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Relleno Doña Juana
Relleno Doña Juana
Inaldo Pérez / Sistema Integrado Digital

Desde barrios como La Aurora, Fortaleza, Marichuela y San Juan Bautista se puede ver con claridad una gran montaña que se eleva al sur de la avenida Boyacá. Se trata de un monte que, a diferencia de muchos otros de la zona, está hecho de basura.

A simple vista podría pasar como una parte más del paisaje natural del sur de Bogotá, pero unos camiones que se ven a lo lejos son la prueba de que se trata del relleno sanitario Doña Juana, que este 1 de noviembre cumple treinta años de operación.

En este lugar terminan todos los residuos que produce la capital, así como los municipios de Cáqueza, Choachí, Fosca, Une, Ubaque y Gutiérrez. Cada día son toneladas de deshechos los que llegan luego de recorrer kilómetros. La basura de casas, oficinas, edificios, hospitales y complejos industriales. Sin importar estrato, barrio, profesión u ocupación, Doña Juana alberga lo arrojado por todos los bogotanos.

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Los capitalinos dejan en contenedores o en la calle las bolsas con basura, a la espera de que el camión se las lleve. Ese es su último contacto con ese maloliente paquete. Pero en el sur de la ciudad, los habitantes de Usme deben lidiar con ellos cada día.

En algunos sectores de la localidad es perceptible el olor, pero ese no es el principal problema y la mayor queja de los habitantes. El riesgo de derrumbe, la inestabilidad del suelo, la transmisión de enfermedades, entre otros, son los reclamos más recurrentes. Este es el temor no solo en Usme, sino en los barrios Mochuelo Alto y Mochuelo Bajo en Ciudad Bolívar.

"Por acá hay muchos mosquitos y gente que se ha enfermado. No aguantamos más vivir rodeados de moscas todo el tiempo. Llegan ratas y dependiendo el día el olor es insoportable y además tenemos miedo de que vuelva a pasar lo de hace unos años", menciona Teresa Roldán, habitante del barrio Aurora.

Se refiere a lo sucedido en el 2015, cuando un derrumbe provocó una emergencia sanitaria. Los olores se sintieron varios kilómetros a la redonda y los residuos volaron por los aires luego de que el gas metano los hizo moverse varios metros.

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Una tragedia que, aunque de alta gravedad, no se comparó con la vivida en 1997, cuando un primer derrumbe dejó una levada cifra de damnificados: al menos 600.000 personas han reclamado ser víctimas de los hechos. Ambos episodios se pudieron evitar si se hubiera implementado un buen manejo de los deshechos.

Relleno Doña Juana
Relleno Doña Juana
Inaldo Pérez / RCN Radio

Por este motivo, el operador CGR fue objeto de diversas sanciones y su actual sucesor, el Grupo Suez, se encuentra ante un difícil panorama: deberá evitar desastres que, según la Superintendencia de Servicios Públicos, podrían presentarse si no se realiza el correcto tratamiento de gases y lixiviados (líquido que producen las basuras). Todo esto sumado a los problemas financieros que provocaron, entre otras cosas, un polémico aumento en el servicio de aseo.

Un relleno que no va para rato

El crecimiento de la ciudad implica el aumento de los residuos, así como la necesidad de que se amplíe la infraestructura del relleno. Se estima que cada hora recibe hasta 274 toneladas de basura.

Doña Juana tiene licencia para operar hasta el 2020, con un plazo máximo de la ANLA hasta el 2022, lo que quiere decir que el relleno tiene máximo cuatro años de vida útil. Esto pone sobre la mesa dos posibilidades: una ampliación o buscar un nuevo relleno.

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La administración del alcalde Enrique Peñalosa espera dejar todo preparado para una nueva fase de ampliación del relleno que aumente su vida útil al menos veinte años más. Una tarea nada sencilla y que, según sus opositores, solo aplazaría lo inevitable: que el relleno se quede sin capacidad.

Ante esto, se ha propuesto la creación de otros rellenos, así como la transformación de Doña Juana en una planta de tratamiento de residuos que permita, entre otras cosas, aprovechar elementos de las basuras para producir energías renovables y combustible ecológico para alimentar parte del Sistema Integrado de Transporte (SITP). 

Iniciativas interesantes, pero están lejos de ver luz verde. Mientras tanto, los habitantes de Usme y Ciudad Bolívar deben seguir aguantando los malos olores, viviendo entre la basura, ante el riesgo de una posible nueva alerta sanitaria.

Fuente

Sistema Integrado Digital

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