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Además de lo delicioso que es viajar a donde sea, soy de las personas que disfrutan ampliamente los viajes en avión (igual cortos o largos), pues los asumo como una sensación de libertad extrema en los que la mente puede dar rienda suelta a los pensamientos y dejarlos volar tan rápido, como el mismo aparato en el que se va viajando.

Sin embargo, también acostumbro dedicar un minuto a pensar en manos de quiénes quedará la vida de los pasajeros que estamos abordando y, aunque sin mucho dramatismo y más bien con algo de humor, pienso para mis adentros,que ojalá el piloto no haya salido peleando de la casa con su pareja, que el copiloto no tenga tendencias suicidas y que los controladores aéreos hayan tenido una plácida noche y estén trabajando con sus capacidades físicas y mentales al cien.

Ese pensamiento volvió esta semana, cuando trascendió la noticia de la controladora aérea que al parecer por dar una instrucción poco clara en otro idioma a un piloto alemán estuvo a punto de causar una tragedia en pleno vuelo entre dos aviones que estuvieron muy cerca uno del otro, cuando se aproximaban al aeropuerto “Alfonso Bonilla Aragón”, que sirve a la ciudad de Cali.

La tragedia se evitó porque otro piloto de vuelo comercial le explicó a la operadora que no estaba siendo clara con el piloto alemán y que debía darle prioridad para el aterrizaje e informarle, si no podía ella hacerlo de manera clara, con la ayuda de un compañero que le diera las indicaciones precisas.

Falló la comunicación en esta ocasión por un aparente bajo dominio del idioma inglés de la operadora, que impidió al capitán del vuelo extranjero entender la instrucción. Revisando qué requisitos exigen para ser controlador aéreo figuran tener entre 21 y 28 años, título de bachiller y dominio del idioma inglés en nivel 4, de una escala tope de 6.

Adicionalmente, se exige que el aspirante a laborar en una torre de control de alto tráfico aéreo, como la de El Dorado, el Bonilla Aragón o el José María Córdoba, debe tener una experiencia mínima de 6 años en otros aeródromos de más bajo tráfico y haber tenido una especie de compañero con más experiencia que le guíe en situaciones complejas al momento de tomar decisiones.

Sí. Lo cierto es que en materia de seguridad aérea estamos siempre en manos de seres humanos igualmente frágiles al resto de sus congéneres: pilotos, ingenieros de vuelo, técnicos, azafatas, controladores aéreos. De ahí que la formación que reciban, las pruebas físicas y mentales a las que sean sometidos, la capacitación constante y los idiomas que hablen deban ser producto de procesos idóneos y sus maestros integrar un selecto grupo de instructores capaces de preparar al personal para algo tan delicado y valioso como es proteger y salvaguardar la vida de sus pasajeros, y la suya propia, claro!

En este caso puntual, el error fue de comunicación pero hay casos en los que se deben analizar otras variantes como un piloto que esté bajo un estado de depresión intenso; o un piloto que haya sido sometido a duplicar sus itinerarios y atraviese un estado de agotamiento extremo; o incluso el caso de alguno que burle los controles y llegue a volar bajo efectos del alcohol o sustancias alucinógenas.

Los pasajeros pocas veces, por no decir nunca, nos percatamos de quienes conducirán el avión, y hacerlo tampoco serviría de mucho, la verdad. Simplemente confiamos en su profesionalismo, en los adelantos tecnológicos y en la aerolínea que escogimos para ir de vacaciones, o en viaje de negocios o trabajo.

No ocurre todos los días y quiera Dios que simplemente no ocurran situaciones en las que se ponga en peligro la vida de quienes optan por el transporte más seguro de todos. Pero que, a su vez, es el medio de transporte que cuando sufre un accidente sus consecuencias son mortales en el 99% de los casos.

Fuente

RCN Radio

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