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Sobre ética y justicia

“La ética no tiene nada que ver con el derecho” dijo hoy el abogado Abelardo de la Espriella a RCN La Radio. Tal vez esa frase resume el meollo de un problema de fondo que tenemos en este país: los valores éticos se han perdido, ya no se usan y nos movemos en una maraña de leyes que sirven para que quienes caminan en el borde de la ilegalidad escapen siempre con facilidad de la justicia. Se conocen sus caminos oscuros, saben cómo usar el inciso y el parágrafo para salir impunes.

El abogado respondía con esa frase a la pregunta sobre si consideraba que su cliente, el presidente de la Corte Constitucional Jorge Pretelt, había cometido una falta al reunirse con un abogado de parte interesada en un proceso que llevaba la Corte. El aseguraba que no. Que no veía falta alguna y que sugería destacar que no era el único que se había reunido con el abogado Víctor Pacheco. Claro, hay que mirar a todos y que la justicia investigue si más magistrados cometieron delitos y que la sociedad vigile si hubo faltas éticas. Pero el hecho de que todos lo hagan no quiere decir que sea correcto. Tal vez no hay delito en hacer fiestas con los abogados con intereses particulares en los procesos, pero no es ético hacerlo y genera dudas sobre las decisiones. A veces no basta "con ser hay que parecer".

Lo mínimo que como sociedad deberíamos exigirles a nuestros jueces es que sean decentes y apliquen principios éticos y que no generen dudas.

En su argumentación el abogado quería explicar que por una vía va el proceso jurídico y por otra los principios éticos. Y tiene una dosis de razón en la medida en que un juez no valora fallas éticas sino delitos. Pero suena por lo menos raro considerar que el derecho no tiene nada que ver con la ética cuando se supone que el derecho lo que busca es impartir justicia y la justicia nació para equilibrar las relaciones de los ciudadanos en una sociedad. Si no se imparte la justicia con ética, entonces ¿Cómo se hace?

Tal vez se hace como muchas veces en Colombia: con triquiñuelas, con atajos, con estrategias mediáticas o dilatorias, con sobornos. Aunque suene de otro tiempo y pasado de moda, en lo personal considero que no sobraría que en Colombia volviera a considerarse un valor tener principios éticos. Muchas veces a quienes los ponemos por encima de la búsqueda de ventajas personales nos llaman “fundamentalistas” o nos tildan de “bobos”. Si es así, prefiero ser boba a pasarme de viva.