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Cementerio

La Fiscalía y la Unidad para las Víctimas llevó a cabo en Barranquilla la diligencia judicial de entrega de cadáveres y restos óseos a los familiares de dos víctimas de desaparición forzada y homicidio, identificados como José Escorcia Marimón, y Guillermo Bertel González.

Según las investigaciones realizadas por la Fiscalía, ambas víctimas fueron tomados por falsos positivos en diferentes periodos. Escorcia Marimon, a sus 42 años, había viajado de Barranquilla a Ibagué en busca de oportunidades de trabajo junto con su hijo Humberto; luego de dos meses, desaparece el 24 de mayo de 2008 de la Finca La Palmita, municipio de San Luis, en el Tolima.

“En unos periódicos de Ibagué habían salido noticias que ellos eran guerrilleros y extorsionistas, que las autoridades  tenían 6 meses buscándolos, y ellos tan solo tenía 2 meses de haberse ido para allá. Por eso cuando el fiscal nos contó todos los detalles, nos habló que todo eso era falso, porque se sabía que ellos eran hombres de bien, por eso agradezco que se limpie la memoria de mi “Joche” y mi nieto. Para mí todo esto ha sido duro, ellos no merecían morir así, pero haberles dado una despedida digna nos tranquiliza un poco”, expresó la señora Clara Elene Marimón, madre de José Escorcia.

En el caso de la víctima Guillermo Bertel, él desapareció en junio del 2007 mientras se encontraba en el municipio de Codazzi, Cesar. Medicina Legal del Cesar y la Fiscalía realizaron la exhumación de su cuerpo en noviembre de 2013 en el cementerio del mismo municipio.

La diligencia judicial se desarrolló con el acompañamiento de profesionales psicosociales de la Unidad para las Víctimas, el Ministerio de Salud, la Secretaría de Salud distrital y el Grupo de Búsqueda, Identificación y Entrega de Personas Desaparecidas -GRUBE, de la Fiscalía General de la Nación.

La entrega de los restos a los familiares se llevó a cabo en las oficinas de la Defensoría Regional del Pueblo de Barranquilla, en donde se les hizo una socialización y explicación forense de cada caso, permitiéndoles a los familiares conocer detalles de los hechos, los mecanismos de identificación con cada víctima, hallazgos en los restos óseos y resolver inquietudes del momento. Hubo un gran desbordamiento de emociones, pero el acompañamiento psicosocial les permitió a los familiares expresar sentimientos, sensaciones y liberar la tensión emocional.

Durante la jornada, la Unidad llevó a cabo con las familias un ejercicio de dignificación de la memoria de Escorcia y Nicanor a través de las fotografías que presentaron en la diligencia, y se construyó un homenaje para ser ubicado al momento de la ceremonia judicial.

Finalmente, el acto de inhumación o sepelio se realizó en la capilla del cementerio distrital Calancala con la participación de un sacerdote católico y un pastor cristiano, quienes realizaron los ritos acordes a las creencias de cada familia.

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