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Producción de plástico con cáscara de maracuyá.
SENA

El personal del Sena en Villavicencio logró patentar el proceso de fabricación de un bioplástico a base de cáscara de maracuyá tras una investigación que duró aproximadamente 8 años con la dirección de la instructora Luz Stella Henao Díaz del Centro Agroindustrial del Meta.

Esta innovación a diferencia de sus principales competidores en el mercado colombiano, que utilizan como materia prima para su fabricación, papa, yuca y maíz; usa material generalmente arrojado a las basuras o que es utilizado en la creación de fertilizante.Le puede interesar: Manejo y control de plagas y enfermedades en los cultivos de papa

Según el Sena, la patente de Invención fue registrada ante la Superintendencia de Industria y Comercio mediante la resolución 6925 de 2021.
 

"Comprende los derechos de propiedad intelectual bajo el título de Material bioplástico biodegradable obtenido a partir de albedo de cáscara de maracuyá y proceso de obtención del mismo, lo cual faculta al Sena para continuar con su investigación, desarrollo y producción", indicó la entidad.

La ingeniera de Alimento Luz Stella Heno, explicó cómo logró la idea de esta innovación.

"El 70% de peso total de la maracuyá normalmente es desechado; es allí donde mi experiencia como madre de 4 hijos influyó en mi actuar profesional, pues como madre busco aprovechar cada gramo de nuestros alimentos; por lo que inicié usando la cáscara como agente espesante de jugos, la producción de bocadillo y de películas comestibles. Fueron estas últimas las que me llevaron a investigar su aplicabilidad en el área de los plásticos biodegradables”, dijo.

Agregó que: "para la producción de este biopolímero, la cáscara es sometida a una hidrólisis ácida por calentamiento, luego son añadidos plastificantes e impermeabilizantes orgánicos y humectantes; para finalmente pasar por un proceso de secado. Todo el proyecto por el momento es desarrollado de manera artesanal, esperando ser extrapolado posteriormente a un proceso industrial".

Con las bolsas, producto de este proceso, pueden ser usadas para transportar productos secos, pues al ser expuestas a la humedad inician su proceso de degradación sin generar ningún tipo de toxina; siendo más resistentes que las bolsas convencionales de papel.

Además, una vez degradadas pueden ser utilizadas como fertilizantes orgánicos o tratadas nuevamente para la construcción de materas u otros utensilios.

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En promedio el Sena invirtió para este proyecto $95 millones en cada una de sus tres fases de investigación, provenientes del programa SENNOVA.

El principal atractivo de nuestra invención radica en que para su fabricación es utilizado material considerado como un desecho en los procesos de producción industrial de la pulpa o en la fabricación de jugos; mientras que contrapartes como las bolsas hechas a partir del almidón de yuca, papa o maíz, deben sacrificar el material que originalmente es pensado como un alimento; este hecho también hace que pueda ser superada la desventaja de los costos en su producción, frente a los productos derivados del petróleo; pues en sí misma la cáscara no tiene precio, luego de que la pulpa es aprovechada”, afirmó la instructora del Centro Agroindustrial del Meta.

Fuente

Sistema Integrado de Información

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