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Masacre de Columbine
Personas recuerdan a las víctimas de la masacre en el Columbine Memorial, en el Clement Park en Littleton, Colorado.
AFP

Uno de ellos vio a los asesinos, otro solo escuchó los disparos que le quitaron la vida a 13 personas. Dos sobrevivientes de la masacre en la secundaria Columbine recuerdan aún claramente el horror que vivieron hace 20 años.

Y las heridas, aún sin sanar, vuelven a abrirse cada vez que un nuevo tiroteo sacude Estados Unidos.

Amanda Duran, que tenía 15 años cuando ocurrió la matanza en la escuela secundaria de Columbine (Colorado), dijo a la AFP que ataques posteriores como el de Las Vegas en 2017, en un festival de música country, o el ocurrido en un instituto en Parkland (Florida) le hicieron "perder los estribos".

"Por 19 años estuve triste y con el corazón roto, pero ahora realmente lo que estoy es furiosa".

Duran tiene aún muy fresco el recuerdo de aquel 20 de abril de 1999. Tenía una cita con el consejero de la escuela porque tenía problemas personales en la institución.

Estaba en la biblioteca, esperando a la reunión cuando comenzó a escuchar "sonidos chasqueantes". Al instante, entraron dos estudiantes armados, eran Eric Harris y Dylan Klebold, a quienes no conocía.

Se metió bajo una mesa a buscar refugio.

"Escuché un 'boom' muy cerca, cuando le dispararon a una niña que estaba a mi lado", rememoró. "Me quedé sorda [por la explosión] y en ese momento pensé que seguro sería la próxima".

"Así que me acurruqué muy, muy apretada, puse los brazos encima de mí así y contuve la respiración, me preparé para que me dispararan en las costillas. Sólo esperé, esperé".

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Al mismo tiempo, Alisha Basore, que entonces tenía 17 años, se dirigía a su clase de arte cuando escuchó los estallidos de las armas y la estampida de estudiantes despavoridos. Ella logró escapar con dificultad pues se recuperaba de una herida de bala -coincidencia- que recibió en un accidente cuatro meses antes.

"Las balas no rozaron mi rostro ni nadie me apuntó un arma a la cara, nada de eso", indicó.

"Pero lamentablemente eso no hizo menor el trauma ni facilitó lo que siguió semanas, años después: funerales, el saber que tus amigos fueron asesinados, saber que alguien con quien hablaste ayer era una de las víctimas".

"Bestia viciosa" 

Columbine se convirtió entonces en el mayor tiroteo escolar en la historia de Estados Unidos, un país que estaba en estado de choque.

Esta semana las alarmas se dispararon en Littleton, donde queda la secundaria, después de que una mujer que estaba obsesionada con la masacre, según las autoridades, viajara a Colorado (centro) y comprara armas.  

Las fuerzas de seguridad emprendieron una búsqueda intensa de la joven Sol Pais, de 18 años, que apareció muerta el miércoles en un aparente suicidio.

Pero la ansiedad, el miedo, es algo que los sobrevivientes enfrentan todos los días.

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Alisha, que se formó como peluquera, desarrolló por ejemplo un problema de bulimia, que todavía sufre.

"Es una bestia viciosa que no se va, con la que he tenido que aprender a lidiar", indicó.

Amanda, que trabaja en Walmart y se relaja viendo videos de gatos en internet, tuvo que lidiar con otra tragedia en 2007 cuando su hermano Joe se suicidó en medio de una profunda depresión que llevaba años arrastrando y un duro proceso de divorcio.

En Columbine, Joe formaba parte de un grupo de marginados que se hacían llamar "la mafia de la gabardina" debido a su atuendo.

Aunque los tiradores no formaban parte del grupo, el muchacho fue asociado con ellos y luego del tiroteo, recibió amenazas de muerte, contó su hermana.

Incluso, luego del suicidio, hubo personas en internet que dijeron estar felices por su muerte.

Amanda sentía que necesitaba salir en su defensa y lo hizo a través de una serie de videos en YouTube que sintió fueron catárticos.

"Volver a la normalidad"

Los tiroteos posteriores sumergieron a Amanda en una tristeza aún más profunda. Le enfurecía que los políticos no hicieran nada para endurecer los controles de armas.

Incluso después del tiroteo en la escuela primaria Sandy Hook en Connecticut, que mató a 26 personas en 2012, incluidos niños de 6 y 7 años, pensó que algo cambiaría.

"Hubiera pensado que alguien vendría con más leyes para las armas de fuego o que se exigiría un entrenamiento mental antes de que se permita comprar un arma de fuego", dijo. "Pero nada pasó, y eso me tiene molesta, furiosa".

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Para Alisha, lo mental es clave en toda la ecuación de armas. "Ninguna arma salta del suelo y le dispara a alguien, es quien sostiene el arma quien aprieta el gatillo".

Amanda dijo que admiraba a los estudiantes de la secundaria Stoneman Douglas de Parkland, donde murieron 17 personas en el tiroteo de 2018, "por alzar su voz, trabajar para cambiar las leyes de armas".

"Queremos volver a la normalidad", insiste. Pero hasta ahora, nada ha pasado.

Fuente

AFP

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