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Homenaje a Alberto Piedrahita Pacheco; 'Doña Ligia se lo llevó'

Alberto Piedrahita Pacheco se quería morir y lo dijo varias veces en voz alta para que todo el mundo lo supiera...

Desde que en agosto del año pasado murió la “señora Ligia”, el Padrino no pudo con la inmensa soledad y la tristeza, y desde entonces se le convirtió en una obsesión estar cerca de ella, seguir sus pasos por los insondables caminos de la muerte.

“Me va a matar la pena moral”, le decía insistentemente a sus amigos más cercanos y habló de su obsesión con la muerte el 18 de diciembre, el día que se velaba en una funeraria del norte de Bogotá al desaparecido Antonio José Caballero.

Quienes ese día escuchaban al mediodía el reporte del periodista Jairo Tarazona en RCN La Radio, se sorprendieron cuando Piedrahita pidió casi que clamorosamente: “Toño, tú que eres especialista en entrevistar personalidades, porque no te hablas con Papa Lindo, como le decía a Dios, y pídele que me lleve a tu lado”.

Y volvió a ocurrir durante una entrevista concedida a Julián Parra el 17 de febrero de este año, en la que saludó animadamente y empezó ‘mamando gallo’ con la calvicie del director de Nocturna RCN.

Después, al comentar sus bien vividos 83, Parra le dijo que se veía muy bien, animado, joven y vital, y el locutor se derrumbó por primera vez durante la entrevista.

Se le quebró la voz, casi hasta el llanto, para decir “que la procesión va por dentro” y luego prosiguió conmovido recordando la muerte hacia tres meses de su esposa Ligia, su compañera de toda la vida.

“La muerte de mi esposa me ha maltratado mucho, yo no me imagine que fuera tan duro...era una buena mujer, mis hijos...los adoraba tanto...estoy pagando las alegres y las tristes”, le dijo.

Pero tal vez el momento más conmovedor ocurrió al final de la entrevista, cuando después de haber contado su historia en la radio, sus anécdotas y recuerdos, le confesó a Julián que no le tenía miedo a la muerte y que deseaba morirse.

Las alegrías de un gocetas

Ese día Alberto Piedrahita Pacheco andaba de afán porque tenía compromisos para coordinar la transmisión en radio de las elecciones una semana después y sin embargo, había acordado recibir a Julián y al equipo de producción de Nocturna, para hacer una entrevista para el Taxiperiodista.

Impecable como siempre, empezó ‘mamando gallo’ con eso, al decir que el presidente de turno cuando terminaba su mandato, lo llamaba para “que se llevara los vestiditos”.

Y como si tratara de una obsesión con los números, habló de sus 83 años, de sus 18 años trabajando en RCN Radio, de sus 33 en Caracol y de los 40 pesos que se ganaba en su primer trabajo como cobrador en la Emisora Panamericana-Azul K, ubicada en la década de los 40 en los sótanos de la Avenida Jiménez, en el centro de Bogotá.

40 minutos de una declaración para recordar cuando comía panela con limón para educar la voz, cuando lo ponían a leer los periódicos con la boca cerrada para aprender la técnica para respirar y cuando trabajaba como locutor callejero para gritar a los cuatro vientos con su voz potente “baratísimo...baratísimo...juguetes bien baratos”.

Una entrevista alegre en la que Piedrahita jugó a ser el pasajero de un taxi imaginario conducido por Parra y le pidió que le subiera el vidrio, que lo llevara al centro, que tuviera cuidado en el semáforo, que le pusiera música de Diomedes Díaz y desde luego, que no le diera en la cabeza con la tarifa.

Y Julián picándole la lengua para insinuarle que era “durito para gastar” y él diciendo que “tampoco iba con boronas de pan en el bolsillo” y tratando de torearlo como buen narrador de toros que es, para preguntarle por las imitaciones de Guillermo Díaz Salamanca en el Tren de la Tarde.

Confesó que escuchaba a Guillermo con su “hola mi negro” y luego como para salirle al paso a las declaraciones de quienes aseguraban que esas imitaciones le molestaron en algún momento, se apresuró a decir que era su amigo.

¿O supo de alguna pelea?, se apresuró a preguntar en medio de las carcajadas de los dos.

La nostalgia de sus muertos

Se veía agobiado por momentos e incluso en un momento se desgonzó descuidadamente en el sofá para hacer nostalgia de sus amigos más queridos.

Y lamentó en primer lugar la muerte de su amigo Pacheco, de quien dijo, jamás tuvo un desplante. “Nunca lo vi de mal genio, así como nunca tomó aguadepanela”, dijo sonriéndose como siempre.

Por la mitad de la entrevista, Piedrahita, como buen pasajero, pidió que le subieran a la música y de paso que le buscaran un guaro.

Luego se burló de las letras de los boleros que hablan de amores eternos y diálogos inútiles con la luna y no dudó en pedir un vallenato de Diomedes Diaz.

”No hay vallenato malo”, dijo, y luego habló de lo buen cantante que era Diomedes y de lo bien que escribía.

Cuando hablaba de rumba, apareció en la conversación Juan Harvey Caicedo, quien cumplió once años de muerto, coincidiendo con su muerte.

¿Porque le dicen padrino?, le pregunta Julián y el con tono del mamador de gallo más grande del mundo, le dice simplemente “porque soy padrino”.

E hizo una larga lista de sus ahijados, para detenerse inevitablemente en Juan Harvey y para recordar que “tomarse un trago con Juanito era de maravilla, porque hablaban de lo que fuera”.

También habló de Antonio José Caballero, de quien dijo “entrevistando era de otro mundo”, y recordó a otros grandes de la radio colombiana como Hernán Castrillón y Carlos Pinzón, en la época en que presentaba la música con “las dos pegaditas”.

En esta entrevista concedida a Nocturna de RCN Radio ocupó un espacio importante para hablar de los chorizos y las paellas de la Barra de la 22 de propiedad de don Alejo Villanueva, a dónde según sus palabras, “llegaban todos”, al referirse al Presidente de la República, los congresistas, los periodistas, los toreros.

Y tal vez presagiando que era la última entrevista que entregaba para la radio, el Padrino recordó por enésima vez, el instante en que estaba a pocos metros del lugar en dónde fue asesinado el líder liberal, Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948.

Piedrahita había saludado a Gaitán segundos antes que se escucharan los tres disparos que cegaron su vida y escucharlo de nuevo este 27 de febrero contando minuciosamente la historia de lo ocurrido en el centro de Bogotá, era la demostración de lo mucho que lo había marcado este episodio infausto de la historia colombiana, conocido como “El Bogotazo”.

Su amigo Pacheco, Juan Harvey Caicedo, Antonio José Caballero, Jorge Eliécer parecían estar en sus recuerdos más intensos y así quedó evidenciado en esta última entrevista.

“Me quiero morir”

Julián Parra dejó deliberadamente para el final la pregunta sobre si le tenía miedo a morir y el que estaba invadido de todas las nostalgias del mundo, la contestó con dolor y con una sinceridad que sorprende.

Con dolor, pero con la dignidad de quien sabe lo que quiere, Piedrahita Pacheco le contó a Julián: “Todos los días ante una ampliación que tengo de mi esposa en la sala en la casa, le pido, le digo mijita Dios te tenga descansando, a tu papi y tu mami, que fue una suegra maravillosa, pero porqué no te arrimas a Papa Lindo y le pides que me lleve lo más pronto posible para allá”.

La producción del programa se encargó entonces de hacer sonar “hola soledad, no me extraña tu presencia”, mientras él hacía una nueva pausa larga, un silencio que decía tanto, para proseguir diciendo: “Tengo una tristeza terrible, vivo con la señora soledad, no me contesta nunca”.

Al aire seguía sonando esa vieja canción que parecía definir ese eterno viaje de emociones y soledades profundas.

Mientras en la escenografía del Taxiperiodista seguía escuchándose de nuevo “soledad yo soy tu amigo ven que vamos a charlar”, el Padrino seguía hablando con su Ligia del alma.

“Le pido por Dios, que si él puede, me lleve al lado tuyo. Busca a tu mamá y a tu papá que no tuve el placer de conocer - ellos fueron muy buenos con nosotros-. Le pido mijita por Dios”.

Hubiera sido mejor un vallenato, pero ese instante de nostalgia infinita el “soledad yo soy tu amigo ven que vamos a charlar”, sonaba dolorosamente pertinente para enviar ese saludo desde el alma. “Tus hijas te mandan saludar, tus nietas, tus hijos, todos”.

El Padrino sigue haciendo su declaración de amor, le envía los saludos de sus hijos y sus nietos, de todos, y para que no quede duda de su amor eterno por doña Ligia Guevara de Piedrahita, confiesa al final de la entrevista que todas las noches le daba un beso “a esa hijuemadre ampliación que tiene ahí”.

”Doña Ligia se lo llevó”, podrían decir de manera coloquial en Boyacá y siendo un poco cursis o hablando de la sublimación del amor, a partir de esta semana ya estarán juntos para siempre.
Sólo él sabe cómo se imaginaba el instante supremo del encuentro con su Ligia del alma, porque Julián no se lo preguntó.