Rita 5:30, la muñeca de Bogotá abandonada en el Parque Nacional

En un costado del Parque Nacional se encuentra el monumento del maestro Enrique Grau, que al momento de su instalación en el año 2000 fue bautizado como Rita 5:30, aunque hoy en día la gente lo conozca coloquialmente como “la muñeca”.

Han sido 17 años en los que esta escultura, de dos metros de alto, ha servido como punto de referencia para miles de transeúntes que acuerdan encontrarse en la Carrera 7 con Calle 39. Sin embargo el actuar de los vándalos hoy en día la tiene en un estado de abandono que opaca su belleza.

Sus imponentes piernas, que en forma tridimensional juegan al contraluz con quienes la ven, se encuentran grafiteadas por personas que, según cuenta un de los vendedores ambulantes del sector, “no tienen la más mínima idea de lo que significa para muchos de los que estamos aquí y podemos sentarnos a mirarla todos los días”.

Rita es un homenaje a la regeneración étnico-urbana y forma parte de las ocho esculturas que se instalaron en Bogotá hace más de una década. Su valor además de ser un simbólico homenaje a la raza, radica en que es la única escultura del artista que se encuentra en Bogotá.

“Al instalarse en el entorno urbano la obra de arte toma como función la educativa omnipresencia de la cultura, señalando además de sus formas y sus vacíos las intenciones patrocinadoras y las diferentes valoraciones del pasado con la integridad institucional”, dice su placa, instalada tres años antes del fallecimiento de su autor en 2003.

El problema de “la muñeca” no es la falta de atención, ya que en diferentes oportunidades el Distrito la ha restaurado y recuperado su majestuosidad, sin embargo, según cuenta la gente que circula por sus alrededores todos los días “más demoran en arreglarla, que en ver a los vándalos llegar a pintarla nuevamente con letreros y pegarle papeles”.

Mauricio Uribe, director del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, aseguró que en las próximas semanas Rita 5:30 será restaurada en medio del programa de intervención de monumentos de Bogotá que vienen realizando, pero pidió compromiso de la gente en su cuidado.

“De nada nos sirve llegar todos los días y arreglarla, si tan pronto nos vamos aparecen los que no quieren a la ciudad a dañarlos (...) el arte se debe proteger y lo que estas personas hacen al pintarlos está lejos de considerarse artístico, necesitamos que la comunidad se una y evite que dañen nuestros monumentos”, dijo Uribe.

Tal vez los transeúntes no sepan que se llama Rita, ni mucho menos que la hizo Enrique Grau, los vendedores ambulantes son sus custodios y ella les agradece con su compañía. Grau no es colombiano, sin embargo sus obras forman parte del paisaje bogotano, algo poco apreciado.