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Periodismo: una mirada hacia adentro

Foto: RCN Radio



Por: Yolanda Ruiz

Digo con frecuencia que ser periodista es como caminar en el filo de una navaja porque caerse por exceso o por defecto es muy fácil. Mantener el equilibrio es todo un reto y lo peor es que mientras caminamos tiran piedras desde todos los costados. No puedo decir cuántos años de la vida he pasado reflexionando sobre este oficio que apasiona y que duele tantas veces.

Noches de insomnio, lágrimas, entusiasmos, decepciones, triunfos y errores que enseñan, pero sobretodo esa batalla constante por mantener el rigor en medio de una realidad que empuja para que los periodistas inclinemos la balanza en un sentido o en otro.

En medio de los mensajes amables que llegan en el día del periodista yo invito a tener un par de minutos de mirada hacia adentro. No es nuestro gremio el que más se destaca por su capacidad autocrítica, pero buena falta nos hace. Porque si bien a los periodistas debemos agradecerles que han estado ahí con el ojo vigilante, frenando los abusos del poder y han puesto la cuota de sangre por mantener la independencia, también lo es que hemos cometido abusos y excesos. Muchos han cruzado líneas éticas que son sagradas y otros ni siquiera se cuestionan sobre la razón de fondo de nuestro oficio. La arrogancia que caracteriza al gremio no nos permite ver más allá.

Grave no entender que somos en buena parte responsables de la agenda pública, pues para bien o para mal lo que se publica en los medios muchas veces termina moviendo los hilos del Estado. No solamente contamos lo que pasa, somos parte del problema ¿o de la solución? Pero cada día son más las dudas y preguntas de quienes, por fortuna, no tragan entero y nos cuestionan y critican, ahora desde las múltiples plataformas digitales. 

El asunto ahora es de doble vía y cuestionan incluso más allá de lo razonable porque, como pasa en todos los gremios, no se puede arrasar con un epíteto a todo el mundo: ni todos los periodistas merecen ese título, ni todos los que estamos en este gremio somos vendidos o ‘enmermelados’, como lo dicen con agresividad desde las redes sociales. Reitero aquí mi reconocimiento a tantos colegas que poniendo en juego su vida, su tranquilidad, su familia y su seguridad han apostado todo buscando la verdad.

Sin embargo, muchos colegas han dado razones para las dudas. Es larga la lista de los pecados: El exceso de cercanía con las fuentes, la falta de rigor al informar, el matoneo de micrófono, el periodismo que confunde fanatismo con análisis, los periodistas empresarios que a ratos informan y a ratos hacen negocios con las fuentes, la ambición que lleva a buscar subir índices de audiencia a cualquier precio... Todo eso termina minando nuestra credibilidad. No la de unos pocos, la del gremio.

Pero también agreden al oficio las inequidades abismales en las condiciones laborales que reflejan, ni más ni menos, lo que pasa en el país: un minúsculo grupo de estrellas con salarios exorbitantes y una masa de reporteros que, en el mejor de los casos, se acerca a uno o dos salarios mínimos. Digo en el mejor de los casos porque todavía hay pagos a destajo, pagos por nota,  sin seguridad ni prestaciones y también quienes ganan por los nefastos “cupos” de pauta.  ¿Se podrá hacer buen periodismo cuando no alcanza para comprar el mercado? Sin embargo, soy clara en decir que esos bajos salarios no justifican la venta de nuestra ética al mejor postor.

También es bueno señalar que, lejos de mejorar, esas condiciones laborales se han venido deteriorando por la oferta creciente de profesionales que salen con escasa o nula preparación de las universidades. Cada año son miles y miles los jóvenes que salen a buscar trabajo y cada vez con menos capacidades. He visto periodistas graduados que no logran conjugar bien un verbo o escribir correctamente un párrafo; periodistas que no entienden el concepto del Estado o no pueden citar una noticia del día; periodistas con dificultades serias de comprensión de lectura y no lo notan porque poco leen.

En buena hora, en los últimos tiempos se ha venido abriendo una discusión en torno a la calidad del periodismo que hacemos. Nosotros, que somos los veedores de la sociedad, no podemos reclamar el derecho a señalar a los otros y no permitir que nos evalúen también. Por fortuna se va cayendo poco a poco esa muralla que ha rodeado históricamente a nuestro gremio y que nos llevaba a un pacto tácito de hablar en voz baja de los colegas y de los errores que cometemos.

Denunciamos a todos los corruptos, pero a los nuestros no; hablamos de todos los problemas, pero de los nuestros no. Cada vez con más frecuencia vemos a periodistas serios y valientes que abren debates, preguntan y cuestionan lo que hacemos y lo mejor es que lo empezamos a hacer desde adentro, como debe ser.

Una reflexión seria sobre nuestro oficio, que nos empuje a corregir y a mejorar, nos puede ayudar a recuperar esa credibilidad que venimos perdiendo por culpa de unos cuantos que se han tomado el escenario y no permiten ver el trabajo de muchos reporteros que batallan con las uñas para informar bien. En el día del periodista una mirada hacia adentro y la renovación de un compromiso personal para intentar hacerlo cada vez mejor. Feliz día a todos los colegas.