El Banco de la República lanza su proyecto 'El río: territorios posibles'
Una iniciativa que vela por el cuidado de los ríos en el país.
En los últimos años varios ríos colombianos han sido declarados por el Estado como “sujetos de derechos”, buscando garantizar las medidas necesarias para la protección, conservación y restauración de estas cuencas hídricas.
Partiendo de la premisa de que el agua es un patrimonio colectivo y que para gestionarla como recurso fundamental necesitamos generar una “nueva cultura del agua”, en 2010, el Banco de la República inició el proyecto Agua: un patrimonio que circula de mano en mano, a través del cual se ofreció información sobre las cuencas hidrográficas colombianas y se intentó crear un lazo afectivo que le permitiera a la ciudadanía apropiarse del concepto: “yo vivo, yo habito y yo afecto un entorno”.
Como continuación, 10 años más tarde surgió El río: territorios posibles, un proyecto que se desarrolla en 29 centros culturales en donde se producen diferentes herramientas de mediación cultural, física y digital; sumándole una programación académica que abarca distintas perspectivas sobre ríos, fortaleciendo conocimientos que se tienen sobre ellos.
Este se destaca a partir de tres ejes temáticos:
Cómo se vive: aborda relaciones sociales que se generan alrededor de los ríos, ya sean económicas, ambientales o culturales.
Cómo se cuenta: Incluye narrativas históricas y artísticas sobre los ríos colombianos.
Cómo se proyecta: Busca reflexionar acerca de los retos y necesidades que se requieren para garantizar su preservación.
Hasta la fecha, ya se han realizado más de 60 conferencias, talleres y charlas. Si desea conocer más sobre esta iniciativa, haga clic aquí.
Además, se realizarán diferentes conferencias hasta el 11 de noviembre a las 11 am, en donde se le da voz a los expertos y expertas con el objetivo de reflexionar, participar y lograr una mayor conexión con los ríos.
Noviembre 2
Hablemos del Río: Cantos para la vida y la muerte en la cuenca del Atrato
Natalia Quiceno Toro: Profesora e investigadora asociada al grupo Cultura, violencia y territorio del Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia. Doctora en Antropología Social de la Universidad Federal de Rio de Janeiro.
¿Qué nos enseñan las vidas de las cantadoras, sus voces y cantos sobre los diversos modos de habitar la continuidad de la violencia en tiempos de búsqueda de la paz?
Esta presentación estará guiada por tres viñetas etnográficas que hablan de los cantos como dispositivos para hacer y narrar la vida, para hacer el río y la comunidad. Inspirado en la tierra como imagen de la lucha por el reconocimiento de la propiedad colectiva en la década de los noventa.
Con la participación de Luz Marina Cañola, cantadora, compositora, promotora de salud y lideresa de la comunidad de Pogue, río Bojayá en la cuenca del río Atrato.
Noviembre 9
Hablemos del Río: La despedida del alma: explorando los lazos entre vivos y muertos a través de los cantos de alabaos en el Medio San Juan chocoano
Marcela Pinilla Bahamón: Antropóloga de la Universidad Nacional de Colombia con maestría en Antropología social de la Universidad Federal de Santa Catarina, Brasil.
Esta conferencia se enmarca en la investigación realizada entre 2014 y 2018, en el departamento del Chocó, la cual buscó dar a conocer y ampliar la documentación de estas prácticas vocales y culturales tradicionales fundamentales para el patrimonio espiritual de los pueblos afrocolombianos del litoral Pacífico.
Para finalizar, como otra vertiente del proyecto, surgió El Río: territorio sonoro, una propuesta que busca conectar a diferentes públicos haciendo un llamado a la protección de los ríos y fuentes hídricas ya que de estos depende en gran medida el equilibrio del ecosistema y la continuación de la vida misma. Surge en el Centro Cultural de Buenaventura y hace parte de “El Río: territorios posibles”.
Las vertientes Caribe, Catatumbo, Pacífico, Orinoquía y Amazonas son las protagonistas de este paisaje acústico que permite estimular la imaginación, de tal forma que, sin salir de casa, sea posible despertar con los sonidos del amanecer en Norte de Santander, recorrer las planicies en las que resuenan los cantos de vaquería de los Llanos orientales, reconfortarse al son de un arrullo del Pacífico colombiano e impresionarse por la agitada vida en el valle del río Magdalena.
