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LA HISTORIA DEL NIÑO QUE NACIÓ DOS VECES

Clara y Emmanuel venían de vivir sus propios infiernos, luego de ser separados por los caminos espantables de la selva.

Ella venía de ser liberada tras un secuestro de casi seis años a manos de las Farc y él de afrontar múltiples peripecias y problemas de salud luego de ser separado de su mamá cuanto tenía ocho meses de nacido.

Habían pasado más de tres años desde el momento en que Emmanuel había sido separado de su madre y por eso el reencuentro en enero de 2007 en una sede del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar supuso el momento más feliz de su vida, casi como si hubiera nacido de nuevo.

Han pasado siete años y esa fecha en la que cada uno venía con las heridas vivas en el cuerpo y en el alma, supuso tocar el cielo para empezar una historia familiar que hoy disfrutan intensamente.

En su cuenta de twiteer Clara Rojas escribió que hace siete años “nos reencontramos de nuevo con mi hijito en libertad. Sigo dando gracias a Dios por esa bendición”.

Rojas recordó en La Noche de Libertad ese instante feliz que todos los años renueva y califica como “algo verdaderamente fantástico”.

“Cuando veo a mi hijo en libertad, en su vida normal, teniendo la oportunidad de ir al colegio como soñaba, me siento muy feliz de haber recobrado su libertad y de reencontrarme para volver a rehacer esos lazos familiares tan importantes”, dice la ahora congresista.


EL REENCUENTRO

El pasado martes 13 se volvieron a recordar las imágenes del instante en el que se produjo el regreso de los dos.

Clara nerviosa mirando por la ventana como intentando descubrir la figura menuda de su hijo a través de la ventana y luego la voz esperada de “Emmanuel te presento a tu mamá” y las voces insistentes de “dale un abracito a la mamá”.

Está fresco aún el recuerdo de ese instante casi eterno en que los cuerpos de mamá e hijo se reencuentran y la abuela sorprendida y feliz con las manos en la barbilla intenta descubrirlo todo, mientras el pequeño inventa sus primeras travesuras.

Están vivas las imágenes registradas por una cámara oficial que se entrometió en la intimidad de ese momento, en las que se registra como se pasa de los abrazos protocolarios con el entonces ministro de Protección Social, Diego Palacios y la entonces directora del Bienestar Familiar, Elvira Forero Hernández, al asombro del reencuentro con el pequeño que inventa sus primeros juegos con las fichas y los juguetes regados por el piso.

Emmanuel jugaba feliz mientras su abuela Clarita expresaba un “me siento tan conmovida”, para luego reiterar su deseo de continuar trabajando para que otros niños secuestrados en las selvas recobraran su libertad.

Hace siete años mientras escrutaba los primeros pasos del niño junto a los suyos, doña Clarita insistía en que “el niño necesita el cariño de sus propios seres”.

La vida ha seguido el curso para los dos y después de tanto tiempo sólo queda el eco de expresiones dichas ese día con tanto afecto como “está divino” y “tiene una mirada hermosa”, como si el pequeño hubiera sido parido otra vez.

Hoy sigue fresco el recuerdo de ese día en que Clara Rojas empezó a decirle Emmanuel al niño que figuraba como Juan David Gómez Tapiero y que estuvo perdido en una infame maraña durante muchos meses.


LAS PREGUNTAS INCÓMODAS

Clara Rojas ha tenido que sortear las preguntas incómodas sobre el papá de su hijo y ella ha respondido en distintos tonos, incluso el mamagallístico, cuando dijo en alguna oportunidad que por fortuna el niño “se parece a la mamá”.

Para la exsecuestrada la pregunta más perturbadora fue en todo caso la que le hizo su propio hijo, reclamándole “porque se había demorado tanto tiempo en ir por él”.

Ella relata en La Noche de la Libertad que tuvo que explicarle que estaba secuestrada y que en esas circunstancias era imposible encontrarse.

“Le dije que no fue por falta de voluntad, sino porque estaba forzada a estar separa de él y lo entendió, porque ellos asimilan las cosas si uno se lo dice de manera simple”, asegura.

Clara Rojas reitera que en principio se afanó y entendió la necesidad que Emmanuel tuvo de ver a su mamá y por eso ese momento del reencuentro fue tan emocionante.

Encontrarse con un bebé que había crecido no fue fácil y por eso el Bienestar Familiar había hecho una preparación especial con el pequeño, le habían advertido que su mamá iba a llegar y le habían dado fotografías para que las identificara.
Clara Rojas relata que no fue una cosa abrupta pues había pedido que siguieran las noticias sobre su liberación en Venezuela y el la vio por televisión y supo lo que estaba pasando y por eso “al final el encuentro fue tan agradable y lindo”.

Hoy los dos disfrutan con la convicción que “es necesario tener una mayor conciencia de prestarle la atención que requiere y a pesar de las responsabilidades, cuadrar la agenda para estar con él”.


EL FUTURO

Al recordar estos siete años, la congresista reitera su agradecimiento con Dios por permitir lo que califica como un milagro, porque pasaron tres años para volver a estar juntos.

Reitera que “en todo momento siempre estaba pensando cómo iba creciendo” y ahora que está con él disfruta de cada instante, pero “sin hacer mayores planes”, sino esperando que siga con sus estudios y en algún momento inicie su vida laboral.

No hay una larga enumeración de cosas para hacer conjuntamente con él, sino únicamente la reflexión en el sentido que el mayor compromiso es darle las oportunidades para que su hijo escoja su propio destino.

Sólo espera que sea una persona feliz y “que pueda escoger plenamente en libertad el camino que más le guste y pueda desarrollar los sentimientos y la vocación para realice el trabajo que decida”.

La palabra libertad suena al final como un eco poderoso, mientras sueña que Emmanuel y su abuela Clara sigan por siempre con el que califica como “ese diálogo de amigos y compinches que han significado estos siete años en libertad”.