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El terremoto sorprendió a Yuli, sola y anestesiada

Juliana Andrea Acosta, camiseta roja, junto a sus familiares. Foto RCN Radio

[imagewp:201057] Juliana Andrea Acosta, camiseta roja, junto a sus familiares. Foto RCN Radio

El plan de Juliana Andrea Acosta, una yumbeña de 34 años, cuando llegó a Puerto Viejo Ecuador hace dos semanas, era pasar 15 días al lado de sus padres, quienes desde hace varios años residen en esta turistica zona costera del vecino país donde viven del comercio de mercancías.

Sin embargo el destino le tenía dos grandes retos que pusieron en peligro su vida, el primero, un ataque de apendecitis que la llevó al quirofano a una cirugía que no daba espera.

El segundo fue digno de una película de terror, 20 minutos después de culminado el exitoso procedimiento y aún bajo el sopor de la anestesia, le tocó padecer impotente, el devastador terremoto que cobró la vida de centenares de personas y miles de heridos.

Viví el terremoto anestesiada, no podía obviamente pararme, no sentía mis piernas, fue bastante dificil y mis papas en ese momento no estaban conmigo, recordó Yuli, como cariñosamente la llama su numerosa familia, que la esperaba a la salida de la zona de embarque del aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón de Palmira, al que llegó al caer la tarde del sábado, una semana después del pavoroso sismo.

El remezón se le hizo eterno, escuchando el trepidar de las paredes, los gritos del personal de la clínica que huían despavoridos, fue algo de mucha angustia y pánico, de no saber donde estaban mis papas. De verdad entre en un momento de mucha desesperación, repitió la joven residente en el barrio Bellavista de la Capital Industrial del Valle del Cauca.

Juliana Andrea además de soportar el infierno de la naturaleza, tuvo que padecerlo sola en la habitación y solo se acordaron de ella 20 minutos después del sismo: de hecho mi camilla terminó en la mitad de la habitación después del terremoto... de milagro no me caí al suelo.

Para fortuna de la joven, la clínica, a pesar de que sufrió serios daños, no se derrumbó, eso le salvó la vida. Ella fue evacuada hasta el parqueadero del lugar, donde siguió su proceso de recuperación, hasta el sábado anterior, cuando fue trasladada en un avión de la FAC a su tierra natal.

En Puerto Viejo quedaron sus padres, recuperando las mercancías que no sepultó el terremoto, mientras ella y su tía Luz Adriana, quien la acompañó en las malogradas vacaciones, retornaron al país para contarle a sus familiares y vecinos como le ganó a un terremoto de 7.8, pese a estar anestesiada.

A propósito ¿Y de las vacaciones? -Nada!!!... jajajaja-.