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Para un camellero, su camello es muy preciado.
AFP

Dos camellos esperan cara a cara para lanzarse el uno contra el otro, en el oeste de Turquía, donde algunos turcos intentan preservar una tradición que se remonta a los años 1830.  

Los camellos muerden las patas de su oponente para desequilibrarlo. Las batallas, de entrada libre, duran unos minutos, hasta que uno de ellos tumba al otro o huye.  

Muchos de los duelos terminan en empate. Los propietarios se enfadan y presionan a los camellos para que peleen pero el animal a veces parece no estar interesado.  

El primer día los camelleros hacen desfilar a sus campeones por la ciudad. Los camellos son adornados con coloridas telas bordadas, guirnaldas de campanas y banderas turcas. Un jurado luego elige al animal más bello como ganador. 

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"Obviamente, todos encuentran que su camello es el más hermoso", admite uno de los camelleros, Erol Bilgin, mientras acaricia con ternura a su Kara Elmas (diamante negro) y quita un trozo de paja del pelaje grueso del animal, "tranquilo, respetuoso y sensible". 

Las asociaciones de defensa de los derechos de los animales hacen llamados regulares a detener los combates porque los consideran crueles.  

Los organizadores sostienen que hacen todo lo posible por proteger a los camellos y que atan una cuerda alrededor de sus hocicos para limitar mordiscos.  

"La cultura de los camellos se desvanece, pero nosotros deseamos hacer que perdure", explica el alcalde Dahi Zeynel Bakici. 

La tradición turca se remonta a la época de Yörük, un pueblo nómada heredero de los antiguos guerreros selyúcidas, que llegaron a Anatolia en el siglo XI. Pero la primera pelea organizada formalmente en la región tuvo lugar en los años 1830, según Devrim Ertürk, sociólogo de la Universidad Dokuz Eylül de Selçuk.  

En un principio los camellos cargaban mercancía hacia los puertos del oeste de Turquía. "Y los camelleros comenzaron a organizar las peleas de camellos" allí donde se instalaban, detalla Ertürk, que es dueño de dos camellos, uno de los cuales es un macho de dos años que él planea hacer pelear. 

Hay 90 combates programados entre diciembre de 2018 y marzo de 2019 en la región que va desde Canakkale a Antalya (518 kilómetros), una temporada con poca actividad en el sector agrícola por ser invierno.  

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"Para un camellero, su camello es muy preciado, los propietarios hacen cuanto pueden para que no sufran", insiste Ertürk. "Muchos de ellos llevan los nombres de los hijos del camellero. Mi padre le puso el mío, Devrim, a uno".   

Además de los combates, se organiza desde hace tres años un simposio internacional sobre camellos en Selçuk, con aproximadamente 100 participantes en la última edición.  

Según Bakici, el objetivo es conservar las tradiciones relacionadas con los camellos, como las peleas, y hacer que la UNESCO las incluya en la Lista de Patrimonio Mundial. 

"Venimos desde muy lejos, así que ayer estaba un poco agitado (el camello), pero aquí pudo relajarse antes de la pelea. Él sabe lo que le queda por delante" comenta Bilgin.  

Alrededor de la arena, a pocos minutos de la costa, más de 2.000 personas se instalan en mesas para hacer picnics y apoyar a sus camellos favoritos. Compran asados, sándwiches y salchichas en puestos certificados como "100% carne de camello" mientras esperan el inicio del espectáculo.  

Los espectadores, que en su mayoría son hombres, disfrutan con un vaso de raki (bebida alcohólica anisada) mientras recitan unos versos del Corán y esperan el inicio de las festividades. 

Bilgin lleva a su camello a la arena y lo coloca frente a su rival. Los dos animales batallan, se arrodillan varias veces pero ninguno cae.  

"Estoy tan emocionado, luchó muy bien, más allá de mis expectativas, estoy realmente orgulloso", exclama mientras acaricia a su camello.  

Fuente

AFP - Sistema Integrado Digital

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