Cargando contenido

Ahora en vivo

Seleccione la señal de su ciudad

Un niño indígena colombiano camina a orillas del río Amazonas.
Un niño indígena colombiano camina a orillas del río Amazonas.
AFP

En el Amazonas la naturaleza prepara todos los días un espectáculo y la algarabía de las aves y los animales son la demostración del vigor de un lugar tristemente intervenido por la mano del hombre.

Por un lado está la imagen terrible de la desaparición de los pueblos indígenas, el arrasamiento del entorno desde la época de las caucheras y la Casa Arana y ahora como un drama moderno, las quemas provocadas en los bosques y la consecuente contaminación.

Le puede interesar: Niños del Catatumbo se quedaron sin clases por paro armado

A pesar de las eternas amenazas contra el equilibrio natural del considerado pulmón del mundo, el Amazonas significa, como dice uno de las canciones representativas compuesta por Pedro Bernal, “el agua para saciar la sed” y “el nativo para querer”.

La historia de esta zona ha sido construida de leyendas ancestrales como la del wirapuru que nació cuando un indio era disputado por todas las jóvenes de la tribu y tras ser muerto por un rival, desapareció transformado en un pájaro.

Nadie lo ve desde entonces y por ello tradicionalmente se han contado historias de miedo sobre su presencia invisible en todos los recovecos de la selva.

Dicen que un dios envidió las virtudes de un apuesto guerrero y decidió convertirlo en delfín rosado y desde entonces está condenado a bailar por el Amazonas y por los lagos, sin que las mujeres puedan huir a sus encantos.

También en las aguas torrentosas de los ríos de esta región habita el pirarucú, un pez fuera de lo común, que en algunos dialectos indígenas significa “pez muy grande” o “pez rojo”.

Los sentidos se llenan de este paisaje eterno construido de caobos y cedros, plantas medicinales, flores silvestres, helechos, musgos y plantas acuáticas.

El Amazonas está lleno de historias singulares y de nombres tan sonoros como Leticia, Puerto Nariño, La Pedrera y Tarapaca.

Conmueve esa presencia indígena incomprendida y maltratada, que como señalan algunos antropólogos, son una especie de seres superiores que tienen la capacidad de entender lo que ocurre en ese entorno magnífico.

En contravía de los depredadores que pretenden ocupar su territorio para actividades ilícitas, los indígenas parecen ser los únicos que entienden que el entorno no se puede avasallar, y contrario a la percepción general, su espíritu se vuelve más complejo para afrontar la complejidad de ese mundo en el que habitan.

Este territorio tiene una importancia inadvertida de encuentros y desencuentros de los imperios de España y Portugal, lo que ha llevado a borrar mapas, a reconstruir luego los límites y a desdibujar esas líneas imaginarias que llaman fronteras.

Le puede interesar: Jefes, obligados a dar dos días ‘libres’ por año a sus trabajadores, ¿Por qué?

Esta zona de mitos de ríos y selva, de hombres que se han amurallado en 28 etnias para resistir, ha jugado un papel fundamental en las relaciones con Brasil y Perú.

Solo recordar que en esa dinámica internacional, Leticia fue primero administrada por Perú y ha sido el único sitio de Colombia que ha provocado una guerra.

El Amazonas es una tierra singular construida por el cruce de sangre de los habitantes de tres países con mentalidades, costumbres lenguajes y dialectos y distintos.

Esta historia nos acerca a la ancestralidad y las vivencias de un pueblo vigoroso, incomprendido y lejano para muchos.

Fuente

Sistema Integrado de Información

Encuentre más contenidos

Fin del contenido.