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Recuerdos de la visita del expresidente J. F. Kennedy

Encontramos a un hombre que con relatos míticos intenta recuperar la memoria de Techo, lugar que hoy tributa con su nombre a un expresidente estadounidense, mientras oculta sus raíces muiscas: La localidad de Kennedy.

Como se recuerda John F. Kennedy lanzó en compañía del presidente de Colombia, Alberto Lleras Camargo, el programa de vivienda de Techo. Kennedy fue asesinado en 1963 y en 1967 el Concejo decidió con apoyo de los habitantes, llamar al barrio Ciudad Kennedy.

Pero Alejandro Torres reconstruye la historia ancestral de esos territorios que pasa por el amor entre caciques, nacimientos en el agua y un territorio femenino que muy pocos recuerdan hoy.

La fuerza de la costumbre ha permitido que se pase por alto el contraste que marca el nombre de Kennedy al de sus vecinas Engativá, Fontibón, Bosa y Suba, todas ellas testimoniando en sus nombres su pasado indígena.

Al preguntarle por esa zona de Bogotá ya nos corrige, asegurando que el nombre de su ciudad es en realidad Bakatá, pero más atrás en el tiempo, habla con entusiasmo de la laguna "Muequetá: Los hombres de Mu (Muiscas), eque (cultvo) y ta (uno o primero), Muequetá el primer cultivo de los hombres en el ombligo del mundo".

Alejandro cuenta la historia de los viajes de un cacique, cuyos dominios estaban en lo que hoy se conoce como Suba y que era conocido como Tiba "que era el Tibabuyes y por eso el lago se llama así y no Juan Amarillo".

El cacique Tiba se iba a cazar venados a Fatatiíva (Facatativá), se iba a comer curíes a Ingativa (Engativá), tierra de abundancia, después continuaba por una ciudad sacerdotal conocida como Uentivá, Ontibón y hoy conocida como Fontibón y continuando su travesía llegaba aquí al lugar conocido como Techo: Te (nuestro) Cho (laguna).

Pero ¿Qué lleva a un Cacique a surcar tales distancias hacia el sur? Pregunta que Alejandro se apresura a contestar "por una mujer".

Este es un territorio femenino, gobernado por la Cacica Timzá: Timi (mujer o mestruo) za (de la noche), que en el sector de Boitá, les enseñaba a las moxas (Mujer joven y atractiva) a tejer.

Para él no es casualidad que moxa suene parecido a moza, término que denomina coloquialmente a una mujer de amoríos con un casado, porque muchas de las palabras que se usan en las calles bogotanas supieron sobrevivir enredándose en nuestro español colombianizado incluso disfrazadas de palabrotas.

"Dicen 'chato' que significa mi perro varón, o dicen que se cree el 'chacho', que significa hombre bueno, gueva: advenedizo, extranjero o perdido; chichí significa brillo brillante; Chi (brillo), (ba) dios, o sea que chimba es algo agradable a dios; 'chocha', cho (bueno) cha (mujer) o sea buena mujer", enumeró.

Su conocimiento, basado en escritos de Mariana Escribano y el Diccionario de Gramática y Chibcha-Muisca, del Instituto Caro y Cuervo, es su herramienta para que 120 jóvenes de colegios se hayan declarado muiscas en el siglo XXI.

"Era necesario llegar a todos los planteles Distritales de la localidad, más de 120 jóvenes que se han reconocido como muiscas, como una cultura milenaria y ancestral, donde el agua era el recinto de la vida, en una cultura que no defecaba el agua, porque las mejores creaciones ya las hizo dios Chiminigagua", dijo.

Su propósito fundamental es de índole ambiental, el de rescatar lo que queda de cuatro humedales en un territorio en el que en otro tiempo los niños nacían en el agua, para que así nacieran benditos.