una zona turística y de completa paz.

Nelson Castillo, uno de los ciudadanos de Cogua ,dijo que aunque “todo el mundo tiene la oportunidad de recuperarse y reincorporarse a la sociedad, pero sí este es un remanso de paz no deberían hacerlo aquí, sino en las zonas donde ellos hicieron sus cosas; hay zonas especiales para eso”.

Por su parte Leonidas Chávez, dijo que tampoco estaba de acuerdo con la presencia de los desmovilizados, “no podemos permitir eso, es imposible traería más inseguridad y se incrementaría el vicio y este es un remanso de paz que hay que mantenerlo al máximo

Una de las habitantes manifestó que Cogua “es un pueblo muy sano, donde hay mucha seguridad, ellos son seres humanos, pero uno no sabe que vengan a hacer y aquí no hay trabajo” Otra señora que vende jugos en la plaza principal acotó que un hogar de paz dañaría el turismo del municipio. “Yo no estoy de acuerdo con que nos traigan gente que uno no sabe cuál es su comportamiento, pero gracias a Dios contamos con el apoyo del alcalde y de las autoridades que no aceptaron eso”.



El Personero de Cogua, Camilo Rodriguez, dijo que algunas personas amenazaron con vías de hecho, incluso con quemar el hotel donde se alojaría a los desmovilizados, el cual está situado en la vereda Cardonal en el corredor turístico de la represa del Neusa. “Alegaban que había problemas de seguridad, que se iba a incrementar el abigeato, la extorsión, los homicidios, las lesiones personales, tenían mucho miedo que entrara en funcionamiento este hogar de paz en Cogua”.

Subrayó que en una reunión el pasado lunes con representantes del ministerio de defensa, el consorcio, el hotel y las autoridades municipales “la comunidad manifestó que no querían el funcionamiento de ese centro acá, incluso amenazaron que si tenían que llegar a vías de hecho lo iban a hacer;que si era necesario quemar el hotel lo iban a incinerar”.

Por su parte Natalia Pérez, representante legal del Hotel Evergreen indicó que fue una propuesta que recibieron del consorcio Hogares de paz La Maloka que ganaron una licitación del Ministerio de Defensa.

Ellos hablaron con nosotros para proponernos arrendar el hotel para desmovilizados, pero en una reunión el pasado lunes la comunidad se opuso rotundamente, muchos estaban asustados, exaltados, diciendo que en caso de firmarse un contrato quemaban el hotel, rompían los vidrios y al final quedó en claro que no se firmaba nada” puntualizó la señora Pérez.

El municipio de Cogua, está situado a 50 kilómetros, al norte de Bogotá, cerca a Zipaquirá, tiene, 21 mil habitantes que viven de la ganadería, la agricultura y el turismo.

En Colombia hay varios hogares de paz ubicados estratégicamente de acuerdo a la desmovilización y ubicación geográfica, donde son concentrados temporalmente desmovilizados solteros y desmovilizados con su grupo familiar.

Según el Ministerio de Defensa que tiene una dependencia para la desmovilización y la reinserción, una vez un guerrillero deja las armas el Gobierno le brinda seguridad, alojamiento, alimentación, vestuario, kit de aseo, traslado a los hogares de paz donde reciben atención psicosocial, capacitación, identificación, asesoría jurídica, valoración en salud, recreación y deporte.

El objetivo es que el reinsertado construya un proyecto de vida en Ia legalidad para disfrutar en libertad los beneficios y posibilidades que le otorga Ia sociedad colombiana, lo que puede demorar entre dos y siete años.