Venezuela: un apagón que no sólo tumbó la electricidad
"La historia vuelve a repetirse", dice la letra de una famosa canción que ha venido a la mente de los venezolanos afectados.
Que se escuche que siempre, pero siempre, se puede estar peor, hasta hace unos días en Venezuela eran vaticinios de distintos expertos que analizaban la complicada situación del país. Sin embargo, una cosa era escucharla y otra vivirla.
El mes de marzo de 2019 será inolvidable para los venezolanos y los millones de extranjeros que hacen vida en la tierra que los ha acogido por años. Y es que muy pocos se han salvado, la oscuridad les tocó directa o indirectamente a todos, una oscuridad que no se ha limitado a la caída del servicio eléctrico, sino que ha tocado con fuerza la esperanza y el ánimo de sus habitantes.
Se han dado cuatro apagones en menos de un mes, el primero arrancando marzo que se extendió prácticamente por seis días. Fue un primer desafío entrar en esa “dimensión desconocida” a pesar de que las fallas eléctricas son constantes, pero nunca de tamaña extensión.
Dos semanas después la historia se repetía. Horas y horas de espera, interminables para muchos. La cuenta a veces se perdía, 12, 24, 36 o 72. Otros reiniciaban el conteo tras la llegada momentánea de la luz.
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Múltiples calificativos a una situación que sin duda se transformó dramática y desesperante. No hay que ser experto en sociología para reconocer en los rostros de los venezolanos su pesar.
Han pasado por muchas pruebas, diarias o de años. Servicios públicos afectados en su totalidad, lograr abastecerse de comida, practicamente está limitado a lo que hay y no a lo que se quiere, contar con agua las 24 horas del día es un idilio, encontrar trasporte público en buen estado y en cantidades, casi imposible, tener la capacidad de llamar con normalidad a través de líneas telefónicas residenciales cuesta mucho, sin pensar en un buen funcionamiento de Internet; por algo lo llaman el más lento de Latinoamérica.
No obstante, en protestas espontáneas o en algunas convocadas por la oposición, la gente deja claro su rechazo a la situación y su negativa a que la oscuridad se mantenga.
“Lo que sentimos es frustración y desesperación, queremos trabajar básicamente”, expresó a RCN Radio François Motalán, un venezolano de los muchos que se agolpó cerca de la torre principal de una empresa de telefonía porque ahí podía tener señal de datos en su móvil.
“La verdad los venezolanos nos hemos acostumbrados a cosas o acciones que en otros países tardan segundos (…) mandar un mensaje a los familiares afuera puede tardar dos horas, hasta conseguir la señal. Así mismo con el agua, con las diligencias bancarias, toda nuestra vida se ha convertido en un resolver”, lamentó.
“No es fácil porque era un país que lo tenía todo y que estemos así no es justo, es como si estuviéramos pagando algo que no hemos hecho (…) no nos merecemos esto, de verdad”, dijo María Contreras, quien esperaba si la empresa en la que labora, al este de Caracas, abriría sus puertas en medio del apagón.
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Intentado hacer tiempo en un asiento de una plaza pública de la capital venezolana, Marco Anzola visualizó un poco más allá de la coyuntura. “Decía (Jean Paul) Sartre que lo más aburrido del mal es que uno se acostumbre, a mí me preocupa que uno se acostumbre a todo esto”, señaló y al ser consultado sobre si creía que los apagones habían llegado para quedarse, fue más que tajante, “me temo que sí”.
La situación ha quebrado al más fuerte al punto de que se hable de “crisis emocional”, como lo señaló Carmen Elena Marcano, empleada de un banco y que ha sufrido con la situación.
“La verdad es que esto nos pone en una crisis emocional, estamos cansados, ya no podemos más. No solamente es la luz, es todo, esperemos que salgamos de esto pronto”, acotó.
Preocupación que se ha sumado a los miles de mensajes colgados en redes sociales, en los que usuarios venezolanos se han desahogado mostrando su pesimismo y desesperanza, principalmente por un futuro más que incierto.
Lo siento, pero me cansé de luchar. Me cansé de resistir.
— Saul_monique (@Saulmonique1) 27 de marzo de 2019
No quiero ir más a la universidad así.
No quiero ir a trabajar así.
No quiero hacer planes de vida así.
Llaman más que nunca a resistir ahorita, pero mi maldita vida ha sido resistir al chavismo y ya me cansé.
Nunca me había arrepentido de haberme quedado en Venezuela hasta hoy. Me quebré, llegué a mi límite. No doy más.
— Bárbara A. De Jesús (@Barbaraadejesus) 27 de marzo de 2019
Qué ansiedad, tristeza y terror me da no saber si vamos a volver a pasar días sin electricidad.
— Ana Milagros Parra (@anablabla) 26 de marzo de 2019
La poca estabilidad mental y emocional que había recuperado volvió a ser inexistente.
Para sumar más tensión, el gobierno de Nicolás Maduro anunció un plan de racionamiento eléctrico, acción aplicada por años en el interior de Venezuela pero que ahora podría tocar todo el territorio.
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