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Grupos ilegales de seguridad privada, ¿amenaza para el posconflicto?

Foto referencial de AFP




Por: Juan Manuel Ruiz y Fernando Posada

Para algunos analistas, el fenómeno paramilitar, arropado ahora con otros nombres, es una amenaza real para el futuro de los diálogos de paz de La Habana, Cuba, y de la eventual firma de un acuerdo.

Según la Fundación Paz y Reconciliación, que cita fuentes de la Policía Nacional, el Clan Úsuga opera en 250 municipios, los Rastrojos en 200, las disidencias del ERPAC en 55 municipios y las Águilas Negras en 62 municipios.

La misma Fundación señala que la Policía identifica otras 27 bandas criminales que operan en al menos 157 municipios del país. De acuerdo a este diagnóstico, la situación de las bacrim ha vuelto a su etapa inicial, cuando en 2008 se conocía de la existencia de 32 estructuras criminales en el país.

El analista Ariel Ávila explicó que a ningún Estado en el mundo le conviene que en su territorio existan grupos que controlen el monopolio de la fuerza en algunas de sus zonas, si quieren mostrar un proyecto de Nación exitoso. Por eso, argumenta que se ha intentado cambiar la denominación de paramilitarismo por la de bandas criminales.

"Los grupos paramilitares son grupos privados de seguridad. Son un agente desestabilizador del posconflicto en Colombia y lo cierto es que ellos están vendiendo seguridad y pueden ser contratados por los mismos de siempre, políticos o empresarios locales", advirtió Ávila.

El investigador agregó que “en Colombia siguen existiendo los fenómenos de grupos privados de seguridad, que son utilizados por sectores de la legalidad para mantener recursos políticos, públicos o económicos”.

Ávila además le explicó a RCN Radio que "mucha gente se benefició con el conflicto armado, se quedó con seis millones de hectáreas y están en la legalidad hoy mismo. Esas personas saben que si el proceso de paz sale bien, les va a tocar devolver todo lo que se robaron. Entonces pueden utilizar esos grupos privados de seguridad para que salga mal el posconflicto".

El analista Ariel Ávila incluso se refirió al caso de la reciente creación de la Fundación Víctimas de la Restitución de Tierras en el Urabá antioqueño, frente a lo que respondió: "victimarios ahora dicen que son víctimas de la restitución de tierras. En ese nivel estamos".

También, desde su columna del diario El Espectador, el escritor Alfredo Molano ha planteado en varias ocasiones en las últimas semanas que el paramilitarismo sigue vigente y puede poner en riesgo los alcances del proceso de paz entre las Farc y el Gobierno.

"Todas las señales muestran que (el paramilitarismo) no se acabó. La situación en el campo evidencia que siguen en las zonas y mantienen su autoridad", dijo Molano en RCN Radio.

Para Molano, el interés del paramilitarismo en Colombia es "conservar un statu quo, que significa las cosas están como están, la distribución de la tierra tal como está, aumentando siempre la concentración".

"Las armas de la extrema derecha nunca se quedan quietas. Siempre están moviéndose, siempre están buscando una ocasión", puntualizó el investigador.