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Un Giro a la medida de Nairo

Nairo Quintana mide un metro con 67 centímetros, un poco por debajo de la estatura promedio de los colombianos –la cual es 1,72-, pero hoy en día es el personaje nacional más grande en la historia del país.

Este boyacense, que nació el cuatro de febrero de 1990, dejó a europeos, latinoamericanos, asiáticos y hasta oceánicos en un segundo escalón de las páginas deportivas del mundo, después de conseguir el Giro de Italia.

No importó su baja estatura para la segunda prueba ciclística más importante del mundo. De hecho, esos escasos 167 centímetros es una de las armas más temibles del colombiano, ya que se adapta perfectamente a la bicicleta hecha de carbono, lo que le da más aerodinamismo y control en los descensos y, obviamente, menos pesos a la hora de escalar las enormes montañas italianas.

Tampoco importaron la caída en la primera semana del Giro y su infección en la garganta -que luego se le pasaría al oído derecho-, la cual tuvo que ser tratada solo con aspirina, porque los exigentes controles de doping imposibilitan realizar cualquier otro tipo de tratamiento.

Sólo su coraje, su amor por este deporte y sus miles de pedalazos hicieron que todo estos obstáculos se fueran desapareciendo a medida que iban transcurriendo las etapas.

Aunque la gran mayoría de colombianos estaban desatentos a los cuidados del pedalista boyacense y se concentraran más en el día a día de las clasificaciones del Giro, que en las primeras etapas no figuraban nacionales, el equipo Movistar seguía preparando en silencio el que sería el mayor ataque en esta edición, el cual tenía como líder de filas a “Naironman”.

Durante las dos primeras semanas de esta competencia, Nairo tuvo que aguantar, tuvo que estar detrás de los corredores para no perder mucho tiempo, y le sirvió.

Llegó la tercera semana, en la que había montaña, y Nairo recuperado de su caída y dejando a un lado la infección, salió al ataque en la etapa 16, consiguiendo su objetivo arrebatarle la Maglia Rosa al líder y coronar por primera vez una etapa del Giro.

Sin embargo, ese líder era, nada más y nada menos, que otro compatriota suyo que había batallado como él de principio a fin, Rigoberto Urán.

A pesar de que no era su intención quitarle el liderato a otro colombiano, Nairo sabía que era su oportunidad perfecta para pelear por el Giro. Quizás por esta razón declaró que la etapa 16 estaba hecha a su medida.

Faltando cinco etapas, el pedalista colombiano tenía que mantener esa Maglia Rosa hasta llegar a Trieste para poder levantar los brazos de vencedor.

Fue así que en la contrarreloj en ascenso Nairo pedaleó de una manera increíble, ya que los tiempos de sus oponentes, en especial del italiano Fabio Aru, eran difíciles de romper. Al final el pedalista de Movistar alcanzó el mejor registro y llegó en una hora, cinco minutos y 37 segundos.

Después de esto, faltaban las dos etapas finales y con el cansancio acumulado los 156 ciclistas que ya quedaban para ese entonces no pudieron recortar el tiempo de Nairo Quintana, quien al final de la etapa 20 ya se sintió ganador.

Llegó, finalmente, la última prueba y vestido de rosa el colombiano desfiló junto con su grupo por las calles de Trieste como el líder supremo del Giro de Italia, ese que ningún latinoamericano había podido conseguir.

No importó su infección en la garganta, no importó la caída que sufrió, sólo demostró con cada pedalazo que esta competición estaba hecha para él. A pesar de medir 1,67 mts el Giro estaba confeccionado para su grandeza como ciclista.