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Ranchería Guajira
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Viviana, la octava hija de una familia indígena Jayariyú, murió a los cuatro meses de nacida por desnutrición. 

Sus escasos 120 días de vida los pasó en la ranchería Jamusero en el corregimiento de Irraipa, en La Guajira. Su mamá, Beatriz, no habla español pero cuenta su historia en lengua wayuunaiki y Elena otra de sus hijas nos traduce.

“Ella dice que no quiso dejar morir su hija, pero ajá, nosotros no teníamos para comprar el alimento, no teníamos para darle y con el mismo pecho la bebé no se abastecía, la bebé lloraba, quería más hasta que finalmente entró en desnutrición”, dijo.

Esa mujer es el retrato de una de esas tragedias que los colombianos más pobres enfrentan cada día y a la que los menos pobres se acostumbraron. Este año y con fecha al 6 de junio, ya habían muerto 82 niños menores de 5 años por desnutrición en Colombia.

Infografía desnutrición en Colombia
Cifras sobre desnutrición en Colombia, a la primera semana de junio.
Anderson Rodríguez - RCN Radio.
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(Audio) Desnutrición infantil, una pandemia curable que se volvió crónica en Colombia

0:27 5:25

“Sabía que la bebé iba a fallecer porque en verdad el pelito ya se le estaba poniendo amarillito, estaba resequito y estaba cada día más flaca, no quería más pecho, no lo agarraba, en la costumbre de nosotros ya sabemos cuando un niño va a fallecer”, agregó.

Esos 82 niños muertos como Viviana, no llegaron a saber qué fue eso por lo que tanto sufrieron. Tampoco supieron que eso que los debilitó, que los enfermó y que los mató es una condición prevenible. 

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La desnutrición hace parte de la “malnutrición” y se define en la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el grupo de carencias en la ingesta de energía o nutrientes o de micronutrientes como vitaminas y que se evidencia en retrasos del crecimiento o peso inferior al que corresponde a la estatura o a la edad. 

Beatriz tiene otros tres niños menores de 5 años y teme por ellos. Dice que en su ranchería hay otros 4 bebés y niños con desnutrición, pero el presente y el futuro cercano para los Jayariyú no es nada optimista. Su único sustento proviene de tejer mochilas y tratar de venderlas en medio de una cuarentena.

La crisis alimentaria que acecha tras la crisis sanitaria

El Secretario General de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, advirtió hace apenas unos días que el mundo se acomete a una crisis de pobreza extrema tras la pandemia.

"Este año 49 millones de personas podrían caer en la extrema pobreza, debido a la crisis causada por la pandemia”, aseguró el representante de la ONU.

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Advirtió que “unos 144 millones de niños menores de cinco años sufren un retraso en su crecimiento, lo que representa uno de cada cinco niños en el mundo". 

Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), indicó en voz de su Director General QU Dongyu, que "la pandemia de COVID-19 representa un peligro claro y patente para la seguridad alimentaria y la nutrición, en especial para las comunidades más vulnerables del mundo". 

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“Responder ante los acontecimientos económicos que limitan el poder adquisitivo de los hogares, requiere respuestas de políticas a corto y a largo plazo para salvaguardar la seguridad alimentaria y la nutrición”, indicó ese organismo. 

La propagación de la COVID-19 puede poner las cifras en un lugar nunca visto en la región latinoamericana. Así lo indicó el director Ejecutivo de Oxfam en Colombia, Carlos Mejía. 

De una manera conservadora podríamos hablar de unos nuevos 500 millones de pobres en el planeta, es decir, el 8% de la población total, de los cuales entre 35 y 40 millones perfectamente estarían en América Latina y de ellos, 22 millones probablemente en situación de pobreza extrema”, advirtió Mejía.

Una tragedia acostumbrada

Al margen de la coyuntura, la desnutrición ha hecho crisis muchas veces en los últimos años cuando trasciende en medios la muerte de un niño. Aunque aumenta o disminuye en términos estadísticos, nunca se ve como una enfermedad crónica.

Una muerte de un niño cada dos días es un escándalo al que nos acostumbramos, Incluso podrían ser muchas más, porque los niños desnutridos están más expuestos a que enfermedades de la infancia se hagan más graves. 

El médico pediatra MIguel Bayona, describió que “son niños que están más expuestos a que cualquier infección de la infancia, como pueden ser las respiratorias o las digestivas, van a ser mucho más graves y son niños que normalmente fallecen por estas enfermedades prevalentes en la infancia”. 

Eva tiene 19 años, es de San Sebastián (Magdalena), tiene tres hijos, vive con ellos y su esposo en una casa construida artesanalmente con maderos, tejas y plásticos. Ayer hubo suficiente comida.para todos.

-¿Cómo se reparte la comida para todos cuando no hay mucha?

-Poquitica, un poquito a cada quien,  pero a veces dejaba yo de comer por darle a mis hijos. Es muy difícil verlos sufrir.

Ella misma atendió su parto prematuro hace mes y medio. La pequeña Daniela Valentina nació baja de peso, recuperó más de 200 gramos pero aún no alcanza los 2 mil gramos.  Espera a que suba de peso para poder vacunarla.

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Las consecuencias no solo se expresan en la tragedia de las muertes, sino en la vida que llevarán quienes sufrieron de inanición en su niñez. El pediatra Bayona explicó lo que le hace la desnutrición en el cuerpo de los bebés y los niños.

“Son niños que sus capacidades cognitivas, emocionales y todo su desarrollo va a estar retrasado por esa falta de nutrientes que no va a recibir su cerebro. Cada una de las funciones de nuestro organismo van a verse afectadas”, dijo el médico.

A mediados de abril ya se habían reportado 4 mil 401 casos de desnutrición aguda, moderada o severa en menores de 5 años.

Aunque la cifra representa una disminución de cerca del 10% en comparación con el mismo periodo del año pasado, no es suficiente para compensar un crecimiento constante de la cifra desde 2016 cuando se registraron apenas mil 325 casos.

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Hace 12 años Colombia llegó a tener un 4,2% de su población subalimentada y aunque las estadísticas han mejorado, no se evade el drama humano de cada caso 

A lo largo de la historia reciente del país, la desnutrición hace crisis cada cierto tiempo, cuando las muertes le ponen rostro de niño a un flagelo que aunque sube y baja en términos estadísticos nunca se va, como una enfermedad crónica.

Más allá de la pobreza

Según la Organización de las Nciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), existe una estrecha relación entre la pobreza de un país y la nutrición, pero la riqueza de una nación no garantiza nada, porque el elemento clave para hallar la solución es la lucha contra la desigualdad.

Ese organismo insistió  en que “la repercusión final en la seguridad alimentaria y la nutrición depende de la cantidad de personas pobres que viven en el país y el grado de exclusión que sufren debido a las desigualdades”. 

Un país con sus habitantes más jóvenes desnutridos se condena a un largo plazo de ciudadanos menos capaces. Es por eso que la lucha contra este mal es global, pero a juzgar por las cifras, pareciera que esta lucha se está perdiendo.

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Hoy el planeta entero experimenta un retroceso en la lucha contra la desnutrición y vive una tendencia hacia mayores índices de hambre. 

“La disminución del hambre de la que el mundo se había beneficiado durante más de un decenio llegaba a su fin y que el hambre aumentaba de nuevo”, dice la FAO en su informe más reciente titulado: “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2019”.

Esa organización indica que 820 millones de personas siguen padeciendo hambre en todo el mundo. 

“También está aumentando lentamente en América Latina y el Caribe, aunque la prevalencia en la región todavía se sitúa por debajo del 7%”, puntualiza.

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Según la FAO, en Colombia el 4,6% de la población está subalimentada, cifra relativamente positiva en el contexto suramericano, cuyo promedio está en 5,4%. 

En comparación con los países del subcontinente, Colombia está en un octavo lugar de un conteo que encabezan cifras dramáticas como las de Venezuela (21,2%) y Bolivia (17,1%).

La Guajira, el epicentro del flagelo

De los 4 mil 401 casos registrados de desnutrición en menores de 5 años, Bogotá fue el territorio donde más casos se presentaron, con 730. Sin embargo, la región más golpeada sigue siendo La Guajira con 390 casos para una población 20 veces menor a la de la capital del país (473 mil habitantes).

En la lista de departamentos con más casos de desnutrición, después de La Guajira le siguen Antioquia (323), Cundinamarca (249) y Cesar (225).

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Bryner del pueblo Wayú, también es profesor, también sufrió de hambre en su infancia y nos confió su historia.

“El ver a familias que no tienen cómo conseguir comida es muy doloroso. Esa realidad de que si solamente  hay agua, es lo que se le da”, recordó.

La cifras indican que en Colombia la población indígena está en una vulnerabilidad particular 

De esos 4 mil 401 casos registrados, 838 ocurrieron en esta población, siendo particularmente dramática su situación en el Chocó y La Guajira. 

Mientras tanto, los escritorios de las altas cortes se llenan y se llenan carpetas con sentencias contra el Estado para detener las muertes. Según Armando Wouriyú Valbuena, vocero de Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), esa situación se ha convertido en un intento fallido notorio.

“Y es tan notorio que hay 13 sentencias de las altas cortes contra el Estado por la inacción ante el fallecimiento de más de 5 mil niños por desnutrición”, dijo el líder indígena.

Dijo que en el caso de La Guajira, hace mucho se requiere ir más allá de la indignación, a través de acciones reales de un Estado que nunca ha sabido llegar efectivamente a la península.

“No conozco acciones de Corpoguajira para detener los avances del desierto, no conozco acciones efectivas del Ministerio de Agricultura para salvar la ganadería de un pueblo que vive de eso, no conocemos las acciones del Ministerio de Salud para atender los hospitales rurales de Nazareth, Uribia y Manaure, tampoco conocemos la presencia real del viceministerio de las Aguas porque hacen especulaciones sobre la existencia de agua potable, pero ellos no atienden el agua rural de las familias Wayú, en fin, por eso es que no paran de morir los niños de la gente del desierto”, enumeró Armando.

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(Instituto Nacional de Salud)
 

No hay que perder de vista que la desnutrición es una condición prevenible, aunque representa el 17% de las causas de salud pública que prioriza el Gobierno Nacional, junto con la Enfermedad Diarréica Aguda (EDA) y la Infección Respiratoria aguda (IRA).

Las víctimas de la desnutrición no solo se enfrentan a un presente de hambre, sino que su futuro será signado por las consecuencias en su cuerpo y en su entorno. Muchos de los niños que no pasan de los 5 años y que sufren este flagelo, tendrán que enfrentar con menos herramientas una vida de vulnerabilidad.

Fuente

RCN Radio

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