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Los insectos contienen vitaminas, proteínas y minerales que contribuyen en el organismo del ser humano.
Sujeto muere al ser succionado por una máquina para preparar hamburguesas.
AFP

La Unión Europea permitió en 2018 la exploración de los insectos como proteína para el alimento humano. En ese momento, Bélgica diseñó y exploró el potencial alimenticio que poseían estos animales con el objetivo de contribuir con el medio ambiente.

Maité Mercier, creadora de Little Food, la primera granja urbana en la ciudad de Bruselas que produce y cría grillos para la venta y comercialización del producto dijo que su idea es encontrar una proteína ‘verde’ para los consumidores sensibilizados con el medio ambiente.

En su proyecto se han tenido en cuenta aspectos nutricionales de la alimentación y así proponer una alternativa a la carne que aporte diversificación a sus platos.

Lo que busca la bioingeniera es diseñar una hamburguesa con proteína de grillo que remplace el consumo de carne de res, una de las que más contamina el medio ambiente.

Maité Mercie considera que será una lucha larga, pues el mundo no está dispuesto a cambiar el nicho de mercado y aún genera controversia los alimentos poco convencionales en gran parte del territorio.  

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La empresa que por el momento es financiada con fondos propios, en el que facturan alrededor de 200.000 euros anuales, busca sensibilizar a la población con otras alternativas que modifican el círculo eco sostenible del planeta.

“Durante mis estudios vi que teníamos un problema sanitario y ecológico en cuanto al consumo de carne. Pensé en las algas y los insectos como alternativa, pero creo que estos últimos encajan mejor en nuestra cultura culinaria y son más interesantes a nivel gustativo”, explicó.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en más de 112 países alrededor del mundo consumen insectos como México, Tailandia, Finlandia, Reino Unido, Austria, Suiza y ahora Bélgica.  

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Mercier sostiene que, “sin saberlo”, el consumidor europeo ya ha incluido al insecto en su dieta, a través de sustancias como el colorante rojo extraído de la cochinilla, popular para la fabricación de gominolas, postres o sucedáneos de pescado, un recurso también utilizado en cosmética.

“Culturalmente no tenemos costumbre, pero tenemos ya mucho vínculo con el insecto. Comemos miel, que produce un insecto, y crustáceos como las gambas o el cangrejo son de la misma familia. Los grillos son las gambas de la tierra”, aseguró.

Cabe destacar que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura aprobó más de 1.600 especies de insectos para el consumo humano, entre los que se encuentran saltamontes, grillos, cucarachas y gusanos de seda.

Diferentes organizaciones ambientales y gobiernos aseguran que se trata de un “super alimento” ya que tiene alto contenido de vitaminas, proteínas y minerales que contribuyen en el organismo del ser humano. 

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