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Una mujer en La Guajira quiere cambiarles el nombre a cinco mil indígenas wayúu

Estercilia Simancas lucía una vistosa manta wayúu en la antesala del Clásico RCN. Encontramos en su casa a la autora del cuento corto '<i>Manifiesta no saber firmar</i>', dedicado a la burla masiva que sufrió su etnia por parte de funcionarios públicos.

"La historia manifiesta no saber firmar salió de historias de muchos wayúu que en sus cédulas tenían nombres extraños como Raspahierro, Coito, Morrison Canutzon, JhonFKennedy, Marilin Monrrou y todos habían nacido el 31 de diciembre", dijo Simancas sentada en un chinchorro.

La investigación la llevó a cabo en el momento en el que se iniciaron las elecciones populares para cargos públicos en La Guajira.

El potencial electoral de la cultura de la que ella hace parte no era para nada despreciable y los dirigentes hicieron todo lo posible por identificarlos.

Fue así como desde la Registraduría un grupo de funcionarios dedicó sus esfuerzos para darles una "identidad" formal.

"Y había un número significativo de wayúu que estaba indocumentado. Como la lengua materna es la dominante, que es el wayuunaiki, muchos desconocían el español y los funcionarios desconocían el wayuunaiki", explicó.

Pero no sólo fue confusión, según ella, cerca de 5 mil indígenas terminaron siendo identificados con nombres extraños, de mala fe.

"El desconocimiento terminó en burla, comenzaron con ponle Margarita, ponle Roberto, ponle Morrison Canutzon y así. Comenzaron suave y terminaron duro", dijo.

Según afirmó, la responsabilidad nadie la quiere asumir "porque dicen que el wayúu que se llama Raspahielo es porque quiso. Si se llama Marilin Monrrou es porque quiso llamarse así, pero muchos, como en el caso de Marilin, eran absolutamente mayores y no tenían acceso (a los medios de comunicación). Es más, mucha población tuvo acceso a la televisión y mucho tiempo después en La Guajira se podían contar los televisores".

Raspahierro quería llamarse Rafael, pero la “F” no existe en wayúu, se pronuncia como “P”. Pudieron ponerle Rapael, o Rapaied pero no, por razones que solo comprenden los responsables de esa infamia, quedó Raspahierro.

Solo se conoce de un cambio de nombre que se haya hecho efectivo en la Registraduría, pero es una lucha que quieren seguir, aunque no lo hacen por su cuenta porque los gastos llegan a 200 mil pesos y muchos de la etnia son pobres. Hay una esperanza para ellos con la Gobernación de La Guajira.

"La Gobernación de La Guajira iniciará ese proceso de identificación y corrección gratuita, a cargo del Estado", dijo Estercilia.

La pobreza de buena parte de la etnia wayúu de La Guajira ha copado titulares de prensa en las últimas semanas, por manifestaciones que han realizado en Bogotá. Según Estercilia, la marginalidad persiste en lo económico y en lo simbólico.

"Yo siento que esas denuncias lo que han hecho es reafirmar que toda la vida hemos estado abandonados y que esto es tierra de nadie. A veces me siento reflexiva y digo que en Bogotá se dieron cuenta que el agua moja, de pronto en Bogotá se dieron cuenta que el hambre existe", concluyó.

Aunque el wayuunaikii es idioma oficial en La Guajira, al parecer solo lo es en el papel, porque en los bancos no hay quien les traduzca a su lengua natal, más que el portero.

Nacidos el 31 de diciembre

Otro aspecto importante de las cédulas wayúu es el de la fecha de nacimiento. Muchos nacieron formalmente el último día de su año por pereza simbólica del funcionario.