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El drama de los jóvenes en Colombia, según el diario El País

El asesinato de Julián Taborda en Medellín, un adolescente de 15 años reconocido en la ciudad por ser mimo y que soñaba con ser payaso, es una claro reflejo del drama de los jóvenes en la guerra, así lo destaca hoy el diario El Pais de España con su crónica titulada "El silencio perpetuo del niño mimo".

Desde que tenía ocho años Julian soñó con ser payaso, recuerda su madre Rosa Amelia Nanclares Ceballos mientras vela a su hijo, "Cuando Julián, en una de las infrecuentes salidas al centro de Medellín, vio a un individuo de cara blanca, nariz roja y overol de pepas de colores, nunca antes visto por sus ojos, que invitaba con un megáfono a seguir a un restaurante".

—Mamá, yo quiero ser payaso.

—¿Payaso? ¿No has pensado en ser un policía o en ser un conductor? —le preguntaba Rosa Amelia Nanclares Ceballos.

“Cuando hacía figuras en la casa y nos hacía reír, yo le decía: ‘Ahh, ¡este payaso!”, rememora la abuela María Ester Ceballos, quien permanece sentada frente del féretro, empuñando una foto de su nieto.

A su turno Gerardo Pérez un líder social en Medellín que conoció las luchas de este muchacho al que ahora despiden, reprocha la hostilidad como la gente más pobre es olvidada en una ciudad que figura en el mundo por sus avances empresariales y sociales. “Nosotros no logramos entender la complejidad de la pobreza en una ciudad que se muestra como la más moderna, la de mayor infraestructura. Siempre me acuerdo de un teórico que decía que lo peor de la pobreza es la indignidad que nos produce a los que no somos tan pobres”.

El diario el País de España, también destaca "La lucha de la vacuna", para llegar a Altavista donde vivía el joven asesinado "hay que pasar una vía estrecha hacia el occidente de Medellín, bordeada por un entramado de casas de ladrillo. Afuera se ven pequeños grupos de jóvenes arrellanados en las esquinas, como haciendo nada. “Este es el territorio de la banda Los Chivos”, avisa un agente de la Sijin, de la policía, que va camino hacia la loma".

"Se trata de un combo armado de unos 30 integrantes que provienen de la raíz de una misma familia (al patriarca le decían El Chino) y que se repliegan en la parte baja de la localidad. El 11 de marzo del año pasado mataron a uno de sus integrantes: Antonio José Suaza Ramírez, lo que devino en balaceras que taladraron paredes y cuerpos de día y de noche".

Según fuentes judiciales, Los Chivos son hoy por hoy una rueda suelta. Están enfrentados con el combo de Buenavista y con Los Pájaros, que a su vez están aliados con La Oficina de Envigado.

La guerra es también con los grupos de la parte de arriba, que es por donde vivía Julián: estos son La 14, La Perla y otros que sirven como franquicias a la banda criminal Los Urabeños. Sí, Los Urabeños que hace cerca de dos años llegaron a Medellín para disputarse gatillo con gatillo las colinas donde parasitan 119 bandas al servicio del narcotráfico.

De ahí que se hable de fronteras invisibles, donde cruzarlas puede acostarle la vida como le sucedió a Julian.

Según destaca el diario español "No es este un conflicto en el que alguno de los bandos tenga la razón. Nadie la tiene. Es la avaricia de tener el control del territorio lo que les alienta a darse bala. Aquí no hay convicciones, aquí lo que hay son mejores postores. Y en medio, los niños, los muchachos; últimamente, los artistas".

Según algunos habitantes de Altavista el caso de Julian demuestra que la lucha esta perdida contra el crimen organizado en Medellín. “Es penoso que un niño se nos vaya de esta manera. Más aún con la cruda violencia que vive hoy la ciudad de Medellín. Solidaridad gestual para la familia de este joven, de este payaso, de este carablanca. Los payasos, los mimos, lanzamos nuestro gesto de rechazo contra esta injusta muerte, contra esta ciudad que esconde a sus muertos. Los payasos de Medellín, los niños del mundo se han manifestado. Hoy los mimos hablan: que en paz descanse Julián”.