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Uno creería que en pleno siglo XXI el dominio global desaparecería de la mano de los hombres y aunque hay que reconocer que, efectivamente, las mujeres hemos ido ganando terreno, lo cierto es que falta muchísimo camino para que logremos una posición de equilibrio, respeto y reconocimiento.

Desde presidencias, jefaturas de Estado y de gobierno, parlamentos y así uno a uno, hasta los cargos más sencillos, el común denominador es el de la desproporcionada mayoría masculina al frente de cualquier tipo de labores.

Pero bueno, la lucha avanza sin pausa y seguimos trabajando con inteligencia, esfuerzo y dedicación hasta que lo logremos. Lo que pasa es que, mientras tanto, no deja de sorprender que por el camino nos encontremos con situaciones fuera de tono que claro que molestan, como la ocurrida con la noruega Ada Hegerberg, quien ganó el primer Balón de Oro femenino.

Durante la gala y justo después de que la jugadora recibió su premio, lo agradeció y dedicó a todas las jóvenes, al DJ francés Martin Solveig se le ocurrió preguntarle si sabía bailar “perreo”. La futbolista desvió la cabeza en otra dirección y luego vinieron la andanada de críticas, las disculpas y la polémica en las redes.

Más allá del incidente con la noruega, el episodio se repite todo el tiempo en distintos escenarios y con distintas mujeres que reciben comentarios sexistas que demeritan su inteligencia o sus capacidades.

"Calladita se vería más bonita", "la que no enseña no vende" o "ese trabajo es de hombres" son dardos que se disparan contra la integridad de la mujer con el fin de afectar su autoestima y ubicarla en una posición de inferioridad. Pero hay otras de pronto todavía peores que se van inculcando desde la infancia: "No llores, pareces una niña", "las nenas a jugar con las muñecas", "hágale caso a su papá, que es el que manda".

Pienso que el problema sigue estando más en los ataques al intelecto que en las cosas como pagar la cuenta por mitad, dejar que nos abran la puerta de un carro, que corran la silla al momento de pasar a la mesa y que nos brinden la mano al bajar un andén o recorrer un camino empinado.

La feminidad no riñe con la cortesía pero no debe ser entendida como debilidad ni mucho menos como inferioridad; podemos ser frágiles en nuestro físico, suaves en nuestra forma de hablar y más sensibles que los hombres. Claro que somos diferentes y claro que somos complemento. Pero no se debe seguir confundiendo ni creando falsas imágenes sobre la mujer.

Y eso se logra eliminando las actitudes, los comportamientos y los comentarios sexistas, excluyentes o de superioridad porque realmente estamos en igualdad de condiciones y cada vez lo demostramos más: somos jefes de hogar, policías, futbolistas, conductoras de servicio público, gerentes, directoras, líderes, ministras, vicepresidentas y presidentas y, aunque seguimos siendo minoría, nos mantenemos firmes en la conquista de espacios que nos pertenecen por derecho propio pero que nos quitaron prácticamente al nacer por haber sido mujeres.

A lo mejor la futbolista noruega sabe bailar perreo o a lo mejor no le gusta. Pero el comentario, señor DJ, no era por ahí.

Fuente

RCN Radio

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