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Electrodomésticos
Catherine Nieto, RCN Radio

Todas las mañanas, cuando el reloj marca las 8:30, don José María Acevedo Alzate llega a la compañía que fundó hace 79 años a trabajar en lo que más le gusta: la innovación, la producción y el servicio, modelo que hoy a sus 100 años de edad lo convierten en el empresario más longevo de Colombia.

Hacia 1935, la extrema pobreza lo rodeaba, pues recuerda que, habitando en la comuna 8 de Medellín, en su familia se debía cocinar con leña, carbón o petróleo, condiciones que lo llevaron a inquietarse por diseñar una parrilla que más adelante le regaló a su mamá y que le abriría las puertas para la que hoy es considerada la compañía pionera en fabricación de electrodomésticos a nivel nacional, con presencia en cerca de otros 15 países.

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Acevedo, quien nació en el barrio Enciso de Medellín, recuerda que su espacio era “una casita que tenía una alcoba con cuatro camas, de una necesidad máxima. "Mi yo interno me decía que no era justo vivir en esas condiciones”, relata el empresario.

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Su padre, un humilde carpintero de raíces paisas, lo veía como un hombre sobresaliente en comparación con sus tres hermanos, con quienes a su vez, se encargaban de ir en busca de leña para cocinar, aunque la encargada de la cocina era principalmente su mamá.

“Era espantoso porque nosotros, de ocho, nueve o diez años, íbamos al monte a coger leña para cocinar en la casa, y entonces propuse hacer las estufas eléctricas que reemplazaban ese sistema de humo que le daba enfermedades a las personas. Ahora, no solamente surtimos a Colombia sino que también exportamos”, dice Acevedo. 

Esa idea de crear la estufa eléctrica se empezó a materializar, gracias a un curso de electricidad que sumado a la compra de un taller por 90 pesos y cuya negociación partió de $120, así como de interminables caminatas para ahorrarse los cinco centavos del transporte, siempre con el ánimo de emprender, lo llevaron a hacer realidad su sueño.

“Me dediqué a hacer y a ganar lo necesario para vivir bien, primero que todo, después todo lo que se ganó en los productos que se hacían nos dedicamos al crecimiento porque, el estar dispuestos a reinvertir en el negocio es una de las claves”, afirma el empresario. 

Fue así como la parrilla y posteriormente una cocineta encendieron un emprendimiento que hoy se conoce como Industrias Haceb, pionera en materia de electrodomésticos en Colombia y cuyas utilidades superan los 800 mil millones de pesos al año, aunque al comienzo todo fue austeridad.

Posteriormente, la creación del nombre se dio por cuenta de su idea inicial de llamarse Jacev, al juntar la inicial de su nombre con su primer apellido, pero recomendaciones comerciales lo asesoraron de hacer ciertos cambios para finalmente bautizar su compañía como Haceb, hasta la actualidad. 

Héctor Arango, presidente de la Junta Directiva de la multinacional, expone algunas funciones que desempeña el fundador. “Don José tiene un equipo de trabajo técnico con el que se reúne para mejorar o crear productos, ve los prototipos y sigue todos los días en el trabajo de mejorar los productos, de hacerlos más eficientes o de crear nuevos”, expone Arango.

En cuanto a la personalidad, Arango destaca que “es un hombre excepcional desde el punto de vista humano, nació para servirle a los demás, para estar en función de su familia, de sus trabajadores y satisfacer las necesidades de sus consumidores. Don José es un apasionado por el servicio”, relata.

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El fundador de esta multinacional, que cada día recorre los pasillos de su fábrica, asegura que el secreto de su larga vida está en seguir trabajando, por ello no concibe sus días en otro lugar que no sea allí, donde además juega algunas partidas de ajedrez, lo que según considera le ayuda a pensar en cómo dar el siguiente paso.

En cuanto a la antigüedad de trabajo, a don José le sigue el señor Pedro Bedoya, el primer trabajador que llegó a la compañía hace 80 años y quien desarrolla la labor de caminar las plantas para supervisar su funcionamiento, “es un veedor del patrimonio de los procesos técnicos de la compañía y especial en servicio”, cuenta don José.

La era digital

El dueño de esta empresa afirma que aunque sus herramientas fueron el lápiz y el papel, admira el modernismo de la era digital.

“Es un progreso que va con una rapidez extraordinaria y se queda uno completamente asombrado, no he querido entrar en ese campo porque sé que los años que puedo vivir son muy poquitos", cuenta.

Señala además que "a mí me toco con lápiz, papel y un borrador para aprender las cosas que necesitaba en ese tiempo, es decir, estoy aceptando y admirando el modernismo, y veo que viene un tiempo en que las personas van a estar atacadas por estos arreglos, ya que pueden hacer un trabajo cualquiera, con solo prender unos botoncitos y no me creo capaz de hacer eso en los pocos años que voy a tener vivo”, señala el empresario.

Aunque este inventor solo logró cursar hasta quinto de primaria, sus 80 años de trabajo dedicados a la invención, lo llevaron a recibir, hace un par de meses, el título de Honoris Causa en Ingeniería de Productividad y Calidad, el cual se suma a otros reconocimientos que van desde haber recibido las llaves de Copacabana, hasta la Cruz de Boyacá.

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El progreso de su compañía, que nació con una cocineta, lo destaca además por la alianza que hizo con la internacional Whirlpool, fabricando actualmente productos de calefacción, refrigeración, lavado, electromenores  y servicios especiales.

A pesar de su éxito, don José sigue siendo ese hombre común y corriente que pasa sus días en sus instalaciones industriales, en medio de las montañas de Copacabana, Antioquia, rodeado de una familia de 3.500 empleados y generando ideas, pues considera que a sus 100 años, aún le falta mucho por descubrir.

Al preguntarle de qué se arrepiente en la vida, su respuesta es contundente: De que me tenga que morir muy joven con 100 años,  espero cumplir el sueño de vivir más de 100 años para seguir sirviéndole a la humanidad.

Fuente

RCN Radio

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