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No caigamos en el juego de Trump

Fernando Posada


Por: Fernando Posada

Un lunático candidato, famosamente extremista y misógino, sin ninguna posibilidad inicial de alcanzar el poder, anunció hace casi un año su intención de llegar a la Presidencia de Estados Unidos. El mundo recibió su postulación entre risas e indignación.

La ausencia de un programa de propuestas serias y estudiadas era notable, y en cambio el candidato planteaba una serie de políticas absurdas, ridiculizadas por gran parte del público global. Las frases radicales y xenófobas que pronunciaba desde su cuenta de Twitter, así como también desde sus ‘rallies’ de campaña a lo largo del territorio estadounidense, eran reproducidas a diario por los medios de comunicación en medio de claves sarcásticas y burlescas.

Que iba a construir un muro para evitar el ingreso de mexicanos indocumentados. Que para solucionar la problemática del terrorismo había que crear un sistema de identificación para todos los musulmanes habitantes de Estados Unidos. Las locuras pronunciadas continuaron sistemáticamente, día a día, y dieron lugar a su estrategia más efectiva de propaganda. Los más radicales comenzaron a sentirse identificados con sus propuestas y comenzó a tomar forma una particular fascinación de los medios de comunicación por las barbaridades manifestadas por el candidato, convirtiendo sus trinos en titulares de los más serios medios de comunicación.

Ese fue precisamente el error. Porque nadie tiene mayor responsabilidad por la transición que tuvo el candidato, de lunático y polémico, a Presidente de Estados Unidos, que los medios de comunicación del mundo entero. Siempre habrá quien esté dispuesto a gritar desfachateces, en tiempos donde los electores cada vez exigen programas menos serios y más sensacionalistas, que en el fondo denotan una pobre formación y profundas carencias de conocimiento. Pero desde los medios de comunicación tenemos que replantear nuestro lugar de cara al surgimiento de figuras tan peligrosas para la democracia y la estabilidad de la paz mundial.

En tiempos tan difíciles, nuestra tarea debe ser más seria y profunda, si queremos evitar nuevos fenómenos de fascismo en el mundo. Desde los medios no podemos prestarnos para el juego propagandista con el que los autoritarios buscan consolidar el culto a su propia personalidad, publicando y dando bombo a cada una de sus declaraciones que exceden los parámetros de la realidad.

Debemos ser críticos. Debemos contrastar, cuestionar y verificar cada una de las declaraciones de los líderes que han entrado en la era de la temible ‘posverdad’, en donde los discursos mentirosos son repetidos de manera sistemática hasta convertirse en una preocupación y en una falsa realidad para la ciudadanía. Tenemos que cuestionar sus errores y sus imprecisiones deliberadas. Si algo quedó claro con la cadena de errores colectivos que trajeron como resultado la elección de Donald Trump, es que el periodismo se queda corto en su profunda función social si se mantiene desde la comodidad de solamente informar lo que ocurre.

El fenómeno Trump todavía se puede detener y en gran medida, los medios de comunicación tienen la capacidad de enfrentarse a la corriente fascista de las falsas informaciones. Por eso, en este contexto, debe convertirse en obsesión de los periodistas de todo el mundo que su profesión no caiga en el juego propagandista de Trump, y de los líderes de todas las latitudes que sin duda seguirán sus pasos.

Twitter: @fernandoposada_