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Migrantes venezolanos caminan
RCN Radio

El recorrido que emprenden los ciudadanos venezolanos cruza los departamentos de Atlántico, Magdalena y finalmente la Guajira, el recorrido comienza en el departamento del Atlántico.  

Desilusión e incertidumbre es lo que viven miles de ciudadanos venezolanos que, en el intento de establecerse en Colombia, en medio de muchas dificultades, no saben cómo responder a una nueva realidad de la cual no pueden escapar,  subsistir en medio de la pandemia.

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A duras penas con lo poco que pueden recolectar de diversas actividades informales y con la necesidad de cuidarse y buscar para comer, los migrantes intentan soportar las complicaciones de permanecer en suelo extranjero.

En municipios del Atlántico hay muchos testimonios de vida, del drama que experimentan los que llegaron escapando de su propia realidad.

Jorge Vecino es un vendedor venezolano, que luego de una falsa promesa de trabajo, llegó hasta el sector denominado ‘Villa Caracas’ en Puerto Colombia, buscando un futuro para su esposa y sus dos hijos. Siete meses después lo que anhela con intensidad es que lo apoyen en su deseo de regresar a Venezuela.

“Nos vemos afectados en nuestro negocio y lo poquito que hemos logrado ha sido duro, con esta situación. Estamos en una situación muy grave, muy mal con nuestra familia, pero la verdad, la cosa está complicada”, relató el migrante patriota.

‘Villa Caracas’ es uno de los barrios de invasión, que en el proceso de éxodo masivo, han ido surgiendo en la medida en que más venezolanos llegan para tratar de alcanzar el sueño de la libertad.

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Aunque maltratados, algunos lograban a medias el sustento diario, mediante la venta de tinto, lavado de carros y otras labores informales. Ahora, en medio del aislamiento, las cosas se han complicado y el ‘rebusque’ es incierto.

Mariana Torres es una humilde madre soltera, que mal vive con su familia en una habitación del barrio Las Nieves de Barranquilla. Cree que antes de seguir pasando hambre en otro país, prefiere regresar a su casa en Maracaibo.

“Estamos pasando duro aquí. Yo trabajaba en una comida rápida, como mesera y me iba bien, ganaba diariamente y con eso pagaba mi pieza y le mandaba a mi familia, allá en Venezuela, pero ahora como cerraron todos los establecimientos, todo es domicilio, las ventas bajaron y nos retiraron. Estamos pasando mucha necesidad, ¿qué voy a  hacer?, irme para mi país”, explicó la madre cabeza de hogar. 

Rumbo a la Guajira 

El departamento del Magdalena se ha convertido en ese corredor vial que une al Caribe colombiano con el departamento de la Guajira frontera con Venezuela, y por el que cientos de migrantes venezolanos buscan regresar a casa en medio de este aislamiento que ha duplicado el drama que ya venían viviendo.

 Familias enteras desesperadas han iniciado una larga caminata al no tener más opciones luego que fueran expulsados de los lugares en los que habitaban,  “usted sabe que ya nadie está trabajando vamos como 7 familias en total somos 20, adelante va una embarazada, adultos mayores y niños”,  expresó una de las mujeres que caminaban desde Santa Marta hacia Paraguachón.

Otros por su parte han logrado establecerse en el camino y dedicarse a vender sobre la troncal del Caribe,  sin embargo aseguran que la situación es crítica al no haber turismo en la zona.

Muchos esperan lograr pasar los 167 kilómetros que desde Barranquilla conducen hasta Palomino pasando en su camino por el departamento del Magdalena, pero la vida les juega una mala pasada, es el caso de una familia de 9 personas que en su afán por llegar a la frontera desde Cartagena se vieron involucrados en un accidente de tránsito en el que fallecieron cinco de ellos.

“Las mujeres y niños salieron de Cartagena, hicieron trasbordo a un bus que dijeron los llevarían hasta Maicao pero se explotó una llanta, ahí murió una mujer embarazada y cuatro personas más”, expresó uno de los familiares.

Desde el inicio del aislamiento se han presentado sobre la Troncal del Caribe en la vía que de Santa Marta lleva hacia La Guajira 20 accidentes de tránsito que han dejado  10 personas muertas y 52  más lesionadas, por su parte en la vía Barranquilla – Santa Marta se han presentado dos siniestros tipo atropello los cuales han dejado un muerto y dos heridos, en su mayoría las víctimas son de nacionalidad venezolana.

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La tierra prometida

Hace solo unos meses las imágenes de migrantes caminando para llegar hasta diversas ciudades de Colombia, eran frecuentes en La Guajira, los ciudadanos venezolanos cruzaban angustiosamente la frontera por el paso oficial o por las trochas huyendo de la dramática situación humanitaria en su país de origen.

Hoy el éxodo se repite, pero en reversa; miles de extranjeros que ya estaban establecidos en ciudades como Barranquilla, Cartagena o Santa Marta, han decidido regresar a Venezuela por la crisis económica, producto de la emergencia sanitaria por COVID-19.

La Guajira se ha convertido en la única vía “de escape” de los migrantes que han quedado atrapados; al llegar al departamento, los extranjeros deben de recorrer caminando más de 175 kilómetros desde Palomino en Dibulla, hasta Paraguachón en jurisdicción del municipio de Maicao a través de la troncal del Caribe.

Un viaje de penurias

Son las 12 del mediodía, el sol inclemente, reflejo de los 36 grados centígrados que se experimentan en el ambiente, acompaña a Reny Ortiz Barbosa, un hombre de 46 años que hace un año migró desde San Francisco en el estado Zulia de Venezuela hasta Cartagena en Colombia, buscando una mejor vida para él y su familia.

Lo encontramos en la vía, caminando; se le notaba agotado, pero afanado por llegar a su destino; cargaba un morral en el cual no solo iban sus pocas pertenecías, sino sus ilusiones, que según dice, se vinieron al piso a por la pandemia.

“No podemos hacer nada porque no podemos salir, no hay trabajo, no se consigue sustento, nos toca salir a las calles a pedir, ya no tiene ningún sentido seguir acá; yo vengo de Cartagena llevo tres días y dos noches caminando, esa la única opción que tenemos para viajar, porque tampoco hay transporte y lo peor es que en el trayecto nos quitan la ropa, nos roban y no nos dejan descansar en algunos sitios por el COVID-19”, expresó.

Llega un punto donde el agotamiento físico y las condiciones del ambiente hacen efecto; Reny no puede más y decide pedir ayuda y lo hace a su paso por Palomino; el ángel en el camino, es el padre Wilmer Silva Giraldo, párroco de la iglesia San Isidro Labrador, que no duda en brindarle el almuerzo y un espacio para descansar, por lo menos durante unas horas, así como lo hace con todos los que buscan su ayuda y con quienes permanecen en el corregimiento.

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“Ellos vienen con muchos temores y necesidades, vienen habiendo abandonado un empleo, algo que les servía a ellos para mantenerse donde se encontraban y para enviarle a sus familias, todos somos hijos de Dios así que es nuestro deber ayudarles”, dijo el párroco.

Son muchas las acciones solidarias, incluso de ciudadanos que al ver pasar a los extranjeros les entregan una pequeña bolsa con alimentos; sin embargo, no deja de existir la preocupación a lo largo de la troncal del caribe, teniendo en cuenta que en todos los casos, se desconoce el estado de salud y las condiciones sanitarias de los viajeros.

“El Gobierno debe protegernos, los migrantes que vienen sin control pueden contagiar a nuestra población, hay venezolanos que demoran hasta dos días en los pueblos esperando para pasar hasta su país”, manifestó Ricci Deluque, habitante de la frontera.

El alcalde de Dibulla, Marlon Amaya uno de los municipios de tránsito, dice que desde el punto de vista administrativo, no están dadas las condiciones para atender de manera integral a los venezolanos.

“No hay albergues para estas personas, ellos transitan y paran donde se sientan cansados y pasan su noche; para nosotros es una situación bastante compleja y lo que estamos haciendo es tratando que no se queden en el municipio. Hemos tratado de ayudarlos brindarles transporte hasta la zona de frontera, pero ha sido imposible porque no es autorizado”, señaló el mandatario.

En varias ocasiones, los temores de los nativos ante la movilización de los extranjeros, se han convertido en actos de xenofobia, una batalla que a diario trata de vencer el padre Wlimer Silva, quien es enfático en solicitar a las autoridades habilitar un corredor humanitario para que los viajeros puedan llegar a sus destinos.

 

“Necesitamos que haya disposición de las autoridades migratorias para que les permitan regresar hasta su país; de nada vale que ellos caminen durante horas exponiendo sus vidas y que al final sigan atrapados”, agregó el sacerdote.

Hasta el momento no se conoce una cifra exacta del número de migrantes que han llegado a Venezuela a través de la frontera en La Guajira, considerando que los migrantes se movilizan por trochas ilegales; sin embargo de manera controlada, han salido más de 2000.

Por: Adalis Medina, Nixon Carvajal y Aldair Rodríguez

Fuente

Sistema Integrado de Información

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