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¡Cuando una mujer dice no, es no!

Las declaraciones machistas y salidas de tono del señor Andrés Jaramillo, al responder sobre el caso de una mujer que denunció haber sido víctima de abuso sexual en su establecimiento, desataron un polémica más que justificada. Pero más allá de este caso puntual, quisiera sumarme a quienes proponen que miremos lo que este caso representa.

Esas palabras de Jaramillo son una muestra de una cultura que nos ha enseñado a ver de manera muy distinta la sexualidad de hombres y mujeres. Ellos con todos los derechos, con unos supuestos deseos irrefrenables "porque son hombres" y nosotras con todos los deberes y las obligaciones, sobretodo la de ser recatadas y responsables para que ellos no se "sobrepasen".

El debate, a mi juicio, tiene que trascender el episodio y llevarnos a mirar de fondo esa relación histórica de sometimiento que nos muestra hoy unos índices vergonzosos de violencia sexual y de todo tipo contra las mujeres.

Debemos repetir una vez más que no hay justificación para una agresión sexual. Ni una minifalda, ni un escote, ni que la mujer se tome unos tragos o que esté borracha. Tampoco es permiso para una violación que ella esté sola, que sea coqueta, que se insinúe a un hombre, que haya aceptado algún acercamiento, que lo conozca, que sea su novio, un amigo o el marido o que sea una prostituta. Nada puede justificar un abuso sexual: ¡Cuando una mujer dice no es no! Y si el hombre no se detiene cuando le dicen no eso es abuso y es delito.

Es hora también de que muchas mujeres agredidas que han callado porque se sienten culpables empiecen a hablar de esto en voz alta. El silencio ayuda a la impunidad y a seguir perpetuando esa cultura que ha dado a muchos hombres justificación para abusar.

Por eso les sugiero de manera especial leer este aporte que hacen hoy desde las páginas de El Espectador a este debate.