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Kalimán y un soldado del Batallón Bolívar eran sus dos amores y repartía el tiempo para estar con los dos religiosamente.

De lunes a viernes en la tarde el pequeño transistor de pilas se convertía en una extensión de su oreja para escuchar las Aventuras de Kalimán y aunque nunca dijo nada, es seguro que estaba enamorada del hombre de ojos verdes vestido de capa blanca y turbante coronado con una joya preciosa.

Colombia se paralizaba para escuchar las aventuras de este héroe inventado por la magia de la palabra y ella hacía parte de esa millonaria audiencia que lo escuchaba casi sin respirar, con el mismo silencio con el que los personajes se desplazaban por la espesura de la selva.

Kalimán era su amor eterno, pero un soldado era quien llegaba los domingos a su puerta y la hacía poner su mejor vestido, como en esos cuentos de princesas que escuchaba por la radio.

Delia Fiallo hubiera podido empezar una radionovela describiendo el instante en que ella enfundada en un traje rojo y él vestido de paño, se daban un beso apasionado y luego se iban a caminar por las calles vacías de Tunja, en medio de muchos te extraño y te quiero.

Ella se enamoró de Kalimán sin imaginar que se había enamorado de la voz de Gaspar Ospina, quien ganó un concurso en la radio de Medellín en 1953 y con ello selló su ingreso a los afamados elencos de radioactores de la época.

Cada tarde se imponía la tarea de develar el misterio de la voz de Erika Krum encarnando al pequeño Solín descendiente de los faraones y darle cuerpo a las novias de Kalimán, escuchando la voz de Lucy Colombia.

Este programa fue el objeto central de sus preocupaciones, indiferente a las historias contadas en Arandú, Tamakún el vengador errante, El precio de un hijo, El derecho de nacer, Lucecita o Cristal.

Mientras llegaba el domingo para inventar su propia historia de amor, se embebía en las historias que ocurrían en el templo de Yara o en Reino de Sacarardí y se moría de los nervios mientras se libraban las luchas heroicas de quienes iban detrás de los ladrones de la séptima cabeza del dragón.

Amor eterno era lo que sentía mientras escuchaba las voces de los personajes inventados por Gaspar Ospina, Esthercita Sarmiento de Correa, Chela del Río, Teresa Gutiérrez, Luis Chiape, Dora Cadavid y Fabio Camelo, que de alguna manera la engañaban con sus voces.

Es posible que esta oyente especial tuviera alma de actriz y también llorara de verdad, es posible que todavía añore a Kalimán, es posible que estas historias hayan ocurrido de verdad y que la vida sea una radionovela.

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