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Germán Bautista, tanatólogo
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Hasta este jueves había arreglado 18.557 muertos, la mayoría de ellos en Bogotá y en algunos municipios de Cundinamarca. Ha pasado 19 años largos de su vida entregado al mundo de la muerte y lo enfrenta sin miedo alguno.

Ese es Germán Bautista, un tanatólogo de oficio que tiene por costumbre contar cuántos muertos ha arreglado durante su vida profesional. Ha trabajado en un sinnúmero de funerarias y se ha convertido en el testigo de miles de duelos.

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Germán alista de 5 a 10 fallecidos al día  y en la larga lista de muertos que han pasado por sus manos tiene a tíos y primos y como un sarcasmo de la vida, debió arreglar a quien lo indujo a este oficio en medio de una cátedra universitaria.  

Bautista habla con frescura de la muerte y detalla que el proceso de tanatopraxia va desde quitarle la ropa al fallecido, bañarlo y ponerlo en el ataúd.

“Toda persona que llega al laboratorio debe llevar un certificado de defunción. Le quitamos la ropa, bañamos el cuerpo, lo desinfectamos, le hacemos masajes porque el cuerpo puede estar rígido y luego le hacemos una fisura en la  región clavicular”, dice.

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Tiene por estilo de vida preparar cada cuerpo en medio de mucha solemnidad. Mientras hace cada procedimiento profesional lo hace en medio de una especie de ritualidad espiritual.

“Yo no le oro a los cuerpos, yo le oro a Dios para que me de sabiduría para preparar cada persona. Cuando llego al laboratorio hago una oración, pongo música de adoración y preparo a las personas con el mayor de los respetos”, relata.

“Cada fallecido enseña algo. Hay quienes han muerto por una rabia o han sido asesinados por su pareja

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Tiene claro que en este mundo laboral estará activo hasta el día que su mamá muera. Es como una especie de promesa que se hizo a sí mismo y que no pretende violentar.

Germán tiene ganas permanentes de ir más allá y no le basta con hacer lo que hace. Todo el tiempo está buscando espacios en donde habla del valor de la vida y es en ese trabajo en donde invita a la reflexión.

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“Cada día debemos vivirlo como si fuera el último y por eso debemos  vivir en armonía en la casa, con la esposa, con los hijos. Esos 1440 minutos que tenemos para respirar durante 24 horas son preciados y tenemos que aprovecharlos al máximo”

No le tiene miedo a la muerte. Considera que el morir es ganancia. Asegura que aunque no lo creamos, la muerte a veces ayuda a que reflexionemos sobre la existencia.

“Todo el tiempo diferentes mamás me están llamado para que convenza a sus hijos de no suicidarse, la verdad es que esta vida es tan poca, que toca disfrutarla al máximo”, reflexiona.

Fuente

Sistema Integrado de Información

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