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No entiendo el odio hacia Íngrid

Hoy, en el aniversario de la operación Jaque, entrevistamos en <b>RCN La Radio</b> a Íngrid Betancourt. Como ocurre cada vez que la mencionamos, las redes sociales se llenaron de insultos.

Debo confesar una vez más que no importa cuantas vueltas le dé en mi cabeza, cuántas reflexiones me haga, nunca he podido entender la razón del odio visceral que algunos colombianos manifiestan contra Íngrid Betancourt.

Íngrid es una víctima de la miserable guerra que ha desangrado este país por décadas. Ingrid pasó 6 años en la selva secuestrada en medio de vejaciones y humillaciones innombrables. Íngrid es hoy una mujer que llama a buscar el perdón y el camino de la paz. Por supuesto, tiene pensamientos y posiciones políticas, religiosas e ideológicas que podemos compartir o criticar pero, por encima de todo, es una víctima.

¿Por qué tanto odio?

Algunos la tildan de "secuestrada de primera". Pero su origen, su estrato, la visibilidad que tuvo su secuestro por su condición de candidata presidencial en ese momento o por su doble nacionalidad (colombiana y francesa), no le quitan su condición de víctima. Tampoco le devuelven el tiempo robado por el secuestro atroz.

Son muchos los que critican su demanda contra el Estado, de la cual desistió, pero no es la única exsecuestrada que ha demandado y contra los otros que lo han hecho no se siente ese odio ni se destila el mismo veneno.

Y me detengo en ese punto porque se puede estar o no de acuerdo con las demandas a la nación en los casos de secuestro pero eso no le quita a Íngrid su condición de víctima.

Muchos dicen que no hay derecho a una demanda pues es claro que los responsables del daño que sufrieron las víctimas son los secuestradores, y en este caso las Farc, que han teñido de dolor la vida de centenares de familias.

Otros dicen que el Estado, que tiene el deber de cuidar la vida, la honra y los bienes de los ciudadanos, debe responder porque en el caso de los secuestrados y de tantas víctimas no cumplió con su deber. Son muchas las demandas por esa razón.

Es un debate válido en el cual pueden aparecer decenas de argumentos de lado y lado pero no explica el odio. He leído en las redes sociales mensajes tan absurdos como el de alguien que llegó a decir que hubiera sido mejor dejarla en la selva. ¡Qué horror! No sé qué tiene en la entraña alguien que escribe eso pero me llena de inquietud pensar si una sociedad con tanta capacidad de odiar podrá encontrar el camino de la reconciliación.

Dice Santiago Gamboa en su magnífico libro "La guerra y la paz" que "Un odio bien alimentado es la mejor arma para seguir matando".

A quienes odian tanto les pregunto: ¿Nos queremos seguir matando?

Yolanda.