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El recuerdo de un secuestrado congelado en una foto

El 19 de enero de 2006 Juan Camilo Mora se despidió diciendo <i>“papi ya vengo, voy a entregar unos papeles”</i>, hoy, nueve años después su familia sigue esperando su regreso como si no hubiera pasado el tiempo y la tragedia de su secuestro no hubiera ocurrido nunca.

Para su padre Rafael, ese instante está congelado en el tiempo e incluso hoy podría decir que su familia sigue esperando que regrese al mediodía, como lo hacía siempre.

“Uno recuerda con especial intensidad esas palabras y lo que piensa es que todavía lo estamos esperando para almorzar”, asegura don Rafael.

Para esta familia hay tiempo para las actividades cotidianas, para las actividades públicas pidiendo su libertad y para seguir con las ocupaciones de todos los días.

Don Rafael asegura que “pareciera que el tiempo se detuvo” y que es tan dramática la situación que ahora no se piensa en la condición actual de la familia, sino en todos los instantes y todos los momentos que se han dejado de vivir al lado del secuestrado.

“Todo el tiempo pienso en los nueve años del secuestro de Juan Camilo, los 16 de Enrique Márquez, en los 7 años de un ingeniero secuestrado en Caquetá”, dice don Rafael, quien se ha convertido en el directivo de la ‘Fundación Los que Faltan’ para reclamar a las Farc que den noticias de más de 500 secuestrados y desaparecidos en Colombia.

A través de su organización insiste en que es necesario que la guerrilla aclare porqué en el primer trimestre del 2014 se registraron 73 secuestros en distintas regiones del país, mientras se realiza el proceso de paz en Colombia.

Las fotos

Hace nueve años que Juan Camilo no está y en todo ese proceso las fotografías ocupan un lugar importante, como uno de los pocos referentes de su condición.

Su papá insiste en que “el único recuerdo que todos tienen es el de esa foto que les permite imaginar cómo estará hoy, si habrá sufrido alguna enfermedad o inevitablemente se habrá envejecido”.

Habla con pausa, casi que dándole mentalmente cuerpo a la imagen que tiene de su hijo secuestrado y dibujando en su mente al Juan Camilo que no ha vuelto.

Podría ahora describir el más mínimo detalle de cómo estaba el día que se despidió por última vez antes de salir a cumplir una cita con alguien y de que su vehículo fuera hallado abandonado en la vía a Choachí.

“Es increíble que uno pueda guardar en la memoria esos recuerdos de cosas de la cotidianidad que no tendrían ninguna importancia, como la ropa que llevaba puesta. Recordar tan nítidamente que ese día Juan Camilo llevaba un buzo verde, un pantalón caqui y unos zapatos Timberland”.

Así salió esa mañana el administrador de empresas con especialización en finanzas internacionales, antes de ser secuestrado por la guerrilla de las Farc, sin que hasta el momento se hayan recibido pruebas de supervivencia, ni se sepa nada de su suerte y su paradero.

En estos nueve años sólo se recibieron dos llamadas de sus captores, la última en el año 2008.

Y en todo caso, a pesar de todo, la memoria sigue guardando los mejores momentos y las sonrisas congeladas para siempre en las fotos que hablan de los momentos más felices.

Las victorias de su equipo del alma

Don Rafael tiene claro que para enfrentar la espera eterna siempre hay que echar mano de los mejores recuerdos de su hijo y ahí ocupa un lugar muy importante el fútbol y su equipo del alma, el Independiente Santa Fe.

“Siempre está vivo el recuerdo de los momentos maravillosos que vivimos con Juan Camilo, las vivencias, las reuniones, lo chistoso, la agradable persona que es, pero por encima de todo, las idas al estadio a ver al Santa Fe”, dice don Rafael.

Aunque la familia tiene claro que las celebraciones de las recientes victorias del ‘santafecito’ no serán igual por su ausencia, siempre existe esa expectativa por imaginar cómo será vivir de nuevo esos momentos felices del fútbol en el Estadio Nemesio Camacho El Campín.

En diálogo con La Noche de La Libertad, don Rafael asegura que siempre se llena de nostalgia porque las celebraciones nunca serán iguales y aunque sigan disfrutando de los partidos, “en el corazón está esa arruguita por la persona que falta”.

Y dice en voz alta que mientras Independiente Santa Fe ganaba la Liga Postobón y la Recopa, era inevitable extrañar a Juan Camilo con nostalgia, “pero también la esperanza que esos momentos se vuelvan a repetir”.

Sueños como metas

Juan Camilo es casado y su hijita tenía cinco años cuando fue secuestrado, pese a los años ella sigue esperando su regreso para inventar otros juegos y disfrutar de su compañía.

Don Rafael sabe que una de las cosas que más extraña la familia son los paseos a elevar cometa con su hija y sus otros nietos y las fiestas de fin de año, en las que siempre “se fajaba una actividad distinta”.

Reitera que “lo que todos deseamos ahora es su compañía y volver a estar con el amigo, el confidente y hasta el consejero que extrañamos tanto”.

Pero más allá de los recuerdos, la familia sabe que también es necesario articular las acciones necesarias para llamar la atención de su caso, movilizar a otros familiares, pedir a la guerrilla de las Farc que diga la verdad sobre los secuestrados y al Gobierno que actúe con más vigor frente a los victimarios.

“Este año debemos seguir insistiendo en que la guerrilla nos diga qué pasó con nuestros familiares, porqué hasta el momento sólo tenemos versiones de terceras fuentes y las Farc en La Habana sólo nos dicen que no tienen una base de datos de los secuestrados”, insiste don Rafael.

Y como parta que no quede duda que el tiempo es distinto para los familiares de los secuestrados, don Rafael dice que ahora solo queda esperar a que se pueda concretar un proceso de paz con la guerrilla, para poder hablar con los guerrilleros rasos “para que digan qué saben de los suyos”.

“Cuando uno mira para atrás y se fija de la fecha en que nuestro familiar fue secuestrado o desaparecido, parece que fue ayer, y el recuerdo que uno tiene de la persona es la foto que le quedó”, dice don Rafael, quien insiste que en marzo se realizará una movilización nacional para llamar la atención sobre el tema.

Reitera en que parece que el tiempo se detuvo para los familiares de los secuestrados y que la esperanza siempre está en el reencuentro, no importa el tiempo que haya pasado.

Al final insiste en que “la sensación interior, lo que siente el corazón, es que cada día que pasa se está más cerca del encuentro con Juan Camilo y no más lejos”.