Cargando contenido

Ahora en vivo

Seleccione la señal de su ciudad

Cotera en Corabastos
Cotera en Corabastos
Valesca Alvarado / RCN Radio.

En el corazón de la central de abastos más grande del país, arrastrando una zorra con más de 1.2 toneladas de papaya y con tan solo un metro y 50 centímetros de altura, Marisol Gómez se abre paso entre cientos de hombres que se detienen a verla pasar con una gran sonrisa y las gotas de sudor bajando por el rostro.  

Es cotera, o también llamada lazo, y en sus brazos tiene la fuerza que ha ganado en 10 años en Corabastos, pues es capaz de alzar, a hombro, canastillas de más de 100 kilos. Es una mujer de acero en un mundo que antes se creía solo de hombres. 

Lea también: Ucrania resiste: el panorama tras un año de la invasión rusa

“Mi papá me inculcó esto, que tenía que trabajar para conseguir y mis cosas y a pesar de que sabe que esto es un trabajo de hombres, él fue el que me lo enseñó. Nosotras somos fuertes y podemos hacerlo también”, contó la joven.  

A pesar de su coraje, dedicación y esfuerzo, en el camino aún hay quienes le dicen que ese no es lugar para mujeres.   

“Me hacen comentarios y me dicen cosas. Es muy complicado porque algunos están acostumbrados a que la mujer siempre tiene que estar en la casa y yo no. Yo soy una mujer trabajadora, a pesar de que esto es duro, pero tenemos que salir adelante”, agregó Gómez.  

Le puede interesar: Jeison Silva, el soldado al que una cuchara le salvó la vida en combate

Trabaja más de ocho horas al día y carga camiones con melón, piña, plátano, banano, naranja y todo lo que vaya saliendo. Se siente orgullosa de lo que hace y sabe que para las mujeres no hay imposibles.  

“Me encanta mi trabajo, y mi mensaje para las mujeres es que salgan adelante, que luchen por lo que quieren y que ustedes pueden con todo porque son unas berracas”.  

Cotera en Corabastos
Cotera en Corabastos
Valesca Alvarado / RCN Radio.

Mientras tanto, al otro lado de la central, desde la bodega 14 hasta la 23, Leydy Jhohana Gulfo, con escoba, recogedor y caneca en mano, va barriendo los cientos de kilos de basura que se generan cada noche.  

Es madre es tres niños, tiene 35 años y divide su energía entre limpiar Corabastos y cuidar a su familia. 

Lea más: Sebastián Díaz, el joven que conquistó a Cristiano Ronaldo con una mochila wayuu

“Esto no es fácil. A veces uno hace el aseo y hay comerciantes que le tiran la basura encima. Pero uno trabaja con dedicación porque hay alguien que lo espera en casa. Tenemos que acabar con los estereotipos de que las mujeres no podemos”.   

Muy cerca, empujando su carrito con tinto, aromática y chocolate para combatir el frío inclemente que muchas veces baja hasta los 4 grados centígrados, Isabel Cristina Arias, tiene la misión de brindar un poco de calor a quienes desde hace siete años le compran sus productos.  

A pesar del cansancio, ama su trabajo.  

“Trabajo casi doce horas al día, pero me siento muy orgullosa porque tengo a mi hijo estudiando en la universidad y lo he sacado adelante. Sé que es un poco difícil, pero hay que meterle ganas porque las mujeres somos echadas para adelante”, señaló la mujer de 42 años.  

Todas tienen en común que se sienten seguras y protegidas, esa es la misión de Flor Ángela Jiménez, una de las 60 guardas se seguridad de Corabastos. Es tranquila, pero dice que con carácter contrala las riñas que de tanto en tanto se puedan generar. Para ella, las mujeres lo pueden todo.  

“Las mujeres no necesitamos de un hombre para salir adelante, nosotras lo podemos todo. Tenemos que seguir demostrándoles lo que somos”.  

Marisol, Leydy, Isabel y Flor Ángela son solo cuatro de las más de siete mil mujeres de acero que hacen parte de Corabastos y que día a día rompen los mitos de los imposibles.  

Fuente

Sistema Integrado de Información

Encuentre más contenidos

Fin del contenido.