Sobre el suicidio del hijo de Rick Warren

El pasado mes de abril el pastor Rick Warren anunció en un escueto comunicado que su hijo menor, Matthew, se había suicidado a los 27 años de edad.

Según el comunicado, Matthew padecía desde muy joven una enfermedad mental (al parecer esquizofrenia), que le hacía sufrir fuertes episodios depresivos y luchar con pensamientos suicidas.

Rick Warren es sin duda el pastor más influyente en Estados Unidos actualmente. Su libro “Una vida con propósito” ha vendido más de 30 millones de copias y Saddleback, la iglesia que fundó hace 33 años es una de las más grandes de California. Es amigo y consejero personal del presidente Barack Obama y ha sido entrevistado en cadenas como CNN, Fox, CBS y NBC varias veces. Es por eso que el suicidio de su hijo ha sorprendido y conmovido a la cristiandad entera.

Me ha sorprendido el valor con el que Warren ha respondido a través de su cuenta de Twitter a difíciles preguntas que sus seguidores le han planteado sobre lo sucedido: ¿Si no tuviera un ministerio tan grande le habría podido dedicar más tiempo a su hijo y evitar que se suicidara? ¿Y si el problema de su hijo no era mental sino espiritual? ¿Irá Matthew al cielo o al infierno? ¿Por qué tenían un arma en su casa?

Primero que todo, el arma fue comprada por el propio Matthew a través de internet poco antes de su suicidio. Y si algo ha dejado claro Warren en los días posteriores al suicidio de su hijo es que ni él ni su esposa Kay escatimaron gastos para tratar a su hijo con los mejores médicos.

La Biblia está llena de casos de santos que se hundieron en depresiones profundas al pasar por áridos desiertos: Moisés, David y Job son algunos de ellos. Pero el más emblemático es el profeta Elías, quien luego de estar agotado por la incesante persecución de la demoniaca reina Jezabel, necesitó de la intervención de un ángel para levantarse porque ni comer quería.

La literatura cristiana no es muy abundante en cuanto a autores que aborden el tema de la depresión y los problemas psicológicos. Me imagino que se debe a que no es un asunto muy “taquillero”. Sin embargo, me atrevo a recomendarles un libro. Se trata de “Reencuentro con la esperanza: victoria sobre la depresión”, escrito por el pastor Neil T. Anderson y el psicólogo Haul Baumchen. La combinación del recorrido profesional de ambos autores le ofrece al lector un enfoque equilibrado entre el tratamiento espiritual, mental y físico con que se deben abordar los episodios depresivos.

A fin de cuentas, lo que demuestra la tragedia en familia Warren es que a los cristianos también nos suceden cosas terribles. Sí, los cristianos también nos enfermamos, las parejas cristianas también se divorcian, las empresas cristianas también se caen en bancarrota, los cristianos también tenemos accidentes de tránsito, e incluso podemos padecer desequilibrios mentales.

La diferencia es que contamos con Jesús para ayudarnos a salir adelante  cuando enfrentamos este tipo de difíciles situaciones, y además entendemos que Dios puede usar esos problemas para manifestar su poder y su gloria a través nuestro.

Por eso estoy seguro de que la muerte de Matthew no acabará con el ministerio del pastor Rick Warren, sino que por el contrario, le dará una nueva dirección y lo terminará fortaleciendo. Mi oración por él y su familia hoy para que en ellos se cumpla la promesa de Isaías 61:3. “Me ha enviado a darles una corona en vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento. Serán llamados robles de justicia, plantío del Señor, para mostrar su gloria”.