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Más del 20% de los ancianos de Venezuela viven solos
Más del 20% de los ancianos de Venezuela viven solos
Cortesía @conviteac

La pandemia agudizó la crisis social en Venezuela, afectando directamente a la población más vulnerable, con especial incidencia en los adultos mayores, muchos olvidados, víctimas de la soledad y del hambre.

A finales de octubre, cuando ya la cuarentena superaba los seis meses, fueron hallados muertos dos adultos mayores, desnutridos y solos en un apartamento en pleno centro de Caracas. Una realidad silenciosa pero que es estudiada de cerca por varias instituciones.

La organización no gubernamental Convite calcula que en Venezuela hay unos cuatro millones y medio de adultos mayores y que más del 20% de ellos están solos y en malas condiciones.

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Podríamos estar hablando de unos 700.000 y unos 900.000 ancianos que viven solos. La soledad es uno de los marcadores principales del riesgo en que están. A eso le debemos sumar que muchos dependen de la pensión, que no llegar a un dólar (…) en cualquier momento podrían morir por no tener posibilidades de tener un bocado de comida”, señaló Luis Francisco Cabezas, director de la ONG venezolana.

Además, señala que la pandemia ha agudizado la gravedad de la crisis, resaltando que en los últimos estudios encontraron que más de 50% de los adultos mayores se han visto obligados a reducir a dos, sus comidas diarias y que los platos tenían menor cantidad de porciones

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[AUDIO] La crisis, la soledad y la pandemia ponen en riesgo a los abuelos de Venezuela

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Según esta ONG, tres de cada cinco adulto mayor se acuestan con hambre y que 64% no consume proteína regularmente.

Cabezas, además, destaca que muchos de los adultos mayores tienen que entrar a la economía informal o pedir limosna, ante la imposibilidad de costear sus gastos, a pesar de que dedicaron sus mejores años de vida al trabajo.

“Las personas mayores que en otrora eran de la clase media, son los más afectadas, porque buena parte de su vida dependieron de si mismos y hoy se ven solos. Esto ocurre menos en sectores populares donde se han creado redes de solidaridad”, resalta.

Destaca que la ausencia de familiares, muchos fuera del país por la masiva migración, así como la falta de protección del Estado venezolano, afecta directamente a los abuelos.

Abrahan Monteribas, de 65 años, es uno de estos abuelos que deben rebuscarse. Hoy vive en la calle, a pesar de tener una casa al oeste de Caracas, pero por problemas familiares quedó solo.

“Estoy en una cuestión de una herencia (…) tengo unos hermanos y ellos ni pendiente, mientras tanto yo duermo aquí mismo en la calle. A veces cuido unos carros y me dan cualquier cosita”, relata desde una transitada avenida del municipio Chacao, al tiempo que lamenta que para comer depende prácticamente de la comida que le regalan, la cual debe rendir.

“Si dependo bastante, me dura, yo llego y la meto por ahí, ahorita me como algo, y después otro poquito, no me la como toda. Si la alargo me dura”, apuntó.

Es uno de los millones de abuelo que recibe una remuneración mensual por pensión, pero que gasta rápidamente.

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 “La pensión no alcanza, lo que hacemos es magia. La tengo que pagar porque pido, por aquí por allá. Alcanza para un cachito y una malta, (desayuno)”, narró.

La crisis y la soledad provoca en muchos que las ganas de vivir vayan disminuyendo. Es el caso de Alfredo Izarra, 76 años, quien vive solo en una pequeña habitación al este de Caracas.

“Esta parte de mi vida la estoy viviendo solo, es arrecho, la familia es harina de otro costal y bueno afrontando las vicisitudes de la vida para esta edad”, señala.

Sin embargo, “encerrado” por la pandemia ha dejado de trabajar como taxista y en medio de esa ausencia de compañía, hoy pone su vida en manos de Dios.

“Yo estoy resignado a lo que sea (…) es una etapa difícil, más con la soledad que uno lleva, todo está escrito, El Señor dice tú te vas a ese día y ese día te fuiste. No hay un motivo para yo seguir”, acotó.

Fuente

Sistema Integrado de Información

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