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El matrimonio igualitario y la democracia en el mundo

¿Por qué en algunos países como Colombia y Francia hubo respuestas agresivas de sectores de las élites políticas y grupos particulares de ciudadanos hacia la aprobación del matrimonio entre homosexuales, y por qué en otros países como Inglaterra no hubo tal reacción?

La legalización del matrimonio entre parejas del mismo sexo es uno de los temas que actualmente ha concentrado las energías de varias democracias del mundo. Ya 14 países lo han aprobado (Holanda, Bélgica, España, Canadá, Sudáfrica, Noruega, Suecia, Portugal, Islandia, Argentina, Dinamarca, Uruguay, Nueva Zelanda y Francia), y otros países como Brasil, Inglaterra y Colombia (hasta hace poco) están discutiendo en el Parlamento o Congreso esta iniciativa.

Las declaraciones del senador más viejo de Colombia (entendiendo viejo en las dos acepciones del término: por edad y por trayectoria en el Legislativo), Roberto Gerlein, calificando el sexo entre varones como “sucio, asqueroso y excremental”, es indicativo de la posición agresiva de ciertos sectores de las élites políticas para rechazar la adopción legal del matrimonio entre parejas del mismo sexo.

Pero el caso colombiano no es el único. En Francia (el pilar histórico de la democracia), el trámite legislativo del “Matrimonio para Todos” terminó en amenazas a los políticos que promovieron la propuesta, peleas a golpes en el Parlamento y riñas callejeras . Al igual que Gerlein, hubo varios parlamentarios y activistas con discursos abiertamente homófobos .

Pero no todos los políticos en las democracias que han discutido recientemente el tema, se han referido a los homosexuales en términos discriminatorios. En Inglaterra, por ejemplo, la bancada conservadora (los ‘Tory’) y el parlamentario más radical de todos, David Burrowes, han liderado una campaña de “NO al matrimonio homosexual”, sin apelar a discursos que aviven la homofobia.

En esa lógica, ¿por qué en algunos países hay respuestas agresivas por parte de las élites políticas y por qué en otros países no?

El nivel de ingresos podría ser una buena explicación: las sociedades ricas, según el académico norteamericano Ronald Inglehart, tienden a preocuparse más por valores post-materiales, como la preservación del medio ambiente y las ballenas, que por otros temas de índole moral.

No obstante, Francia es un país de renta alta y el desenlace final del proceso legislativo fue violento. En contraste, Uruguay es un país de renta media, y no hubo reacciones viscerales de por medio en la aprobación del matrimonio homosexual.

Otra posible causa sería el nivel de penetración de la Iglesia católica en la sociedad y la tensión que esto produce con cartas constitucionales que protegen la laicidad del Estado. Francia por ejemplo, es un país históricamente laico, donde la educación pública no depende de la catequesis católica, sin embargo, se calcula que dos terceras partes de la población profesan el catolicismo. Esta tensión entre constitucionalismo liberal y religión católica, podría ser una fuente explicativa.

Por otra parte, el sociólogo francés Par Eric Fassin y la filósofa estadounidense Martha Nussbaum, en reflexiones separadas, han sugerido hipótesis interesantes que podrían ser muy explicativas.

Fassin y Nussbaum argumentan que los grandes debates de la agenda nacional en las democracias donde los Partidos Políticos no se diferencian mucho en aspectos concretos de la política económica y social, tienden a desplazarse hacia la vida privada y los asuntos morales que puedan activar emociones de refuerzo moral como el repudio y el asco (por ejemplo, el repudio a los inmigrantes y los homosexuales) para mantener o construir mayorías electorales.

En Colombia, los Partidos que tienen probabilidades reales de acceder al poder nacional –la U, el Partido Liberal, Cambio Radical, el Partido Conservador- no tienen diferencias ideológicas palpables en temas como la extranjerización de la tierra, la minería o la legislación laboral. Esto hace que los asuntos morales se politicen y se conviertan en una aguja para movilizar la opinión pública.

Es por eso que sectores conservadores de las élites políticas colombianas, buscan movilizar a la gente a partir de “asuntos morales” que pueden activar emociones de repudio y asco hacia ciertos sectores poblacionales (de ahí que el discurso de Gerlein busque que el ciudadano se imagine como sería el sexo de los homosexuales).

Lo mismo ha ocurrido en Francia, donde las diferencias ideológicas entre los partidos de derecha, centro e izquierda no han sido significativas en cuanto al modelo de gobierno (el de Francia es un multipartidismo aglutinado en la centro-izquierda del espectro ideológico).

En contraste, en Inglaterra, la diferencia entre los laboristas, los liberales y los ‘Tory’ son ideológicamente palpables, lo que vuelve contraproducente exacerbar los odios hacia las preferencias sexuales de la gente, porque podría ser castigado por las instituciones políticas (aplicar ley anti-discriminación) o podría desmoronar coaliciones de gobierno como la que mantiene en el poder al primer ministro David Cameron.

En conclusión, tener Partidos Políticos fuertes con plataformas programáticas diferenciables, sería la fórmula para evitar que los intolerantes tengan éxito electoral o al menos, harían que sean sancionados política y disciplinariamente por pronunciar discursos discriminatorios en un Estado, que al menos constitucionalmente, es considerado como laico.